Todavía recuerdo su voz cadenciosa y su ligera sonrisa que escondía un humor fino y atildado. Para sus amigos cercanos era Paco, pero para los periodistas más jóvenes era el doctor Francisco. En su centenaria vida (1918-2019), Miró Quesada Cantuarias fue el precoz periodista que a los 17 años publicó un artículo sobre Schopenhauer; fue el filósofo reconocido por sus estudios de lógica; el primer latinoamericano que presidió la Federación Internacional de Sociedades de Filosofía (FISP) entre 1993 y 1998; el matemático; el humanista; el hombre de saberes inagotables que divulgaba en El Comercio y El Dominical, el suplemento que creó en 1953.
A cinco años de su partida es recordado por la originalidad y versatilidad de su pensamiento. El italiano Evandro Agazzi, presidente honorario de la FISP y una autoridad mundial en el campo de la filosofía de la ciencia, recuerda, desde su casa en Génova, a su “queridísimo amigo Paco” con estas palabras: “era una persona muy cordial, con mucha sensibilidad. Yo aprecié mucho sus cualidades… Él tenía una formación jurídica, pero al mismo tiempo se ocupaba con competencia de las verdades en el campo de las matemáticas. Cuando se descubrió, por ejemplo, la importancia de las categorías matemáticas, Paco fue uno de los primeros en apreciar este hallazgo desde el punto de vista técnico. Tenía ideas muy creativas en el campo de la filosofía, el derecho, la lógica pura…”.
Agazzi destaca el momento en que Miró Quesada fue elegido presidente de la FISP. “Yo presidía ese congreso en Moscú —recuerda—, y me tocó persuadir a Paco para que aceptara el cargo para el siguiente periodo, pues él era al mismo tiempo extremadamente valioso y extremadamente humilde”.
La filósofa mexicana Lourdes Velázquez, esposa de Agazzi, tenía 20 años cuando conoció a Francisco Miró Quesada, en los años 80. “Fue mi maestro y mi ejemplo, y después se convirtió en mi compadre porque con Doris (su esposa) fue padrino de mi hija Arianna”, cuenta. Ella lo recuerda en amenas y largas tertulias filosóficas, pero también en esas reuniones distendidas entre amigos. “Era muy ameno, alguna vez salimos a bailar, con Doris, y descubrí que era muy bueno bailando el chachachá; entonces no existían los celulares que pudieran filmar el baile… pero son anécdotas que nunca voy a olvidar”, cuenta.
El Perú como objeto de estudio
Rubén Quiroz Ávila, actual presidente de la Sociedad Peruana de Filosofía, dice que Miró Quesada supo construir “su visión filosófica teniendo al Perú como objeto de estudio”. “No era solo un filósofo de academia, sino alguien que estaba sumamente preocupado por difundir la filosofía en el Perú, usando lenguajes adecuados para que el pensamiento crítico, la reflexión, la forma de entender las cosas con lucidez, pudieran llegar a diversos públicos”, explica. En ese sentido, resalta los libros de divulgación que Miró Quesada publicó con Augusto Salazar Bondy sobre introducción a la lógica para estudiantes de educación secundaria o los manuales de lógica para ingresantes universitarios.
“Era un centrista del pensamiento —concluye Quiroz—, pues decía que una visión muy radical de lo latinoamericano llevaba al esencialismo; y una visión muy occidentalista conducía al racismo y a posiciones muy conservadoras. A veces los extremos creen que los del medio no toman posición, pero más bien él fue muy lúcido y muy audaz para defender sus puntos de vista”.
La racionalidad humana
“Miró Quesada fue particularmente importante porque trajo al Perú ideas y formas de hacer filosofía que no se conocían aquí, o se conocían muy poco. Así, en 1941 publicó Sentido del movimiento fenomenológico, a solo tres años de la muerte de Husserl. También introdujo en nuestro país la lógica simbólica, la lógica jurídica y la filosofía de las matemáticas. No solo eso, investigó en lógicas no clásicas, como la lógica paraconsistente del brasileño Newton da Costa, a la cual, precisamente, bautizó con ese nombre”, comenta Pablo Quintanilla, quien acaba de publicar La filosofía en el Perú, un libro que recorre más de cinco siglos de ideas producidas en el país.
En su opinión, el proyecto que ocupó la mayor parte de la vida filosófica de Miró Quesada finalmente se cristalizó en 2013, con Esquema de una teoría de la razón. “Aunque bien podría afirmarse —añade— que su obra, en conjunto, contiene una concepción de la racionalidad humana”.
El despertar latinoamericano
Para la joven filósofa Rosa Silva Flores, Miró Quesada fue un intelectual cosmopolita, perteneciente a una generación sobresaliente formada por el peruano Salazar Bondy, el mexicano Leopoldo Zea y el argentino Enrique Dussel, quienes buscaron definir las bases del pensamiento en nuestro continente. “Miró Quesada tiene un texto de 1974 —comenta Silva— llamado Despertar y proyecto de filosofar latinoamericano que es una respuesta brillante a la pregunta de cuál era el papel de la filosofía en Latinoamérica, donde decía que esta debía adaptarse a nuestra realidad, a nuestro lugar de enunciación, asumiendo un compromiso de emancipación intelectual”.
En síntesis, Miró Quesada fue un filósofo comprometido con su tiempo: en un siglo de guerras y fanatismos, fue un pacifista que procuró el bienestar individual y colectivo. Como recuerda Agazzi: “Paco profundizaba en diversos saberes, pero al mismo tiempo no le interesaba ir más allá de ciertos problemas fundamentales. Eso es indispensable, porque cuando uno se especializa en algo limita sus perspectivas. Todo lo contrario, al espíritu de Paco, quien tenía una enorme curiosidad intelectual”.
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“Mi padre durante su juventud decidió ser filósofo, entró muy joven a la Facultad de Letras de San Marcos y desde ahí en adelante quedó toda su vida ligado a la vieja e histórica Universidad. Me cuenta que la filosofía fue su pasión porque quería saber la verdad y para ello poner en duda cualquier aseveración sin sustento racional y comprobación científica” (Franciso Miró Quesada Rada, El Comercio, 16 de diciembre 2018)
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