Formas distintas de concebir la vida. Floyd Mayweather Jr. va a servirse una vez más del boxeo para engrosar su onerosa billetera. Su rival, el youtuber devenido en actor, Logan Paul, le garantiza, una bolsa de casi 100 millones de dólares; bastante más que si midiera fuerzas contra un pugilista profesional.
“Money” quiere seguir honrando su apelativo, el boxeo para él, que se autoproclama como el mejor púgil de la historia, es y no hace esfuerzos por disimularlo, un vehículo de riqueza. Manny Pacquiao es exactamente el otro lado de la luna. El tagalo se enfrentará, este 21 de agosto, por el título mundial welter a Erroll Spence, uno de los más temibles campeones libra por libra del cuadrilátero.
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Mayweather, en su plenitud un artista de la defensa, no ha economizado palabras para sostener su lugar en la cúspide del deporte de los puños. A quien quiera escuchar, emulando los discursos marketeros de Muhammad Ali, le ha espetado, pero sin la gracia de “El Más grande”, su rosario de virtudes. Pacquiao, en cambio, aun en alguna derrota injusta, ha hecho nadar sus labios en prudencia. Él acostumbra desplegar rutinas llenas de significado: trabajo duro, fe y filantropía son los móviles de su profesión.
Los expertos ubican a Pacquiao por encima de Mayweather en la consideración histórica. A simple vista parece un desvarió: Floyd no ha perdido nunca y el ‘Pacman’ ha sufrido siete reveses en toda su carrera. Además en el enfrentamiento que tuvieron Mayweather derrotó ajustadamente a un lesionado Pacquiao. Eso, sin embargo, no opaca el lustre del filipino: su legendaria travesía desde minimoscas a medianos ha sido excepcional. Pacquiao no ha escogido rivales, ha ofrecido siempre espectáculo y ha logrado victorias contra oponentes que eran claramente favoritos como Oscar De la Hoya o Keith Thurman. Eso cuenta en el veredicto de los conocedores.
La contribución de Floyd al boxeo ha sido básicamente estilística o empresarial. No hay en Mayweather una épica que lo acompañe. Pacquiao, por su parte, vive en permanente riesgo, el desafío de agosto es una prueba de ello. Su oponente Erroll Spence no solo está invicto, sino que pega muy fuerte, es más alto, tiene más alcance de brazos y es significativamente más joven que él.
Hace año y medio Spence sobrevivió a un accidente de autos que lo tuvo una semana en cuidados intensivos. Tiene 31años y ha noqueado a 21 de sus 27 oponentes. El fenómeno asiático cumplirá 43 en diciembre y ha estado dos años sin subir al ring.
Formas distintas de concebir la ida. Uno calculando riesgos y generando dinero con un combate inocuo. El otro, tratando, contra marea, que no se le imponga una realidad feroz. Mayweather solo quiere hacer ruido y plata, Pacquiao llevarse toda la gloria por delante.
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