Para muchos adolescentes, el celular no es solo una herramienta: es parte de su mundo emocional y social. Lo usan para regular su ánimo, conectar con otros o distraerse de lo que les cuesta.
Para muchos adolescentes, el celular no es solo una herramienta: es parte de su mundo emocional y social. Lo usan para regular su ánimo, conectar con otros o distraerse de lo que les cuesta.

La aprobación de la ley que regula el uso de teléfonos celulares en instituciones educativas peruanas no debe entenderse solo como una medida disciplinaria. Según expertos en educación, se trata de una oportunidad para que familias, docentes y estudiantes dialoguen sobre el lugar que ocupa la tecnología en la vida cotidiana y el bienestar emocional.

Jimena Alcázar, especialista en pedagogía del Colegio de la Inmaculada, sostiene que el verdadero propósito no es limitar, sino formar. “Esta ley no solo busca mejorar la concentración en el aula. Nos invita a mirar con más profundidad: ¿cómo están usando nuestros hijos el celular?, ¿qué lugar ocupa en sus vidas?, ¿qué habilidades necesitan para sostener ese uso de manera sana y crítica?”, señala.

Entre el acompañamiento y el ejemplo

Para muchos adolescentes, el celular no es solo una herramienta: es parte de su mundo emocional y social. Lo usan para regular su ánimo, conectar con otros o distraerse de lo que les cuesta. Por eso, cortar el acceso sin una reflexión previa puede sentirse como una desconexión abrupta.

“Quitarles el celular sin un trabajo previo puede sentirse como una forma de desconexión abrupta. Pero lo que realmente necesitamos es ayudarlos a comprender —con datos, ejemplos y reflexión compartida— cómo su uso impacta en su atención, en sus vínculos, en su descanso, en su forma de sentirse consigo mismos”, explica Alcázar.

En el caso de niños pequeños, el escenario es distinto. Al no haber aún una necesidad instalada, el rol adulto puede enfocarse en postergar su uso y ofrecer experiencias más saludables. “No es negar el futuro digital —aclara— sino cuidar el presente de desarrollo que aún no lo necesita”.

Según la UNESCO, el uso excesivo del celular en el aula puede reducir el rendimiento académico.
Según la UNESCO, el uso excesivo del celular en el aula puede reducir el rendimiento académico.

Cinco acciones para acompañar mejor

  1. Conversar con los hijosMás allá de explicar la norma, es importante hablar con ellos sobre lo que el celular representa en su vida: qué los entretiene, qué los estresa, qué los abruma. Nombrar esas experiencias los ayuda a desarrollar una mirada más crítica.
  2. Establecer normas claras y sosteniblesAcuerdos como no usar el celular durante las comidas o al momento de estudiar pueden generar hábitos saludables. El objetivo no es prohibir, sino enseñar a equilibrar el tiempo en línea con otras formas de presencia.
  3. Predicar con el ejemploLos niños y adolescentes observan. Si los adultos usan el celular con criterio, lo dejan a un lado en momentos clave y respetan sus propios límites, están enseñando desde la coherencia.
  4. Fomentar espacios sin pantallasJuegos, salidas, lectura, conversación: las actividades sin celular abren otras formas de conexión, calma y disfrute.
  5. Estar atentos a señales de alertaCambios en el sueño, irritabilidad o dificultad para concentrarse pueden ser señales de un uso excesivo. En esos casos, es mejor buscar orientación profesional.

Según la UNESCO, el uso excesivo del celular en el aula puede reducir el rendimiento académico. A esto se suma una encuesta de Kaspersky que revela una contradicción común: el 61 % de padres que restringen el uso del celular a sus hijos no aplican esas mismas reglas a su propio comportamiento digital.

“El celular puede convertirse en una herramienta valiosa, pero solo si quienes lo usan han desarrollado las habilidades necesarias para gestionarlo con conciencia”, concluye Alcázar. “Ese aprendizaje no empieza en la escuela: empieza en casa, con adultos presentes, atentos y dispuestos a acompañar un proceso que no es inmediato, porque implica madurez emocional, recursos cognitivos y capacidad crítica. No se trata solo de enseñar a usar el celular, sino de preparar a los niños y adolescentes para no ser usados por él.”

El verdadero cambio no lo hará solo una ley. Dependerá del compromiso de las familias, los colegios y la sociedad para formar ciudadanos digitales conscientes, empáticos y libres.

Contenido sugerido

Contenido GEC