Era 1986, los militares habían acordonado la zona del cerro Razuhuillca, en Huanta, en la que se encontraban integrantes de Sendero Luminoso, entre ellos Lurgio Gavilán Sánchez, un adolescente de 12 años que se enroló en el radicalismo buscando a su hermano desaparecido. Ante la caída de sus compañeros, el menor esperó la muerte, tembloroso, en un rincón entre cuerpos inertes. Su final parecía inminente, hasta que el teniente al mando ordenó el alto al fuego impidiendo su ejecución, y tras librarlo de morir, le entregó una nueva vida en el ejército.
LEE TAMBIÉN: Paul Vega y Delfina Paredes reflexionan sobre la discriminación y la muerte y dan detalles de filme premiado
Gavilán sirvió en el cuartel Los Cabitos 51 de Huanta durante casi una década, aprendió a hablar español, a leer y escribir, y al culminar el colegio se incorporó a la Orden Franciscana. Finalmente, estudió una maestría en Antropología en la Universidad Iberoamericana de México, donde radicó durante varios años y escribió “Memorias de un soldado desconocido”, novela autobiográfica que ha sido adaptada para la pantalla grande por el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y el director de cine Luis Llosa bajo el título de “Tatuajes en la memoria”, que es una frase sacada del libro.
Dirigida por Luis Llosa y Andrea Tudela, la película se rodó desde el 24 de octubre hasta el 20 de noviembre del 2022 en Huanta, Huamanguilla y Quinua; ciudades y pueblos ayacuchanos donde se desarrolló la historia real. Tiene como protagonistas a Cristhian Esquivel como el teniente Shogún y al menor Carlos Taype como Lurgio Gavilán.
El actor que interpretó a Moctezuma II en “Carlos, rey emperador” y a Túpac Amaru II en “Los otros libertadores” fue elegido para formar parte de esta potente propuesta cinematográfica a través de un riguroso casting en el que participaron actores de todo el país.
“Mi personaje, el teniente Shogún, es importante en la historia porque sin él esta no existiría, tiene unos contrastes enormes, es increíble. Ya hemos terminado de grabarla, quedó espectacular, hemos sentido tanta necesidad de contarla que creo que va a calar mucho en la memoria, en el recuerdo de los peruanos, sobre todo de los que hemos vivido esa época terrible”, destaca Esquivel.
“Hay escenas impactantes, fuertes, emotivas, reales, que nos remontan a momentos duros del terrorismo en el Perú. Es una historia tremenda, aleccionadora, en la que prevalece la vida humana en plena guerra interna. El guion, que tiene el toque magistral de Lucho Llosa y de todo el equipo, durante el recorrido te sube, te baja, te aprieta el cuello, te lleva lejos”, advierte el actor.
Encuentro memorable
Antes de iniciar las grabaciones, Cristhian Esquivel contactó a Lurgio Gavilán a través de las redes sociales para profundizar en su historia y expresarle personalmente su admiración y respeto.
“Quería conocerlo, había visto las más de 30 entrevistas que dio a importantes cadenas internacionales y medios nacionales, así que lo busqué, le dije quién era, qué papel iba a tener en la película, y quedamos en vernos. Nos reunimos en un café, en Huamanga, fue un encuentro increíble que voy a recordar para siempre, nos dimos un abrazo, reímos, me regaló su libro autografiado”, recuerda.
“Conversar con él me permitió darle mayor realismo a mi interpretación, me ayudó a transmitir lo que vivió con el teniente Shogún. Durante la conversación siempre sacaba a relucir que fue como una presencia bendita, que le extendió la mano para no morir. Hasta ahora se pregunta por qué Shogún le salvó la vida, ¿acaso se vio reflejado en él? Como actor ha sido un trabajo de valor, de grandeza, le di la importancia que debe tener la vida humana. Lo bueno de la película es que no juzga, tampoco tiene una posición, solo plantea ambas realidades”, aclara.
Para construir a Shogún, además de recurrir a Lurgio, Esquivel contactó a militares de su entorno y en Ayacucho recibió entrenamiento en manejo de armas.
“Estuvimos un par de días en un cuartel, nos enseñaron la actitud y el léxico que usa todo militar. Ha sido muy rico formar parte de este proyecto en el que hay escenas que te marcan, de conflicto que causan pavor”, señala.
Destaca, además, el dolor y las heridas abiertas que prevalecen en algunas víctimas del terrorismo. En Ayacucho -asiente Esquivel-aún se respira miedo y desconfianza.
“Es una tierra muy sufrida, con mucha sangre derramada. Las personas que perdieron a familiares, hijos pequeños, padres, hermanos, aún no se recuperan. Cuando nos vieron llegar caracterizados, algunos como guerrilleros y otros como militares, se abrumaron, se escondieron, preguntaron qué está pasando. Hay mucha desolación”, enfatiza.
“Tatuajes en la memoria” se encuentra actualmente en etapa de postproducción. Aún no tiene fecha de estreno, pero todo indica que este llegará el próximo año, luego de presentarse en distintos festivales internacionales.