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“Acto encubierto” en Prime Video: comentamos la película con Bryce Dallas Howard y Orlando Bloom
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Para acometer una compleja maniobra encubierta como parte de una investigación sobre un grupo criminal, un agente de policía decide contratar a Kat (Bryce Dallas Howard), una actriz de impro. Ella lleva una vida mustia, frustrada por su trayectoria sin luces, dictando pequeños talleres de comedia, y mirando con no poca envidia cómo sus amigas y contemporáneas ostentan su éxito personal y profesional. Frente a esos síntomas de fracaso, Kat decide aceptar el inusual trabajo, lo que la conducirá a una serie de enredos y a sumergirse en las entrañas de una peligrosa mafia internacional.
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“Acto encubierto” es una comedia de premisa no demasiado novedosa, pero que convence porque es plenamente consciente de su propia ligereza y sencillez. La idea de tener a una heroína inesperada, del personaje común y corriente lidiando con situaciones extremas, es bastante habitual en el género; y en este caso Bryce Dallas Howard no está sola al asumir el reto, sino que se rodea con dos coprotagonistas que contribuyen con matices y estilos actorales distintos, pero igualmente plausibles.
Por un lado está Orlando Bloom (“El señor de los anillos”, “Piratas del Caribe”), quien interpreta a Marlon, un actor de arte dramático harto de grabar comerciales y conseguir pequeños empleos sin sustancia; por otra parte tenemos a Nick Mohammed (“Ted Lasso”), en el papel de un tímido y gris oficinista sin habilidades sociales. Cuando ambos caen casi por accidente en una de las clases de Kat, terminan uniéndose a ella en su misión encubierta. Y el contraste entre sus personalidades alimenta el filme: uno es histriónico, delirante y pasional; el otro es más bien apocado, temeroso y torpe. Sus rasgos generan una química peculiar en el trío principal de la historia.
Dirigida por Tom Kingsley, “Acto encubierto” nos recuerda por momentos a las mejores comedias de Edgar Wright (“Shaun of the Dead”, “Hot Fuzz”): no solo por la ambientación urbana y británica, sino por la forma en que equilibra la comedia más básica con el oficio del cineasta para construir escenas bien calibradas, de una acción que parece marcada por un metrónomo, con desarrollos y desenlaces predecibles pero aun así eficaces. Cada secuencia de la película parece asegurar, si no una carcajada, por lo menos una sonrisa de satisfacción, sin necesidad de recurrir al chiste efectista o la humorada grotesca.
No puedo dejar de mencionar que, además del trío protagonista, aporta mucho en su papel el siempre cumplidor Paddy Considine, un actor acostumbrado a los roles secundarios, pero que siempre da la talla. Pasa lo mismo en esta cinta: aunque relegado dentro de un elenco en general muy parejo, su rol de villano a medias sintetiza esta historia de múltiples máscaras, de farsas dentro de otras farsas, y que en el fondo reflexiona sobre nuestro más profundo deseo de ser aquello que no somos.
Calificación: 3 de 5







