Para un historietista, la única ventaja de una presentación ‘on line’ es no tener que dibujar autógrafos. Este año, en la Feria Internacional del Libro de Lima, el dibujante Ricardo Siri (Buenos Aires, 1973), mejor conocido como Liniers, no volverá a generar aquellas grandes aglomeraciones de púbico que pugnaba por un autógrafo de alguno de sus libros. El autor de “Macanudo” recuerda la vez en que se quedó firmando una noche ya con la feria cerrada, y la organización le puso un policía al lado por seguridad. La gente seguía llegando y él dibujaba para cada uno un dibujo de Fellini, el gato de la vivaracha Enriqueta. Y el uniformado, por deformación profesional, ordena a Liniers a apurar su sesión: “¡No dibuje, firme!”, le decía. “Como no extrañar eso”, comenta el artista con cierta melancolía por no poder estar en Lima en cuerpo presente. “¡Quiero que termine este año terrible, y que el año que viene estemos todos vacunados para frotarme contra todo el mundo!”, exclama uno de los más entrañables invitados de la FIL Lima que se realizará del 21 de agosto al 6 de setiembre de forma virtual.
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La entrevista lo encuentra en su casa en Norwich, un pueblo en el estado de Vermont de no más de 3500 habitantes, a 400 kilómetros de Nueva York. Para él, su esposa y tres hijas no es difícil mantener el aislamiento cuando se vive en medio del bosque, a hectáreas de distancia de tu vecino. Allí radica los últimos tres años, una experiencia bucólica que puede verse reflejada en las páginas de los tomos más recientes de su historieta más popular. “Siempre usé ‘Macanudo’ como un diario personal. Lo que pasa es que está codificado para mí. Cuando veo mis historietas viejas, reconozco las cosas que me pasaban entonces. Siempre la historieta está cerca de lo que me pasa a mí. Y la verdad es que en los últimos años vivo rodeado de naturaleza. Los árboles dejaron de ser de historieta, con hojitas como circulitos, y una rama a cada lado y se transformaron en árboles más realistas. Ha empezado el periodo “wooden” de mi historieta. Salgo mucho a caminar por el bosque, a pasear con mi perro, como sale Enriqueta a jugar con su gato”, señala.
¿Un urbanita como tú no siente el bosque también como una fuente de temores?
El primer mes que estábamos viviendo acá, mi hija más grande, que en ese momento tenía 8 años, estaba viendo por la ventana y cayó un rayo. “¡Vi un dragón!”, dijo. Claro, un relámpago entre los árboles le hizo ver esa silueta. Cuando estamos en la ciudad y vemos por la ventana nos encontramos con un espejo: vemos un edificio y lo más lejos que imaginamos es a la persona que vive en un departamento igual al nuestro. Pero cuando tenés enfrente un bosque, tienes un espacio totalmente diferente y la imaginación se multiplica. Aquí tenemos cinco meses de invierno, y si me distraigo terminamos todos como en “El Resplandor”, con toda la familia congelada.
Enriqueta, sin proponértelo, se ha vuelto la antípoda de Mafalda: mientras la niña dibujada por Quino vive encerrada en su estrecho departamento, ella se encuentra frente al más amplio paisaje.
Sí. Y Mafalda está más sociable también. Tiene todo un entorno de amigos, además de sus padres. Enriqueta está un poco más abstraída de la sociedad. Es una chica tímida, hija de madre soltera que no tiene muchos amigos. Ella encuentra el calor con su mascota y con sus libros. Hay algo mío allí: yo era un chico muy tímido, no era bueno para hacer amigos.
Macanudo ha cumplido 18 años: ¿Te genera alguna reflexión su paso al mundo adulto?
¡Ya puede manejar, “Macanudo”! Cuando empecé a hacer la tira, el número que me daba miedo era el 10. Los diez años que duraron Mafalda, Calvin y Hobbes, los Beatles, Seinfeld. “Macanudo” la pensé tan abierta porque justamente no quería que me pasara eso. No quería hacer una tira de pingüinos y 10 años después terminar odiándolos. Así, si tengo ganas de dibujar pingüinos lo hago y si no, me dedico a otros personajes. Es como tener muchas tiras. Esa es la razón de que “Macanudo” pueda durar 18 años.
La pandemia también ha ingresado a “Macanudo”. ¿Cómo te ha afectado ésta viviendo en un pueblo de pocos miles de habitantes?
Es raro. Creo que le va a quedar al planeta un trauma de esto. Ahora nos vamos acostumbrando, pero al principio era raro tener a mis viejos en Argentina y mis amigos en México, Chile, Perú, Colombia, todos en la misma situación, encerrados. Idealmente, tendríamos que aprender de esto. Hay gente que se estaba por divorciar y de pronto los encerraron en su departamento seis meses. Otros que se acababan de poner de novios y nunca más se volvieron a ver, como Romeo y Julieta. Hay infinitas historias, como se dice en “Ana Karenina”, cada familia es infeliz a su propia manera.
Hace unos días volví a ver vi la película “Guerra mundial Z” y me pareció un documental…
Yo estoy releyendo “The Stand”, el libro de Stephen King sobre la pandemia. Es muy angustiante porque es muy parecido a lo que nos está pasando. Un virus del cual se decía al inicio que no hacía nada, gente que cree que era un invento de los medios. Cuando tú lees “It”, después no miras por la ventana y ves al payaso asesino. Pero acá estás leyendo el libro y las noticias son parecidas a lo que sucede en la novela.
La King Features, la histórica agencia de historietas, ahora distribuye Macanudo a todo el mundo. ¿Eso ha cambiado tu vida al tener que entregar una historieta cada día del año?
En el diario “La Nación” tenía 15 días en invierno y 15 días en verano de descanso, donde a veces hacía que otra gente dibujara la tira. Pero ahora tengo 365 tiras que entregar al año, y los domingos con un formato un poquito más grande. Cuando era chico y mis abuelos compraban el diario, en las tiras americanas siempre veía el crédito del King Features, como una especie de marca internacional, como el Barcelona FC. Es lindo sentir que has fichado con el Barça de esta industria. Pero cuando empecé a hacer la tira con ellos les dije que la hacía de una determinada manera hace años y no había manera de que la cambie. Si la gente de Arkansas no la entiende, lo lamento. Por suerte, hace dos años que estoy con ellos y hasta ahora nadie me ha dicho “che, este chiste no se entiende”.
Eres el Messi de la historieta…
Andá. Has eso. Levantá el ego de un argentino. Tú no sabes lo peligroso que es eso. (ríe).
En la notable biografía de Charles M. Schulz escrita por David Michaelis, habla sobre cómo trabajar para un sindicato podía convertirse en una condena.
Era otra época, son otros los números. Para mí, este ritmo es parte de mi naturaleza. Siempre les digo a los dibujantes: Si les ofrecen una tira diaria, tienes que hacer lo que querés hacer. Si no, lo vas a pasar muy mal. Es muy exigente. Es como el mito de Sísifo con pingüinos: entregas las siete tiras e inmediatamente después tenés que empezar de nuevo. Obviamente hay momentos en los que no te gusta lo que hacés, hay momentos que estás menos inspirado, y tus historietas mal dibujadas, mal pensadas, cursis o bobas salen publicadas. Y la gente las va a ver. Y te las van a comentar por twitter. Tienes que hacer las paces con eso y entender que parte del proceso incluye el error. Nadie es bueno en su trabajo todos los días.
¿Crees que con ello se ha cumplido tu plan de llevar el macanudismo, tu filosofía de la buena onda, al mundo?
Cuando le puse de título “Macanudo” a la tira mi idea era colocar al final del diario una dosis de micro optimismo. Vos lees un montón de noticias espantosas, el coronavirus, Donald Trump, Vladimir Putin, y al final hay un pedacito del diario donde la gente que ves es buena gente. Estoy muy feliz de que en todos los países donde se publica Macanudo, muchos más de los que yo esperaba, mantenga ese título. Los americanos leen “Macanudou”, sin tener la menor idea de lo que es la palabra. Tengo miedo que en algún país sea una mala palabra.
En México creo que hay algo raro con el término.
En algunas zonas de México tiene la connotación de un hombre muy bien dotado. Pero eso no es un problema, ¡más bien ayuda!
Sin embargo, vivimos en tiempos realmente de mala onda. Desde el gobierno del país en que habitas, hasta las redes sociales excitadas por la pandemia. ¿Cómo no contaminarse?
Sí, es muy difícil. Y yo no sé, porque yo también me contamino. Tengo el malaondavirus súper metido. En “Macanudo” hago un esfuerzo por ser optimista, pero en otras cosas, como el show con Alberto Montt, muestro un lado oscuro, mucho más anárquico, la bola negra que tenemos todos. ¿Viste que hay un costadito en la personalidad de cada uno que se sube a twitter para ver con qué enojarse, con quién te podés ofender, con quién poder decir que no estás de acuerdo? Y pones un “tuit” para quedar moralmente superior. Creo que eso no le hace bien al planeta. Por eso están donde están Bolsonaro, Donald Trump y todos estos tipos populistas fascistoides dando vueltas por el mundo. Porque culpa de esa rabia, esa sensación de que uno tiene derecho a estar bien y el mundo está mal. Es una pataleta infantil haber elegido a Donald Trump como presidente. Es como decir: si no es como yo quiero, que se rompa todo. Como poner un mono como capitán del Titanic. Es eso: una sociedad que se siente con derecho a todo y si no se lo dan hace pataleta.
¿Crees que Donald Trump pueda salir reelegido?
Creo que no. Pero ojalá que Biden no diga nada raro en los próximos meses y Kamala Harris lo apoye. La veo una mujer fuerte, que le va a callar la boca a Mike Pence. Todo lo que hizo Trump, un tipo fascistoide, siniestro, misógino, mendaz y racista, es demasiado para que la gente lo vote de nuevo. Si bien este es un país donde hay una gran cantidad de gente que está mal de la cabeza, creo que no es tan autodestructivo. Estados Unidos sabe aprender de sus errores.
Mencionaste “Bola negra”, título de un libro sumamente extraño que trabajaste junto con el escritor Mario Bellatín. Háblame de esa creación conjunta.
A Mario lo conocí en Ushuaia hace años, entre pingüinos y faros. Me enamoré de él como persona y como escritor. Es increíble, original, diferente, para mi es uno de los escritores más interesantes. Y en ese viaje me ofreció ese cuento: “Bola negra”. Y era tan diferente. Disfrute mucho meterme en su universo y que él tuviese la confianza en mí. Mario te da la impresión de que se impone una regla antojadiza y después arranca a escribir. Por allí un libro tiene fotografías, otro está escrito solo en párrafos. Entonces pensé a ponerle un par de reglas a ese cuento y una de ellas era dibujar dos renglones por página. Y es realmente la prueba de lo increíble como escritor que es Mario: en un cuento de cinco páginas, la cantidad de imágenes, de historias paralelas, de conceptos, de sorpresas surrealistas me dio material para yo llenar 130.
Es divertida la vinculación entre ustedes dos. Mientras tú representas la buena onda, a Mario la crítica francesa lo ha llamado “el escritor del mal”.
(Ríe) Mario tiene una relación muy fluida con la verdad. Cuando le preguntas algo, puede responderte con realidad o con ficción. Y lo dice con la misma cara. Por eso me imagino a algunos periodistas confundidos con él. Yo creo que “Bola negra” no es un libro de Mario Bellatín ni de Liniers. Es un libro de un tercer personaje.
Betty Boop acaba de cumplir 90 años. Es curioso cómo las estéticas de la década del 20 que considerábamos anacrónicas vuelven al cómic contemporáneo. Tu trabajo es un ejemplo de eso…
Siempre los artistas estamos buscando, y la búsqueda va para atrás y para delante. Creo que es importante conocer la historia de tu medio y tomar de ella para empujar hacia delante, poner el escalón a lo que viene después. Esas estéticas de principios de siglo son muy ricas. Lo que tenía Little Nemo, Crazy Kat y la misma Betty Boop, y todas esas historietas de la King Features era que no tenían nada atrás, estaban inventando la forma, con una libertad absoluta. Ahora ves a miles de dibujantes todos iguales. Los dibujantes de aquella época iban por los lados más raros. Allí hay todo un caudal de material muy rico que yo no voy a desaprovechar. Cada tanto meto algo de eso en Macanudo y suelo referenciar esas influencias porque estoy acá gracias a ellas. No soy 100% original como gustan decir algunos artistas. Yo soy el producto de mis influencias.
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Tráiler del cómic de “Stranger Things: Six”
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