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Héctor Acevedo

Para ingresar al particular mundo pictórico de Héctor Acevedo conviene, primero, mirar sus referentes habituales. Allí están, por ejemplo, los escenarios nocturnos y flotantes, que no son propiamente imágenes oníricas, pero parecen apropiarse de esa atmósfera de ensoñación. O también las figuras femeninas que se multiplican y conviven con animales, especialmente los caballos. "Las mujeres siempre están presentes porque son personajes que me mantienen pegado a la tierra. Me devuelven a la parte pedestre, a esa parte de mí que quiere huir de la realidad. Por eso aparecen conteniendo a esos caballos desbocados, para evitar que se desborden", explica el artista sobre la muestra "Espacios fragmentados" –la quinta individual de su trayectoria–, que se expondrá desde este viernes 7 en el Museo Amano de Miraflores.

Pero no todos son guiños repetidos en esta exposición. El propio Acevedo explica cómo las 16 pinturas y dos esculturas de esta serie han tomado distancia de sus trabajos anteriores, mediante la simplificación de algunos escenarios que antes lucían más brumosos y ahora toman una composición mucho más esquemática o geométrica.

Lo explica la curadora de la muestra, Yessica Hernández: "La obra de Acevedo ha evolucionado a una visión más analítica de los distintos planos y líneas que se intersectan, permitiéndole realizar indagaciones plásticas en torno a la luz y al espacio del cuadro [...]. En la composición de su obra, los espacios se presentan fragmentados y alcanzan su momento fecundo en la dirección geométrica de la luz". De allí también se desprende el título de la exposición.

DE CIUDAD EN CIUDAD
La vida de Acevedo se ha movido entre el Trujillo, donde creció, y la Lima que lo cobijó durante sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes. Entre las viejas casonas de la ciudad norteña –que aparecen y reaparecen, fugaces y fantasmales, en sus cuadros– y la inquietud que lo llevó a estudiar ingeniería en la UNI, cuando llegó a la capital. Quizá por allí pase su obsesión con la geometría.

"La ingeniería sí me parecía interesante, pero no me llenaba –confiesa–. Hasta que un día pasé por Bellas Artes, vi que estaban vendiendo los prospectos de admisión y me inscribí. Las artes plásticas me fascinaron, y sobre todo la atmósfera monacal de la escuela, que era un oasis en esa Lima caótica y un refugio para mí".

Trujillo, sin embargo, siempre ha sido para él una ciudad con un movimiento especial dentro de las artes plásticas: desde las activas bienales de los años 80 hasta el museo del pintor Gerardo Chávez. Una realidad que, no obstante, contrasta con sus problemas de crimen organizado, pero que la erigen como un epicentro de sumo interés.

"Afortunadamente puedo estar en cualquier sitio y adaptarme. Soy una persona bastante moldeable", afirma Acevedo, quien también suele incluir una autorreferencia en sus cuadros: un hombrecillo enternado que corre sin rumbo claro. Movedizo y agitado por una fuerza que lo impulsa al cambio.

MÁS INFORMACIÓN
Lugar: Museo Amano.
Dirección: Retiro 160, Miraflores.
Fechas: del 7 de setiembre al 6 de octubre.
De lunes a domingo, de 10 a.m. a 5 p.m.
Ingreso: libre.

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