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Envenenamiento en parques: los primeros auxilios que pueden salvar la vida de tu mascota
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En las últimas semanas, las muertes de mascotas por envenenamiento han estremecido a vecinos y amantes de los animales de los diferentes distritos de Lima Metropolitana. Esta lamentable situación ha encendido las alarmas y el temor entre quienes cada día salimos al parque con nuestros fieles compañeros de cuatro patas. Lo que antes era un momento de juego, conexión y esparcimiento, hoy se ha convertido en una salida llena de incertidumbre y miedo.
El reciente caso de envenenamiento en San Isidro ha provocado una ola de indignación, aunque no es el primero, ni el único. Una investigación de El Comercio reveló que, entre mayo de 2024 y octubre de 2025, al menos 105 perros y 10 gatos fueron envenenados en ocho distritos de Lima. Sin embargo, estas cifras reflejan solo los casos que han sido denunciados, ya que detrás de ellas hay muchos más silencios y pérdidas que no llegaron a hacerse públicas.
“El envenenamiento de mascotas no es un problema nuevo. Décadas atrás, algunas autoridades locales usaban veneno para controlar la sobrepoblación, cuando la eutanasia no existía o era demasiado costosa. Con el tiempo, esas prácticas se normalizaron y, lamentablemente, aún persisten, aunque de forma encubierta. A ello se suma el uso de raticidas, molusquicidas e insecticidas que, aunque buscan eliminar plagas, también intoxican a perros, gatos, aves o ardillas, además de contaminar el suelo, afectar a las abejas y dañar las plantas. No se trata solo de erradicar plagas, sino de entender que estas acciones alteran todo un ecosistema. Lo que vemos hoy en los parques de Lima no es algo nuevo; simplemente se ha vuelto visible porque ha tocado zonas donde la gente puede alzar la voz”, explicó Cecilia Padilla, médica veterinaria especializada en dermatología veterinaria y medicina felina, y directora médica de la Veterinaria PetyLab a Hogar y familia.
La tragedia de cada mascota envenenada es más que una cifra: es una historia de dolor y desconcierto para familias que pierden, de un momento a otro, a un ser querido. Pero también es una llamada urgente a la acción: aprender a reconocer los signos de intoxicación, saber cómo actuar a tiempo y, sobre todo, fomentar una cultura de respeto y cuidado hacia los animales.
Los venenos más frecuentes y cómo detectarlos
Según el médico veterinario Pedro Ramos, los raticidas organofosforados, como el conocido racumin, son los venenos más frecuentes en los casos de intoxicación de mascotas. A estos se suman otros agentes peligrosos, como los piretroides, empleados en labores de limpieza y desinfección de parques; los anticoagulantes, utilizados por los gobiernos locales para el control de plagas en madrigueras; y uno de los más letales, la estricnina, de acción rápida y difícil acceso, pero extremadamente tóxica.
“Cuando existe una intención de dañar a los animales, lo más común es ocultar el veneno dentro de alimentos apetecibles como trozos de carne, pollo o salchicha, lo que hace que el animal lo ingiera de un solo bocado. Además, estos productos suelen tener colores muy llamativos —celeste, fucsia, amarillo— y sabores agradables, diseñados para atraer a las ratas, pero que también resultan tentadores para los perros y gatos curiosos”.
A esto, la doctora Padilla añadió que también existen otros productos altamente peligrosos, como los molusquicidas y químicos agroindustriales, que comparten características similares: colores vivos y presentaciones que pueden confundirse con alimento. Muchos se comercializan en pellets o gránulos parecidos a galletas para perros o en pequeñas cápsulas. En algunos casos se muelen o mezclan con tierra y pasto, lo que dificulta su detección y aumenta el riesgo de ingestión accidental.
Del mismo modo, los insecticidas en spray o productos para fumigaciones y desinfecciones municipales realizadas en parques o jardines pueden causar intoxicaciones si el animal come pasto recién tratado, se revuelca sobre él o absorbe el tóxico a través de la piel.

Cómo identificar una intoxicación: señales y tiempos críticos
De acuerdo con la médico veterinaria, la forma más común de intoxicación en las mascotas es por ingestión del veneno, es decir, cuando el animal lo come directamente. Sin embargo, también existen otras vías de envenenamiento, como la cutánea o por contacto, cuando el tóxico se absorbe a través de la piel o las mucosas. Esto puede suceder, por ejemplo, si el animal pisa el veneno, lo huele o entra en contacto con él mediante el hocico.
Si bien los síntomas pueden variar según la vía de ingreso, estos son los signos más visibles:
Síntomas digestivos
- Salivación excesiva y aparición de espuma en la boca (suele ser el primer signo en intoxicaciones por vía oral y aparece en minutos).
- Vómitos.
- Diarrea y aumento de la motilidad intestinal.
Síntomas neurológicos y de coordinación
- Ataxia (descoordinación al caminar)
- Espasmos musculares, temblores o fasciculaciones (contracciones visibles bajo la piel).
- Convulsiones y pérdida de conocimiento en cuadros severos.
- Nistagmo (movimientos involuntarios de los ojos).
Signos autonómicos y otros
- Midriasis (dilatación de pupilas).
- Taquicardia.
- Cambios en el comportamiento: letargo, esconderse (muy frecuente en gatos) o agitación.
“Por vía oral, los primeros signos aparecen a los pocos minutos, mientras que, si el tóxico se absorbe por vía cutánea o mucosa, pueden tardar un poco más —entre 10 y 15 minutos o más—, ya que el veneno ingresa con menor rapidez. Sin embargo, cada minuto cuenta, por lo que actuar sin demora puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte de la mascota”, precisó la experta.
Factores que influyen en la gravedad del envenenamiento
Es fundamental tener en cuenta que la sensibilidad a los venenos varía drásticamente entre especies, lo que impacta tanto en la dosis letal como en la forma en que se presentan los síntomas. Ciertas mascotas, como las aves, conejos y ardillas, son mucho más sensibles, incluso una pequeña cantidad puede ser suficiente para causar la muerte rápidamente.
En el caso de los gatos, la dificultad no radica solo en la sensibilidad, sino también en la detección. Estos animales tienden a ocultar los signos de enfermedad como parte de su instinto de supervivencia. Cuando se sienten mal, suelen esconderse debajo de la cama o en lugares altos, retrasando la identificación de los síntomas.
La gravedad y la velocidad con que se manifiestan los efectos de una intoxicación dependen de una serie de factores individuales: la dosis ingerida, el tamaño corporal, la edad y el estado de salud del animal. “Una dosis mínima de veneno puede ser devastadora para un perro pequeño o un gato, mientras que un perro grande podría tolerar una exposición similar sin manifestar síntomas inmediatos. Por ejemplo, diez gramos de un producto tóxico pueden ser mortales para un chihuahua, pero causar efectos más leves en un dóberman”, detalló Padilla.
Además, la edad y las condiciones médicas previas son determinantes. Un perro joven y sano puede responder mejor al tratamiento que un animal geriátrico o con patologías hepáticas o renales, ya que estos órganos son los encargados de metabolizar y eliminar las toxinas. En tales casos, los daños pueden ser irreversibles o incluso fatales.
Primeros auxilios: qué hacer (y qué no hacer)
Lo primero que todo tutor responsable debe tener en casa es un botiquín de emergencia para mascotas, que incluya carbón activado, un producto clave en casos de envenenamiento. Este nos permite ganar minutos mientras trasladamos a la mascota de emergencia al veterinario, recalcó Cecilia Padilla.

Disponible en polvo, gránulos o cápsulas, el carbón activado tiene la capacidad de absorber las toxinas ingeridas, atrapándolas y favoreciendo su eliminación por vía digestiva a través de las heces. Su efectividad depende en gran parte del tiempo de administración: debe darse lo antes posible, ya que mientras más tiempo pase, mayor cantidad de veneno será absorbida por las mucosas de la boca, el esófago y el intestino y llegará a la circulación, pudiendo causar daños graves o la muerte.
“En estos casos, es recomendable utilizar la presentación en polvo, ya que esta comienza a actuar desde el primer contacto con la boca. Se prepara una cucharada de polvo disuelta en medio vaso de agua, aunque la proporción puede variar según la marca, especialmente si contiene otros componentes como caolín o pectina, que potencian su efecto. En paseos o salidas, conviene llevar una botella de agua y un sobre de carbón activado para poder diluirlo rápidamente y administrarlo con una jeringa o cuchara si ocurre una emergencia”, indicó la directora médica de la Veterinaria PetyLab.
Sin embargo, en estos casos no se debe inducir el vómito si la mascota no vomita por sí sola. Hacerlo puede causar más daño, ya que el tóxico volvería a pasar por los tejidos de la boca, el esófago y el estómago. Tampoco deben usarse remedios caseros como agua con sal, leche, aceite o agua oxigenada, pues pueden facilitar la absorción del veneno o agravar el cuadro. El carbón activado es el único producto con evidencia científica para reducir la absorción de toxinas.
“Además, no se debe administrar ningún medicamento sin indicación profesional, ni siquiera aquellos aparentemente inocuos como el bismutol, ya que podrían causar daños hepáticos o interferir con el diagnóstico”, advirtió Pedro Ramos.
Una vez que se llega al veterinario, los especialistas resaltaron la importancia de brindar toda la información posible sobre el incidente para facilitar el diagnóstico y el tratamiento:
- Muestra del veneno o una fotografía del envase o sustancia.
- Muestras de vómito o heces, si las hubiera, en una bolsa limpia.
- Datos sobre la exposición, como la hora aproximada de la ingesta, la cantidad estimada y la ruta de contacto (por ingestión, inhalación o contacto cutáneo).
- Síntomas observados, incluyendo la hora en que comenzaron, su intensidad y cualquier cambio en el comportamiento del animal.
“En todo momento, es importante mantener la calma, pues la ansiedad del tutor puede transmitirse al animal y empeorar su estado”, enfatizó el médico.
Tratamientos y pronóstico
Según Cecilia Padilla, el primer paso ante un caso de envenenamiento es valorar el estado del paciente, ya que no existe un tratamiento estándar. Cada caso es distinto y el abordaje dependerá del grado de afectación. “No es lo mismo tratar a un animal que está consciente, alerta y solo presenta vómito o babeo, que a uno inconsciente o con espasmos severos”.
El manejo básico en una clínica veterinaria incluye fluidoterapia (administración de líquidos por vía intravenosa) para ayudar a eliminar el tóxico a través de la orina, las heces o el vómito. También se usan protectores hepáticos y gástricos, antiinflamatorios y suplementos según el caso.
Mientras se estabiliza al paciente, el veterinario realiza pruebas de sangre o ecografías para evaluar el daño interno. Si el tutor actuó a tiempo con el carbón activado, es posible que no se hayan producido lesiones graves y que la fluidoterapia por algunas horas sea suficiente. Sin embargo, si el animal ya presenta úlceras, lesiones estomacales o padece otras enfermedades —como sucede en cachorros o animales geriátricos— el tratamiento deberá ajustarse a su condición.
“Algunos venenos cuentan con antídotos específicos, por lo que identificar la sustancia ingerida es fundamental para orientar la atención”, resaltó.
Si el animal presenta síntomas neurológicos —como fasciculaciones, convulsiones o estado crítico—, el veterinario puede realizar un lavado gástrico para eliminar el veneno que aún esté en el estómago.

El veneno puede dejar secuelas importantes incluso después de superar la crisis. Entre las más comunes se encuentran la gastritis, las úlceras o llagas digestivas, que requieren tratamientos prolongados para recuperar la mucosa. También pueden presentarse daños hepáticos o renales irreversibles, generando insuficiencias crónicas que obligan al animal a mantener terapias o protectores de por vida.
En los casos más graves, donde el veneno ha afectado el sistema nervioso, pueden aparecer secuelas neurológicas, como paresias (debilidad o inmovilidad parcial de las extremidades) o convulsiones recurrentes. Esto ocurre porque se pierde una sustancia del cerebro llamada mielina, responsable de la conducción de los impulsos nerviosos, lo que ocasiona alteraciones motoras similares a las observadas en animales que han padecido distemper.
“Cuanto mayor sea la cantidad de veneno ingerida, mayor será el daño y el riesgo de muerte. Por ello, actuar con rapidez y acudir de inmediato al veterinario es determinante para salvar la vida del animal y reducir las secuelas a largo plazo”, sostuvo la doctora Cecilia Padilla.
¿Cómo proteger a tu mascota?
Control y vigilancia extrema
- Uso de la correa: Mantener a tu mascota con una correa es la medida más efectiva de prevención. Permite controlar de inmediato su cabeza y boca, evitando que olfatee o ingiera sustancias sospechosas.
- Bozal: En perros con tendencia a comer todo lo que encuentran, el bozal tipo cesta puede ser una medida adicional de seguridad. Debe permitir jadear y beber agua. Sin embargo, para la doctora Padilla este elemento no es completamente infalible, ya que algunos perros logran sacar la lengua y tener contacto con objetos o líquidos del suelo.
- Atención constante: Mantén los ojos en tu mascota, no en el celular. La vigilancia continua es clave para reaccionar rápido si intenta comer algo.
- Conoce a tu mascota: Algunas razas son más curiosas o exploradoras y tienden a hurgar en la basura o meterse en lugares difíciles de alcanzar. Entender este comportamiento ayuda a anticipar riesgos.
- Evita que coma pasto: El mito de que comer pasto “ayuda a purgarse” puede ser peligroso, ya que el pasto podría estar contaminado con venenos, pesticidas o productos de fumigación invisibles a simple vista.
- Lleva agua siempre: Muchos perros intentan beber de charcos o fuentes desconocidas por sed. Llevar agua limpia evita que laman o beban líquidos potencialmente contaminados.
Educación y adiestramiento
- Comando “No” o “Déjalo”: Enseña a tu mascota a alejarse de objetos o comida del suelo con una orden firme, pero sin asustarla.
- Comando “Suelta”: Entrénala para soltar de inmediato cualquier cosa que agarre con la boca. Este reflejo puede salvarle la vida ante un posible cebo o veneno.
- Práctica constante: Reforzar estos comandos con premios de alto valor ayuda a consolidar el hábito y mejorar la respuesta del perro durante los paseos.
Precauciones en el entorno
- Evita zonas sospechosas: No permitas que tu mascota explore áreas con basura, polvo, gránulos de colores extraños o carne troceada en el suelo, ya que pueden ser cebos tóxicos.
- Reporta cualquier hallazgo: Si observas trozos de carne, veneno en polvo o cebos sospechosos, avisa de inmediato a las autoridades municipales o veterinarias para que limpien el área y alerten a otros dueños.
- Lleva juguetes o snacks seguros: Ofrecerle un juguete o golosina segura desde el inicio del paseo ayuda a mantenerla ocupada y reduce el impulso de buscar comida en el suelo.
Preparación para emergencias
- Ten identificada la clínica más cercana: Guarda en tu teléfono el número y la dirección de la clínica veterinaria de urgencias más próxima a la zona donde paseas.
- Kit básico de emergencia: Si paseas por zonas alejadas, lleva siempre: Botella de agua limpia, carbón activado y jeringa o cuchara para suministrarlo en caso de emergencia
Es normal sentir miedo ante la amenaza de envenenamiento en la vía pública. Sin embargo, no debemos permitir que las malas acciones de algunas personas priven a nuestras mascotas del bienestar que les proporcionan sus paseos y el ejercicio diario. Con precaución, atención y acción rápida, es posible protegerlas y evitar tragedias.
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