The Rolling Stones: antes de dejar de rodar
The Rolling Stones: antes de dejar de rodar
Francisco Melgar Wong

Con el fin de su carrera a la vuelta de la esquina, nos preguntamos: ¿qué ha ocurrido con los Rolling Stones? En el pasado, la banda liderada por Mick Jagger y Keith Richards podía llegar a encarnar el espíritu de una época. En febrero de 1966, por ejemplo, cuando tocaron “Satisfaction” en el programa de Ed Sullivan, los Stones provocaron un inesperado estallido de sexualidad entre miles de televidentes. Sobre este episodio, Jagger diría: “Solo capturamos el espíritu de los tiempos”. Más adelante, en noviembre de 1969, cuando uno de sus conciertos culminó con el asesinato de un joven en manos de una pandilla de motociclistas, el periodista Greil Marcus dijo: “Esto marca el final del sueño hippie y el comienzo de una nueva época oscura representada por los Rolling Stones”. Pero con el paso de los años, y con la llegada del punk rock, los Stones perdieron esa capacidad de encarnar la turbulencia social y sexual de su tiempo. Hacia finales de los setenta sus canciones se volvieron más íntimas y confesionales, y la banda dejó de hablarle a una comunidad sobre su destino colectivo, para entablar conversaciones cotidianas.
     A finales de 1981, los Stones lanzaron el video de “Waiting on a Friend”, donde se hizo evidente el cambio de perspectiva. En este clip, Jagger aparece sentado en la puerta de un edificio, vestido como un tipo cualquiera, murmurando una tonada para sí mismo mientras mira a las chicas pasar —la antítesis del peleador callejero o el revolucionario europeo que había encarnado diez años antes—. “Solo estoy esperando a un amigo,” canta Mick, como si el mundo se hubiese reducido a sus emociones más simples y a la porción de asfalto donde está sentado. De pronto, entre la multitud, aparece Keith Richards, quien lo anima a tomarse una cerveza en un pub del barrio. Al llegar al bar, Jagger y Richards se encuentran con el resto de la banda, y juntos terminan tocando en el escenario que hay al fondo del local. Al terminar el video uno se queda con la impresión de que tratar de cambiar el mundo es una pérdida de tiempo. Más bien, si logramos cambiar nuestro estado de ánimo, ya habremos conseguido bastante. Esta es justamente la perspectiva que encontramos en la mayoría de canciones de los Stones en la última década (2005-2015). Aunque de una manera bastante peculiar. 

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Han pasado diez años desde la aparición del álbum más reciente de los Stones, "A Bigger Bang", y tres desde el lanzamiento de las dos canciones más nuevas de la banda: “Doom and Gloom” y “One More Shot”. Esto quiere decir que si el avión de los Stones se estrellara mañana, este disco y estos dos temas se convertirían en el último capítulo de su discografía. Curiosamente, en este disco y en estas dos canciones nos topamos otra vez con el protagonista de “Waiting on a Friend”. La diferencia es que el escenario ya no es la fachada de un edificio desde donde uno mira a las chicas pasar, sino el interior de uno de los apartamentos donde un Jagger 30 años más viejo se pasa las noches viendo televisión y tomando vino. En canciones como “This Place is Empty” y “Biggest Mistake”, Mick nos cuenta cómo perdió al amor de su vida, cómo fue traicionado por una chica, o cómo pasa horas hablando por teléfono con sus amigos, lamentándose de sus errores. La música es densa y agresiva, aunque a veces también puede ser frágil y delicada para que estas charlas de arrepentimiento y desencanto se desplieguen con mayor facilidad.
     Lo paradójico de esta, quizá, última etapa de la carrera de los Stones está en el contrapunto que estas canciones hacen a los shows en vivo de la banda. En la actualidad, sus conciertos se enmarcan en un formato lustroso y profesional en el que todo cabe, desde las canciones psicodélicas de mediados de los sesenta hasta el pop rock de los ochenta. El sonido de estos conciertos se asemeja al chasis de un automóvil clásico al que le han quitado las partes originales para añadirle un motor de última generación. Es un show para todas las generaciones, donde se celebra el legado de una banda monumental. Aquí el lamento y el desencanto no encajan.
     Ahora bien, si uno mira hacia atrás, notará que en estos conciertos los Stones han logrado reconectarse con el pasado de un modo peculiar. Al momento de tocar en vivo, la banda recupera la capacidad de hablarle a una comunidad acerca de su destino. Claro, la diferencia entre estos Stones y los de finales de los sesenta es que hoy esa comunidad no existe más allá del grupo. Y su destino no pasa de ir a un concierto, tomarse una cerveza y pasarla bien escuchando a la banda. Quizá, a estas alturas, como nos decía el personaje de “Waiting on a Friend”, lograr eso ya es suficiente. Para nosotros y para ellos.

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