CATHERINE CONTRERAS
La serie “Todos quieren comerse la mesa” acompaña a los comensales de Augusto Baertl ha traído de la playa a la ciudad y que abrió sus puertas hace algunas pocas semanas en el remozado hotel Belmond Miraflores Park.
Su autor no es otro que el reconocido Mateo Liébana, amigo cercano de Tragaluz, espacio gastronómico que destaca por el minimalismo de su decoración, pero que acoge detalles que le inyectan frescura y juventud.
Uno de estos, precisamente, es el trabajo que Liébana empezó a trazar sobre las paredes blancas la tarde del jueves 24 de abril, el mismo día en que el ex Beatle Paul McCartney llegó al Belmond Miraflores Park.
Se trata de una intervención que complementa la acción de los cuatro cuadros que el artista ha colgado en el salón de Tragaluz, y que va avanzando poco a poco, sin interrumpir el servicio de almuerzo y cena que ofrece el restaurante que ofrece a sus comensales una experiencia similar a la del espacio que abrió hace nueve temporadas al sur de Lima.
TEMPORADA DE INVIERNO
El 29 de marzo Augusto Baertl despidió la novena temporada de Tragaluz en el boulevard de Asia. Pero a diferencia de otros años, esta vez el dueño del restaurante más ‘hot’ del balneario sureño no se retiró a sus cuarteles de invierno. Más bien apuró el paso y enrumbó a la ciudad.
A Baertl y su jefe de cocina Jean Paul Barbier les esperaba aquí un reto nuevo: abrir la primera sede urbana de Tragaluz en el renovado Belmond Miraflores Park, donde antes se ubicó Mesa 18.
“Tragaluz no pretende ser un restaurante que busca estar en las primeras posiciones de los ránkings. Para mí es una propuesta divertida, con arte, música y comida fácil pero sofisticada”, aclara Augusto, que ingresa al circuito gastronómico local sin pretensiones, pero sí con la idea de cambiar ese prejuicio de que ir a comer a un restaurante de hotel “es caro, aburrido o formal”.
“Los platos de acá van a ser un poquito más sofisticados que el último verano de Tragaluz, pero sin dejar esa esencia de platos para comer todos los días y no solo una vez por mes”, explica Jean Paul, el chef.
Así, pescados y mariscos dominan la lista; las pastas están presentes y las carnes también. Se trata de una carta que evade ceñirse a una sola identidad, pues encontramos desde un tartar de atún-salmón con toque acebichado y un lomo saltado de entraña Angus, hasta un magret de pato con risotto de hongos frutados y un entrecôte Angus Pride, pasando por un cake crab con ensalada thai, un tabbouleh de quinua y unos langostinos al curry. Es como dice Augusto: variedad para el día a día, “buscando satisfacer el lado más instintivo del ser humano, que es alimentarse rico”.