Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS), sostienen que los tres primeros años de vida de un niño o niña son los más importantes para que se desarrolle correctamente, tanto de forma física como psicológica.
En esos 36 meses, el infante necesitará de distintos cuidados y mimos, entre los que destacan el recibir atención, interacciones positivas y protección en el ámbito familiar y de su comunidad. Además, requieren de una alimentación sana y balanceada, siendo la suma de todos los factores, un adecuado crecimiento y desarrollo.
Para poder brindarle todo lo anteriormente expuesto, el papel del padre, madre, o apoderado es fundamental. Ellos deberán mostrarse sensibles y conectados a las necesidades que presente el recién nacido.
Por tal motivo, la OMS también recomienda hacer hincapié en la salud mental de aquellos que tengan bajo su tutela a niños y niñas en pleno desarrollo, ya que esa es una de las formas para posicionar buenas prácticas de crianza y lograr familias que generen entornos saludables.
La importancia de una crianza positiva
“Si todos conociéramos realmente el impacto que tienen los primeros meses de vida en el desarrollo de un ser humano, tendríamos más atención en esa etapa. Según la Evaluación Continua del impacto de la Covid-19 en niñas y niños menores de 6 años, Novena Ronda, indica que, 7 de cada 10 cuidadores tiene un indicador de depresión, 6 de cada 10 tiene ansiedad y 9 de cada 10 presentan estrés”, señaló Miguel Montiveros, coordinador del Programa de Acompañamiento a Familias CIB de la Fundación Baltazar y Nicolás.
A continuación, te presentamos cuatro razones poderosas para invertir tiempo de calidad, atención y afecto en los primeros meses de vida de las niñas y niños mediante una crianza positiva.
- Capacidad para el aprendizaje: Durante los primeros meses de vida, el desarrollo de habilidades cognitivas complejas en los primeros meses de vida está estrechamente relacionado con las experiencias positivas que los niños y niñas tienen en su entorno. Por lo tanto, es crucial proporcionar un ambiente enriquecedor y estimulante para que los niños tengan la oportunidad de desarrollar todo su potencial y alcanzar un mejor rendimiento en el futuro.
- Reconocer emociones: En sus primeros años, los niños y niñas experimentan un rápido desarrollo emocional. Aprenden a reconocer y expresar sus propios sentimientos, así como a comprender y responder a los de los demás. Este proceso de aprendizaje es fundamental para el desarrollo social y emocional del infante, y les ayuda a establecer relaciones más saludables y significativas en su vida. Al proporcionar un ambiente seguro y amoroso, los padres, cuidadores y educadores pueden fomentar el reconocimiento y la expresión de las emociones de los niños, lo que contribuye a su bienestar emocional y a un mejor rendimiento en su vida diaria.
- Fortalece su seguridad: En los primeros meses de vida se fortalece la formación de un vínculo seguro entre la madre, padre o cuidador principal con el niño. Esto permitirá, que se regulen comportamientos violentos o antisociales. La calidad de relación con el niño desde que nace, puede tener un impacto permanente en su capacidad de formar relaciones saludables con los demás.
- Conoce su entorno: El desarrollo social y emocional está marcado por la interacción con los padres, los cuales son los principales agentes de socialización. Por ello, la calidad de las relaciones va a tener un gran impacto en su capacidad para interactuar con los demás y formar relaciones positivas.