Una tortuga caguama (Caretta caretta) es bajada suavemente al Océano Pacífico, desde la cubierta de un transportista de carga con dirección al este, en julio de 2023. Foto: Port of Nagoya Public Aquarium
Una tortuga caguama (Caretta caretta) es bajada suavemente al Océano Pacífico, desde la cubierta de un transportista de carga con dirección al este, en julio de 2023. Foto: Port of Nagoya Public Aquarium
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Desde la borda de una embarcación carguera, un equipo de investigadores vestidos con trajes naranjas y cascos amarillos, baja lentamente una canasta plástica hacia el mar. Están en un punto intermedio del océano entre Japón y Norteamérica. Allí tiran gentilmente del par de cuerdas que sostienen el contenedor para volcarlo y que la tortuga caguama (Caretta caretta) que transporta, dé sus primeros aleteos aguas adentro. Nueve metros arriba, los hombres celebran, ríen y agitan sus manos para despedirse del ejemplar. Luego repiten este procedimiento veinticuatro veces más.

“Lo que vimos en cada tortuga, una tras otra, fue que al golpear el agua, nadaban lejos, como si estuvieran exaltadas y llenas de alegría. Como si supieran a dónde van. Se veían emocionadas. Así que eso fue muy emocionante para nosotros también”, narra el ecólogo marino Larry Crowder, investigador de la Universidad Stanford y parte del equipo científico que, con este experimento, buscan probar una hipótesis que ha rondado en sus cabezas por décadas.

¿Cómo es que estas tortugas, sensibles a la temperatura, logran cruzar una zona de aguas profundas tan frías que son casi intransitables para la mayoría de las criaturas marinas? ¿Los eventos de aguas cálidas como El Niño, son capaces de desbloquear un corredor que permite a estas tortugas viajar en corrientes oceánicas hasta América del Norte? ¿Dónde están las rutas migratorias? ¿Qué elementos de su entorno guían su comportamiento?

Con estas incógnitas en mente fue que, durante la semana del 19 de junio del 2023, el equipo colocó etiquetas y rastreadores satelitales a las 25 tortugas criadas durante dos años en el Acuario Público del Puerto de Nagoya, en Japón. La semana siguiente, en el puerto de la misma ciudad, cargaron a los ejemplares en la embarcación del transportista de automóviles que aceptó apoyar a los científicos, aprovechando uno de sus viajes hacia el este. Así fue que los investigadores del Acuario y de la Universidad de Kochi liberaron, el 10 de julio, a las tortugas cerca del extremo este de la zona de transición del Pacífico Norte.

Larry Crowder examina la primera cohorte de tortugas caguama (Caretta caretta) que fue liberada en julio de 2023. Foto: Cortesía de Larry Crowder
Larry Crowder examina la primera cohorte de tortugas caguama (Caretta caretta) que fue liberada en julio de 2023. Foto: Cortesía de Larry Crowder

Al proyecto lo han llamado Experimento de Investigación de Tortugas Marinas sobre la Hipótesis del Corredor Térmico (, por sus siglas en inglés). A través de él, los científicos han logrado rastrear prácticamente en tiempo real el viaje de las tortugas, ejemplares que han arrojado información que está al alcance del público en un en el sitio web del proyecto. Cada vez que una tortuga sale a la superficie, la pequeña etiqueta colocada en su caparazón envía la ubicación a un satélite y aparece, identificada como un trazo de color, sobre el mapa.

Desde México, el investigador Alberto Abreu, de la Unidad Académica Mazatlán del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, perteneciente a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), busca precisamente acercar esta información a la comunidad. La colaboración con diseñadores gráficos, por ejemplo, ha sido clave para transformar la información técnica en recursos visuales sencillos y accesibles para todas las personas, ahora también disponibles en las  como Instagram.

“Hemos desarrollado todo el material que se encuentra disponible en Internet porque, uno de los objetivos del proyecto, además del abordamiento de la hipótesis desde el punto de vista científico, es poder difundir a nivel masivo y que niños, jóvenes y adultos puedan ver cómo es que se va desenvolviendo esta aventura”, dice Abreu, también integrante del equipo de STRETCH.

Una cría de tortuga caguama (Caretta caretta) nada en el Acuario Público del Puerto de Nagoya. Foto: Dana Briscoe / Port of Nagoya Public Aquarium
Una cría de tortuga caguama (Caretta caretta) nada en el Acuario Público del Puerto de Nagoya. Foto: Dana Briscoe / Port of Nagoya Public Aquarium

Además, los datos que los expertos buscan reunir tienen, como fin último, sustentar las predicciones de dónde, cuándo y durante cuánto tiempo las tortugas pueden ser afectadas por las pesquerías industriales y otras amenazas en las aguas internacionales cercanas a Estados Unidos y México. Esta información sería clave para formular estrategias de conservación.

Entre las tortugas liberadas, cuatro de ellas fueron nombradas en honor a personas mexicanas que, al igual que otras en Japón, Hawái y California, trabajan por la conservación de las tortugas: Chuy, Antonio, Víctor y Marisel. La gran noticia es que Víctor es una de las siete tortugas que, a partir de marzo del 2024, ya lograron llegar o acercarse a las costas de Baja California y Baja California Sur, en México.

¿Qué es lo que los científicos han descubierto hasta ahora?

Crías de tortuga caguama (Caretta caretta) previo a la colocación de etiquetas satelitales en el Acuario Público del Puerto de Nagoya. Foto: Dana Briscoe / Port of Nagoya Public Aquarium
Crías de tortuga caguama (Caretta caretta) previo a la colocación de etiquetas satelitales en el Acuario Público del Puerto de Nagoya. Foto: Dana Briscoe / Port of Nagoya Public Aquarium

Una travesía desconcertante

De acuerdo con el equipo científico de STRETCH, la tortuga caguama —especie considerada  según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)— era abundante en los hábitats costeros en el extremo norte del Pacífico, pero su presencia resultaba un misterio por la ausencia de playas de anidación en la región. No fue sino hasta el año 1987 cuando una tortuga caguama solitaria y con etiquetas metálicas de origen japonés, apareció en las aguas de San Diego, en Estados Unidos. A partir de allí  se contempló la posibilidad de que existieran migraciones transpacíficas.

Esta conexión México-Japón fue confirmada con la genética y con la recuperación de más etiquetas a mediados de los años noventa, así como con la historia del cruce transpacífico de la tortuga amarilla más famosa, Adelita, que en el año 2000 fue monitoreada durante 10 400 kilómetros entre Baja California, México y Sendai, Japón. Así se estableció el vínculo innegable para la tortuga amarilla entre el Pacífico Oriental y Japón, donde estas tortugas son conocidas como Akaumigame.

De acuerdo con los expertos, de vez en cuando, pequeños grupos de crías de tortugas caguama del Pacífico Norte nadan desde Japón hasta las aguas costeras de Baja California y California —en México y Estados Unidos, respectivamente—, en una impresionante travesía de más de 12 000 kilómetros que desconcierta a los científicos.

La hipótesis sobre este tema fue  por primera vez en el 2021, por la investigadora de Stanford Dana Briscoe, en compañía de Larry Crowder y otros colegas. En ella apuntan que El Niño y otros fenómenos intermitentes de calentamiento del océano ocasionalmente crean un corredor de agua cálida que atraviesa la fría Corriente de California, permitiendo que las tortugas migratorias que están cerca crucen la barrera y continúen hacia sus sitios de alimentación en Baja California.

Esta ruta migratoria que inicia en Japón sólo está abierta durante eventos de agua cálida anormalmente alta, proporcionando una pieza faltante del rompecabezas sobre cómo las tortugas marinas acceden a América del Norte. Esto es distinto al calentamiento global y sus impactos en los océanos, aclaran.

Una tortuga caguama (Caretta caretta) es bajada suavemente al Océano Pacífico, desde la cubierta de un transportista de carga con dirección al este, en julio de 2023. Foto: Port of Nagoya Public Aquarium
Una tortuga caguama (Caretta caretta) es bajada suavemente al Océano Pacífico, desde la cubierta de un transportista de carga con dirección al este, en julio de 2023. Foto: Port of Nagoya Public Aquarium

“Con el calentamiento global, estamos hablando de cambios sistemáticos en los ecosistemas y las cadenas tróficas, en las que el agua es demasiado caliente durante un tiempo largo. No estamos hablando de una temporada, sino de años, y toda la productividad en los océanos se detiene. El efecto de esto es que los animalitos —desde el plancton hasta las aguamalas, que son la base de la cadena trófica, colapsan—, cuando esto pasa, las tortugas, ballenas y tiburones no pueden vivir en la zona, porque simplemente no hay comida”, explica Jeffrey Seminoff, jefe del Programa de Evaluación y Ecología de Tortugas Marinas de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (, por sus siglas en inglés) del Departamento de Comercio de los Estados Unidos.

“Con El Niño ocurre lo opuesto, pues es más temporal. Los impactos ocurren en una escala de tiempo de meses, no de años”, detalla Seminoff. “El corredor térmico no tiene nada que ver con la productividad sino que, cuando se abre, las tortugas se mueven y cruzan esta zona en semanas, por lo que  no dependen de la comida en este corredor, sino que simplemente es una zona en la que las temperaturas son suficientes para moverse desde el Pacífico Central hasta el Pacífico Oriental”, dice el experto.

En ese sentido, Alberto Abreu, señala que el uso de los instrumentos satelitales —como los que se están utilizando en STRETCH— puede servir para identificar por dónde están transitando las tortugas y así emitir alertas oportunas para que las flotas pesqueras las respeten, evitando la captura incidental de los ejemplares.

“A todos en la comunidad mundial nos debería interesar conocer todo esto, para poder implementar medidas de mitigación para las amenazas a las tortugas. Además, desde el punto de vista de México, queremos conocer qué es lo que propicia que las tortugas lleguen a México y no se regresen a Japón”, dice el experto.

La liberación de las primeras 25 tortugas el año pasado, forma parte del monitoreo que los científicos harán sobre la migración de un total de 100 tortugas, cuyos ejemplares restantes serán liberados en tres grupos adicionales durante los próximos cuatro años.

Los resultados

El 2024 inició con buenas noticias para los científicos. Para enero, al menos siete de las 25 tortugas se encontraban cruzando el corredor térmico rumbo a la península de Baja California. Una de ellas fue Víctor, nombrada así en honor de Don Víctor de la Toba, quien ha trabajado durante 20 años registrando varamientos de tortugas marinas.

Don Vic y su esposa Marisel son las estrellas de la conservación de tortugas marinas en la zona de López Mateos, en Baja California Sur. Don Vic fue un farero de quinta generación y es una persona famosa en el mundo tortuguero, es quien inició el monitoreo en las playas buscando tortugas varadas en los años ochenta”, narra Seminoff.

“Cuando pensamos en el monitoreo de varamientos, yo, personalmente, pienso en Don Vic inmediatamente. Él es el ‘mero mero’ de todo eso. Por eso, que la tortuga Víctor llegara hasta esa costa en Baja California, es muy irónico, en el sentido más positivo”, celebra el experto.

“Desafortunadamente, las señales de Víctor han parado, posiblemente por falta de batería en su transmisor. Como los aparatos son tan pequeños, el beneficio es que se pueden colocar en tortugas juveniles, como estas 25, pero la contra es que no hay mucho espacio para baterías, entonces se apagan demasiado temprano. No hemos tenido el lujo de ver la segunda parte de su búsqueda, pero es probable que en este momento ya esté en el Golfo de Ulloa y que simplemente el transmisor ya no está mandando señales”, dice el experto.

La primera cohorte de tortugas marinas ha dejado de emitir señales satelitales debido a la baja de baterías. Hasta inicios de abril del 2024, las etiquetas transmitieron las ubicaciones de los 25 ejemplares durante un promedio de 241 días —aproximadamente ocho meses—, con una distancia de viaje promedio de 6 434 kilómetros y una velocidad de 1.11 kilómetros por hora. El equipo de STRETCH se está preparando para liberar al siguiente grupo de 25 tortugas este verano, tratando de comprobar qué pasa en un año con temperaturas más frías. En el año frío, no deberían ir a América del Norte, intuyen.

“Lograr siete tortugas en este primer intento es increíble, es mucho más de lo que hubiéramos pensado que era posible. Pero para la segunda parte del 2024, vamos a liberar otras 25, alrededor de junio, y veremos si estos animales pasan a las costas de América del Norte también”, agrega Seminoff. “Yo sospecho que no van a pasar el corredor térmico, porque las temperaturas ya están bajando y ellas dependen de temperaturas muy específicas”.

Larry Crowder sostiene una cría de tortuga caguama (Caretta caretta) en el Acuario Público del Puerto de Nagoya en Japón. Foto: Port of Nagoya Public Aquarium
Larry Crowder sostiene una cría de tortuga caguama (Caretta caretta) en el Acuario Público del Puerto de Nagoya en Japón. Foto: Port of Nagoya Public Aquarium

El experimento continuará gracias al equipo internacional compuesto por investigadores de Japón, México, Hawái y California, “que son literalmente las mejores personas en el mundo para hacer esta investigación, y todos son realmente solidarios y serviciales, estamos trabajando en tres idiomas”, afirma Larry Crowder. “Ha sido emocionante ver a ese grupo de personas reunirse, porque son excelentes colaboradores, pero también, en su corazón, tienen una profunda preocupación por estos animales y están tratando de asegurarse de que, décadas más tarde, aún estén con nosotros”.

*Imagen principal: Una tortuga caguama (Caretta caretta) es bajada suavemente al Océano Pacífico, desde la cubierta de un transportista de carga con dirección al este, en julio de 2023. Foto: Port of Nagoya Public Aquarium

El artículo original fue publicado por  en Mongabay Latam. 

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