Los hechos descritos en esta nota corresponden al incendio ocurrido este jueves 23 de mayo en el centro de Lima, pero podría ser una copia casi igual de los tantos incendios sucedidos en las galerías de la capital. Eventos como estos, alertan los especialistas, continuarán hasta que no exista una transformación en las normativas de seguridad. Sin embargo, dicha reforma existe pero yace en los escritorios del Ministerio de Vivienda desde hace cinco años.
La señal de alarma se dio en plena madrugada. A las 2:58 de la mañana, la central del Cuerpo de Bomberos del Perú (CBP) despachó a las primeras unidades hacia la emergencia. A la altura del cruce de los jirones Andahuaylas y Santa Rosa, una vez más, se incendiaba una galería comercial. Al menos 31 unidades de bomberos llegaron al lugar a lo largo de más de doce horas continuas de trabajo. Camiones cisterna y ambulancias de otras instituciones estuvieron presentes.
En el lugar de los hechos, El Comercio conversó con el brigadier general CBP Rafael Loza, comandante de Lima Centro. “Ha sido un incendio bastante complicado porque inició en el centro [de la galería]”, dispuso. “Se prendieron los puestos y el fuego ha corrido hacia los lados. Empezó a crecer y agarró la galería de atrás y prendió el segundo y el tercer piso de esta [segunda] galería”, detalló el jefe de los bomberos.
Cientos de comerciantes hicieron todo lo posible -desde el inicio hasta el final del incendio- por recuperar sus productos. Con hollín en todo el cuerpo, salían de los puestos próximos al incendio cargando grandes cajas, o incluso baldes o cualquier cosa que les permitiera llevar la mayor mercadería, repletas de artículos empapados y ensuciadas del negro que deja el humo y las brasas. Juguetes, balanzas, pequeños ventiladores, útiles escolares. A las afueras de la zona de emergencia, los mismos comerciantes limpiaban unidad por unidad para embalar los bienes y guardarlos, hasta nuevo aviso.
Un vacío altamente combustible
Pero eventos como este no son sorpresa, menos para el comandante proveniente de la compañía Rímac 21. “Tengo 37 años de bombero y habré venido unas cuarenta veces a [combatir un incendio] en Mesa Redonda. Denos unos meses y regresaremos para la siguiente cuadra, y será el mismo rollo”, proclamó. En enero último, otro incendio, en el mismo jirón Andahuaylas, consumió la galería Ever Star. Treinta unidades fueron necesitadas.
Para Loza, la causa general detrás de estos constantes hechos es clara. “Las normas tienen un vacío bien grande sobre este tema. No [hay] normas [específicas] para las galerías. [Por ejemplo], si tuviéramos diez galerías, un muro cortafuego, y luego las siguientes galerías, fenomenal. Solo se quemarían esas diez. Pero como no hay ningún marco normativo, [el incendio] corre”, acusó, para luego referir que tuvieron que “ratonear” entre los puestos para combatir el fuego.
No es el único bombero que se refirió abiertamente a este tema. De hecho, el propio comandante general del Cuerpo, el brigadier general CBP Juan Carlos Morales, reiteró en vivo que las propuestas para modificar los aspectos de seguridad del Reglamento Nacional de Edificaciones (RNE) “están encarpetadas en el Ministerio de Vivienda”. Las críticas por parte del jefe de los bomberos no quedaron allí.
“En esta emergencia, no hay ningún sistema de seguridad [contraincendios], solamente [están] los extintores. El Cuerpo de Bomberos ya no hace las evaluaciones para una licencia de funcionamiento o una edificación. Esa facultad nos la quitaron, se la dieron a los municipios y no sabemos si [estos] tienen la capacidad técnica para hacer las evaluaciones”, cuestionó Morales.
Una propuesta olvidada
En el Reglamento Nacional de Edificaciones, es la norma A.130 la que ordena los requisitos de seguridad mínimos que debe cumplir toda edificación, según su uso y número de ocupantes. Pero lo concreto es que las modificatorias y ampliaciones de estos aspectos de seguridad han sido dejados de lado por años en el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento. En comunicación con El Comercio, Giorgio Silva, ingeniero especialista en temas contraincendios y brigadier de los bomberos, recordó -como lo hizo Morales- que existe una propuesta para modificar el RNE que lleva tiempo acumulando polvo en la entidad del Ejecutivo.
El especialista observó que la norma A.130 fue hecha a contratiempo para promulgarse en el 2006, pero con brechas que se sabían debían ser subsanadas y actualizadas. “El 2006, los bomberos envían al Ministerio de Vivienda las modificaciones. Estas fueron aprobadas por el Ministerio de Vivienda, pero la presidencia [de la República] no la promulgó”, detalló Silva. Estos cambios incluían estatutos de seguridad contraincendios para almacenes, discotecas, centros de entretenimiento, entre otros.
Años pasaron y la iniciativa por replantear reformas necesarias en los aspectos de seguridad en el RNE tomaron viada nuevamente. En el 2017, el Cuerpo de Bomberos, el Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci), representantes de los colegios profesionales de ingeniería y arquitectura, delegados de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), personal de Vivienda y demás experto se reunieron para elaborar una propuesta intersectorial para plantear y actualizar los estándares de seguridad.
Silva fue partícipe de este equipo. “Fue una gran chamba. Nos reunimos dos veces por semana a lo largo de un año [setiembre del 2017 a agosto del 2018]. Se aprobó [por este comité intersectorial de expertos] y se elevó a la Comisión Permanente de Actualización del RNE [entidad que debía evaluarla]. Pero no la aprobaron y ahí quedó”, contó. Desde entonces, el Estado peruano no ha dado avance alguno a esta propuesta.
El ingeniero y comandante de los bomberos resaltó que para redactar la nueva norma A.130 también se tomó el conocimiento recogido de otros lamentables eventos, como el incendio de la Galería Nicolini. Por ejemplo, Silva detalló un elemento esencial que considera la proposición es la forma como se construyen los puestos en las galerías. “[Por ejemplo], tienes el incendio dentro [de los puestos, que están cerrados con planchas metálicas] y no hay forma de apagarlo. Por eso se propuso que tengan una parte abierta, con una especie de malla que permita meter un chorro de agua [durante el combate del incendio]”, especificó.
La norma vs. sus modificaciones
El capítulo VIII de la norma A.130 es el que define los requisitos mínimos de seguridad en todos los establecimientos de comercio. En total, suma 1.250 palabras y solo menciona ‘galería comercial’ en cuatro ocasiones. Sería más rápido leer toda la normativa de seguridad en lugares comerciales que repasar este informe. Así como habla de restaurantes, mercados mayoristas y minoristas, complejos comerciales y otros -todo dentro de esas 1.250 palabras- este capítulo detalla que las galerías comerciales de un piso deben contar con señalización de emergencia, extintores portátiles y un sistema de detección de incendios y alarma. Nada más.
En contraparte la propuesta -que permanece escondida dentro de las oficinas del Ministerio de Vivienda- sugiere tres escenarios solo para galerías de un piso, todo esto dentro de las 4.945 palabras que contiene el capítulo propuesto. Dispone, por ejemplo, que las galerías comerciales -las cuales son mencionadas en más de 50 puntos del capítulo- con un área techada entre 500 y mil metros cuadrados, tienen la obligación de instalar gabinetes contra incendio, contar con extintores y sistemas de detección. De superar los mil metros, la exigencia suma un sistema de rociadores. Nada de esto está contemplado actualmente en la norma.
No solo eso. La iniciativa dispone de un artículo entero, específico sobre los elementos de seguridad para galerías comerciales. Se describen obligaciones respecto a la dimensión de cada local comercial, regulación de almacenamiento, tamaños de los pasillos, tipos de accesos, separaciones y otra gran cantidad de anotaciones. Lo señalado por Silva, por ejemplo, está descrito en este artículo. “La puerta principal de cada uno de los locales dentro de la galería, no debe ser del tipo cerrado (ciego), debiendo ser acanalada de forma que permita la visión desde el pasillo de circulación […] y del ingreso de chorros de agua aplicado por los bomberos en caso de incendios”, se describe.
El especialista fue enfático al resolver el propósito de estas normas. “Los incendios ocurren, el objetivo no es evitarlos. Es que no mate a los presentes ni al personal de repuesta y, en segundo lugar, que no destruya la infraestructura”, resolvió Silva. Asimismo, sostuvo que “si bien es normal que la innovación supere a la legislación, lo que se debe evitar es que esa ventaja sea muy grande”. “Por ejemplo, el reglamento que regula la seguridad industrial fue hecho en 1960. Para el Estado peruano, desde el año 60 no ha habido ninguna innovación en la industria que geste una nueva regulación”, concretó.