La duda mata. Ese axioma es uno de los centrales de Carlos Cabrejos, coronel y jefe de la Subunidad de Acciones Tácticas (SUAT) de la policía. El equipo que dirige es compacto: solo 130 miembros, centralizados en Lima pero que atienden situaciones de emergencia en todo el país. La SUAT es un grupo élite enfocado en combate cercano que va solo cuando es llamado. Si las demás alternativas fallan o se prevé un riesgo tal que cualquier otra opción podría fallar, llega. “Somos el último recurso y para eso entrenamos”, añade el coronel.
Su última intervención fue en la autopista Ramiro Prialé el pasado lunes. Se quería capturar a un grupo de criminales cuando iba a asaltar un grifo. Cinco delincuentes murieron en el enfrentamiento y un civil resultó herido.
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Cabrejos no supera el metro setenta. Es un tipo de pocas palabras, de mirada vivaz. Los años en zona de emergencia durante la década del 80 han curtido a este hombre que ve en el entrenamiento su mantra. –¿Cómo mantener la calma y evitar la duda, los nervios, ese segundo de más que puede costarle la vida a civiles, a compañeros o a uno mismo?–Entrenar, hacer operaciones, ir al gimnasio. Y volver a entrenar. No detenernos –dice firme y ensaya una sonrisa como cierre.La SUAT fue creada en 1988 como una forma de respuesta ante la urbanización del terrorismo, principalmente de Sendero Luminoso, afirma el coronel Cabrejos. Años después, el equipo fue especializándose en situaciones con rehenes, como la toma de una sede del BBVA en Gamarra en el 2010, que terminó con la muerte del secuestrador tras la intervención de un equipo SUAT. Con el tiempo han seguido cambiando. Ahora apoyan en la captura de sicarios, cuyos asesinatos cada vez se hacen más frecuentes, y otros criminales.
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Al entrenar, los miembros de la SUAT se mueven con agilidad, como una hidra que ataca desde distintos lados a la vez. Dan comandos con toda la voz que tienen. Hablan en clave y con agresividad. Alrededor de ellos hay una docena de explosiones de otro entrenamiento, pero no se inmutan. “Los criminales –reflexiona el comandante Jara– viven el miedo de la gente, la intimidan para que no denuncie, para extorsionarla. Nosotros usamos el miedo para neutralizar a esos delincuentes. Somos más agresivos, siempre dentro de la ley, pero tenemos que ser más rápidos que ellos, más firmes y estar comprometidos con nuestra labor”. Luego calla y voltea a supervisar otro entrenamiento.