Ayer el congresista Omar Chehade se quejó porque TV Perú suspendió la transmisión de la presentación del gabinete en el Congreso. El canal del Estado tomó esa decisión para no interrumpir la emisión regular de Aprendo en casa, el programa que permite a millones de escolares de todo el país educarse en estos tiempos de pandemia.
El señor Chehade debería agradecerle a la emisora estatal haber tomado esa decisión, no solo por lo que representa para los estudiantes, sino también porque le permitió a los televidentes ahorrarse el tedioso espectáculo que suele brindar el Congreso en estos debates llenos de naderías y palabras altisonantes. El real objetivo de estas discusiones eternas e indescifrables pareciera ser satisfacer el ego de quienes buscan unos minutos de cámaras, a costa, claro está, de la paciencia de los televidentes.
La ocasión era perfecta también para que, luego de haber sufrido el contagio de 11 de sus colegas, los congresistas mostraran su respeto por las normas de prevención. Pero ni eso pudieron hacer bien. El señor Rennán Espinoza (Somos Perú), quien por alguna razón cree que es necesario gritar para hacerse entender, en plena alocución se quitó la mascarilla. En tanto, los señores Urresti (Podemos), Sagasti (Partido Morado), Checco (Frente Amplio) y hasta el propio primer ministro, Vicente Zeballos, no la usaron o se la colocaron mal.
Hace unos días, María del Carmen Gastañaga, especialista en Salud Ambiental del Instituto Nacional de Salud, señaló en El Comercio que era necesario que los participantes en el debate usaran mascarillas en todo momento. Incluso se atrevió a sugerir el uso de pantallas que cubran sus rostros para minimizar la posibilidad de un contagio.
”Se puede hablar, todos hemos hablado con la mascarilla. Cuando un político habla lo hace en un tono fuerte, no se ve, pero salta saliva, y esa saliva va a saltar al frente de donde esté sentado (…) no hagamos las cosas más riesgosas, los políticos no tienen que pensar solo en ellos, sino en todos”.
Ni siquiera eso pudo hacer este nuevo Parlamento que, por un lado u otro, hace lo imposible por superar en ineptitud al grupo que lo antecedió. Y vaya que lo están haciendo bien.