Sobrecogen por sus detalles, por su capacidad de revelar lo profundo que hay en esos instantes de debilidad que tanto dicen de nosotros: en los cuentos reunidos en su más reciente libro, “El rincón más oscuro del cielo”, la escritora Mayte Mujica pone su atención en aquellas cosas que comúnmente preferimos rehuir o esquivar la mirada, instantes fugaces e incómodos vividos en la intimidad doméstica, con nuestros padres, hijos, ex parejas, mejores amigas. “Mi ambición es que todos aquellos instantes contengan una emoción no dicha, que la estructura narrativa, el artefacto del cuento la contenga y luego revele”, confiesa la autora.
Sueles decir que te da pudor hablar de tu literatura. Sin embargo, estos cuentos rompen cualquier barrera pudorosa. Tus personajes revelan en sus comportamientos mucho de lo que, estoy seguro, muchos lectores ocultamos...
No tengo pudor al escribir, solo después de hacerlo. Si la literatura no expone, si no implica riesgo, si no puedes ser libre con ella, pienso que no vale. Y hablo de libertad en todo sentido, una literatura sin agendas. Nunca escribo pensando que voy a ser leída, ya después de publicar siento el pánico y los nervios. Pero no guardo apego sentimental por los cuentos, intento poner distancia entre ellos. Y eso me tranquiliza.
En tus cuentos, tu narradora es una mujer muchas veces testigo de un mundo donde los hombres son especialmente crueles...
Vengo de una familia de mujeres, estudié en un colegio de mujeres. Y de adolescente, pensaba que solo en el mundo masculino pasaban cosas interesantes. Sé que no es cierto, pero eso pensaba en esos años. Me gustaba mucho tener amigos hombres, y cuando sentía que ellos me trataban como un pata más, yo me sentía feliz. En mi familia nunca conocí la violencia masculina. La conocí después. Y por eso escribí el primer cuento del libro, “La balsa de la Medusa”, donde los hombres resultan especialmente crueles, sin corazón. Es fruto del desencanto. Pero hay otros relatos donde muestro personajes masculinos más bien derrotados, frágiles, débiles, juzgados por sus ex parejas. Tampoco he querido que los personajes femeninos sean siempre las víctimas. Ellas también pueden ser crueles, traicionar, desplegar su maldad, incluso hacia sus propios hijos.
La historia tras el cuadro de “La balsa de la Medusa” es la de unos marineros que tuvieron que practicar el canibalismo hasta ser encontrados en alta mar. Curiosamente, en todos tus cuentos, hay algo que nos devora.
Algo, sí. Esa historia me impresionó mucho, y he visto el cuadro cantidad de veces. Hay una novela que se me quedó en la memoria, “Todo cuanto amé”, de Siri Hustvedt. Me impresionó mucho cómo la autora es capaz de construir todo un universo familiar para luego hacerlo añicos. Me di cuenta que lo que me interesa son los narradores que construyen para después destruir. Es un poco terminar siendo devorado por algo: una pequeña miseria, una pequeña traición, una enfermedad. En el caso del cuento “La balsa de la medusa”, quise construir este universo aparentemente conquistado, una muchacha que encuentra su lugar en un grupo de hombres, pero que, finalmente, la realidad le explota en la cara.
Otro tema del libro tiene que ver con jóvenes parejas destruidas. ¿Cuáles son esas expectativas insatisfechas que terminan acabando con las relaciones?
No lo sé. Te podría decir que es una experiencia que conozco y que me es familiar. No podría escribir sobre algo que no conozca. Es como estar en la playa e ir recogiendo piedritas y conchas. Me gusta mirar a la gente en el parque, cuando camino, no puedo evitar escuchar conversaciones en los cafés. Instantes fugaces que uno puede pescar en la calle. Tomas recuerdos propios y ajenos, algo que viste, algo que leíste, y de pronto pasa algo en tu cabeza que le aporta otro sentido.
Habla mucho del mundo social de tus personajes cuando describes a tu personaje diciendo que “tenía la vida resuelta”. Bien visto, eso resulta terrible.
Es una condena. Son personajes que viven en el privilegio, como se dice ahora. Su precariedad no es económica sino oculta, invisible. Entiendo que hay una literatura política, social, comprometida, y la aprecio. Pero yo no puedo escribir de esa forma. Intento no reclamarle nada a nadie, ni a mis personajes, ni a la propia historia, ni al lenguaje. Es como tomar una fotografía: trato de no explicar, mi trabajo es más bien quitar, que las cosas se revelen por sí mismas.
El libro de relatos “El rincón más oscuro del cielo se presentará el martes 6 de setiembre a las 7 de la noche, en la Librería el Virrey, Bolognesi 510, Miraflores. Conversarán con la autora la reconocida porta Carmen Ollé y el narrador Luis Yslas.
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