Desde sus inicios la serie “13 Reasons Why” de Netflix mostró la problemática de la adolescencia para crear conciencia en el espectador. Sin embargo, la forma de tratar estos temas fue tan explícita que convirtió a la serie en una ficción polémica. Tras cuatro temporadas, algunas más exitosas que otras, llegó a un final que no es el mejor, pero que dejará contentos a los fans.
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Si tuviéramos que definir esta temporada con una palabra sería: “violenta”. Violenta para el espectador y para los personajes, no solo de manera explícita, sino porque sus mensajes pueden herir susceptibilidades. Es una temporada cruel para sus protagonistas, quienes van a necesitar años de terapia para procesar lo vivido, como Clay Jensen (Dylan Minette) gracias al doctor Ellman, interpretado por Gary Sinise y al que muchos recordarán por ser el teniente Dan en “Forrest Gump”.
En cada temporada “13 Reasons Why” se abocó en problemas concretos. Mientras que la primera temporada se enfocó en el suicidio y el abuso sexual, la cuarta tuvo como ejes la ansiedad y la violencia entre los adolescentes en Estados Unidos. No hablo solo de bullying, sino de la posesión de armas de fuego y cómo una escuela empieza a parecerse más a una prisión con la excusa de proteger a sus estudiantes.
Esta temporada Clay tiene como enemigos a sus propios secretos, fantasmas visibles solo para él que lo atormentan. Pero sus enemigos también son reales, en específico un personaje que busca descubrir al verdadero asesino de Bryce Walker para así limpiar la memoria del también fallecido Montgomery de la Cruz.
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LAS CONSECUENCIAS
La cuarta temporada cosecha todos los conflictos sembrados en la serie. Es el cierre de la escuela por un “tiroteo” en la escuela el acelerador de la trama, pues empuja Alex Standall (Miles Heizer), Clay Jensen y otros personajes al límite, haciéndolos sujetos de empatía con el espectador. En este aspecto, si bien Minette protagoniza el momento cumbre del cierre, el rol de Heizer es digno de destacar.
Con los ánimos caldeados, la Policía se vuelve más rigurosa con los estudiantes, en especial con los que no son blancos o tienen padres inmigrantes (también hay agentes correctos, por supuesto). La reacción de las autoridades ante las protestas, con violencia, es un paralelo siniestro a lo que ocurre en Estados Unidos mientras lees estas líneas. Y al igual que en la vida real hay quienes muestran su lado más destructivo, como es el caso de Zach (Ross Butler), que ya venía maltratándose con el alcohol y las drogas toda la temporada; pero también por parte de Clay.
EL GRAN ERROR
Si bien la cuarta temporada de “13 Reasons Why” supera en guión y actuaciones a la tercera, sigue cayendo en errores. Cuando se mostró el suicidio de Hanna Baker (Katherine Langford), se armó un revuelo tal que Netflix llegó a remover la escena. En la segunda temporada las críticas apuntaron al abuso sexual de Tyler, quien planeó una masacre posteriormente (la cual jamás concretó). La cuarta parte incluye un giro inverosímil cuando Justin (Brandon Flynn), uno de los personajes que más creció en la serie, resulta tener VIH; el cual se desarrolló hasta darle sida.
Los Jensen trataron a Justin como un hijo más, quien a su vez pasó a ser el hermano mayor que Clay jamás tuvo. Él iba por el buen camino como estudiante universitario en proceso de rehabilitarse del consumo de drogas; toda una vida por delante. De ahí que su partida impacte tanto, pero también porque con el tratamiento adecuado, los pacientes de VIH no tienen por qué morir. Es más, en toda la temporada no hubo indicios de que Justin tuviera VIH, por lo que su muerte repentina está fuera de lugar. Aún seguimos asimilando esta parte de la historia.
ADIÓS, AMIGOS
Salvo el asunto del VIH, hay más verosimilitud en la temporada final que en otras ficciones de Netflix sobre la vida escolar, sean estadounidenses o españolas, donde los estudiantes parecen capaces de todo, incluso de realizar investigaciones que la policía no puede o cometer el crimen perfecto. Al final de “13 Reasons Why”, los adolescentes son solo adolescentes: no pueden hacerlo todo. Y más allá de que la muerte de Justin carezca de sustento, la serie le da un final emotivo a su historia compartida con Clay y Jessica. Preparen los papeles tisú.
Con Justin bajo tierra y la graduación como un recuerdo, donde destaca el discurso que busca frenar la violencia y muertes innecesarias de jóvenes, la historia de Liberty High llegó a su fin. No obstante, los alumnos siguen con sus vidas. De algunos conoceremos el futuro, de otros no; su destinos se mantienen como incógnita. Lo que no será tan secreto es la reacción de la audiencia al final, así como al mensaje de la serie: si necesitas ayuda, pídela; que pues la recibirás.
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