Aprender a montar bicicleta fue su primera gran lección. Sucedió hace más de dos décadas en los arenales de Collique, pero todavía recuerda que ese pequeño y destartalado vehículo de dos ruedas fue pintado y refaccionado por el propio Johnny Orosco, su padre. Luchando contra su impericia en los pedales, Deyvis cayó. Una, dos, tres veces. Las necesarias para entender que la victoria siempre está precedida de dolorosos tropiezos.
La escena resume el derrotero que el ‘Bomboncito de la cumbia’ ha seguido durante su carrera musical, iniciada mucho antes de aquel nefasto día en que un accidente automovilístico lo dejara sin padre y al poco tiempo lo convirtiera en el nuevo líder del Grupo Néctar. Este 13 de mayo se cumplieron trece años de aquella pérdida, pero las restricciones de la cuarentena impidieron que Deyvis Orosco pudiera visitar los restos de su padre. Lo que nada pudo detener fue el lanzamiento de la nueva versión de “Pecadora”, tema que ya ha superado el millón de reproducciones en apenas una semana.
Parte de la letra de “Pecadora” 2020 no la conocíamos, ¿la versión original ya contenía esas líneas? Cuéntanos sobre esto.
Después de 20 años, puedo mostrar la canción tal como se concibió. En ese tiempo se sacó una parte de la letra porque así lo decidió mi papá y la hizo un hit. Esto ha sido una sorpresa incluso para el propio compositor, Carlos Rincón Ruiz. Pero lo que sí quiero destacar es que esta producción es un homenaje a mi padre en estos momentos tan difíciles para todos. Aproveché el tiempo en casa para hacer este tema que se ha hecho más grande de lo que esperaba.
¿Cuál es exactamente la parte que no conocíamos de esta canción?
Es la segunda estrofa, la parte más poética que tenía la canción, pero Johnny decidió reemplazarla por una más melódica. Es así: “dice la gente que yo vivo soñando, que no me quieres, que de mí te estás burlando. Soy un loco por haberme enamorado de aquella flor que la experiencia ha marchitado”. Y de ahí ya entra el coro. Carlos me llamó y me dijo entre lágrimas que no esperaba tal trabajo, porque son 20 años de la canción, mi papá no está y hay muchos sentimientos encontrados. “Pecadora” vuelve a nacer, pero esta vez con Johnny y Deyvis juntos.
Esta versión es más lenta…
Es una fusión, la misma canción pero con la versión 2020. Tiene la esencia del tema que son los intros de una guitarra, pero con un bit de una balada trap, de elementos urbanos que se están utilizando mucho. Esto lo comencé aquí en Perú pero lo finalicé con mi equipo en Miami. La voz de mi padre es la misma de la versión cumbia, pero ha habido todo un trabajo, una cirugía en la voz, con la tecnología.
¿Sabes cuál es el origen de “Pecadora”, qué la inspiró?
Te puedo decir que el compositor es uno de los más rankeados que tiene el país. Con Carlos Rincón nos une una gran amistad, yo soy como su sobrino porque él era el íntimo amigo de mi padre. Es el primer peruano en ganar el certamen de Viña del Mar en el 2003 y traer dos gaviotas para el Perú. Ganó con el vals “Juramento”. Él es compositor de “Ritmo, color y sabor” de Eva Ayllón, tiene una larga trayectoria con Los Hermanos Yaipén, con el Grupo Cinco.
¿Cómo llegó a la canción al grupo Néctar?
Es la última canción que entra al disco. Mi padre ya estaba por terminarlo cuando Carlos llega al estudio, escuchan la versión en guitarra y corta esa parte que ahora hemos presentado. Carlos, como compositor, me cuenta que le dice, “oye, cómo vas a cortarla así”. Y Johnny le responde “yo sé lo que le gusta a mi público”. Ahora Carlos me ha dicho que Johnny era un genio porque quizás hace 20 años esa letra poética más que sumar iba a restarle al tema. Lo que mi papá hizo fue repetir la primera parte y hacerle unos arreglos musicales. No se equivocó porque hizo de “Pecadora” un hit que llegó a muchos.
Este año, además de cumplirse 20 años de “Pecadora” y 13 de la muerte de tu padre, él hubiera cumplido 50 años. ¿Cómo lo recuerdas?
Hablar de Johnny no solo es hablar de mi papá, es hablar de mi maestro, mi mentor, mi mejor amigo. De la persona que me demostró con ejemplos que cuando uno quiere realmente algo tiene que ir tras ello como él fue por sus sueños. Y trabajar duro, porque la vida no es fácil.
¿Podrías contarme un episodio junto a él cuando eras un niño?
Uy, son un montón. Mi conexión con él siempre ha sido la música. Hay gente que lo recuerda ya famoso, con “El Arbolito”, “Pecadora”, pero todo tiene un comienzo. Y cuando nosotros comenzamos todo era diferente, tuvimos que caminar muchísimo, yo lo acompañaba desde chiquito a los ensayos. Era muy pegado a él. Me cargaba con una mano y con la otra llevaba su guitarra. Siempre íbamos de la mano. Las anécdotas que tengo son muy lindas porque he visto y he estado con él en sus diferentes procesos. En esa época, además de músico, él también era ayudante de carpintería, lo hacía para que nuestra familia pueda salir adelante. Pero los momentos más bonitos eran después del trabajo. Nunca me voy a olvidar cuando me enseñó a montar bicicleta. Era una bicicleta viejita que se compró y la pintó él mismo. Recuerdo cómo fue ese aprendizaje. Como todas las personas que recién están aprendiendo, por lo menos las dos primeras veces te caes. Y cuando eres niño a veces ya no quieres volver a subir. Pero él me decía “no pasa nada, no pasa nada. Esto no te va a ganar”. Aprendí a montar bicicleta en cuestión de minutos porque cada vez que me caía él hacía que me volviera a levantar. Esta pregunta me ha hecho recordar esta frase que siempre me digo a mí mismo cuando tengo una adversidad: “esto no te va a ganar”.
¿Desde cuándo te recuerdas cantando?
Desde chiquito ya cantaba. Cuando mi papá tocaba la guitarra o veía un video yo estaba ahí, cantando. Veía a mi padre cantar y yo quería ser como él.
¿Y siempre era cumbia?
El tema mío siempre ha sido el lado romántico, pero cuando era niño escuchaba y reproducía lo que sonaba. Recuerdo que hubo un fenómeno que se llamó Salserín. No solo cantaba de “Sol a sol” sino también “Bella Ladrona”. Yo buscaba las canciones más rebuscaditas, pero las más melódicas. En el colegio también salía a cantar, pero temas clásicos de Leo Dan, por ejemplo.
¿En qué momento empezaste a ver a la música como una profesión?
En el caso de la música uno no elige, ella te elige a ti. Por eso es que vemos niños pequeños que están tocando piano como si fueran concertistas. La música tiene esta magia. Te hago esta mención porque desde que tengo uso de razón siempre supe que la música era lo mío. Siempre estaba con los cubiertos haciéndolos sonar contra la mesa o con algún instrumento cuando estaba con mi papá. Pero mi conexión directa es cuando ya tengo la posibilidad de empezar a desarrollarme. Yo comencé como percusionista, me volví un poquito el bombero del grupo.
¿Cómo así?
Es que ser músico no era nada fácil en esa época. Si les decías a tus padres que querías ser músico, ellos contestaban “ya ¿y, qué más? ¿de qué vas a comer?” Mi papá tuvo que pasar por eso y como para él fue tan duro no quería que yo fuera músico. Cuando empecé a crecer empezó decirme que no. Pero no solo lo quería, yo sentía que había nacido para eso. Entre los músicos siempre existía el tema de que alguno siempre llegaba tarde. Con eso en mente y como siempre he visto en un problema una oportunidad aprendí a tocar instrumentos solo. Guitarra, bajo, teclado, percusión completa. La anécdota que tengo es que había ensayado tanto, tanto, que me dije que en algún momento se iba dar mi oportunidad. Yo iba a los shows para apoyar con el tema de la organización, a controlar boletos u otras cosas. Hasta que llegó el día de un evento y el timbalero no llegaba. Ya habían dado la orden de que el show empiece y los músicos que eran como mis tíos me dijeron “chino, tenemos que comenzar. Tú mismo eres”. Así que agarré las baquetas y empecé a tocar.
¿Qué edad tenías?
Creo que como 16 años, ya casi terminando el colegio. Entonces empecé y veo que entra mi padre presuroso, sin darse cuenta de que yo estaba ahí. Él mandaba las canciones con señas. La primera canción fue “Ojitos mentirosos”. En cumbia justo los timbales van atrás del cantante. En eso que está cantando ve que el músico, el timbalero, ingresa corriendo por el lugar que él había entrado. Entonces como que se desconcierta, mira hacia atrás y me ve en los timbales. El músico que llega me pide con un gesto su lugar pero mi papá le puso la mano. Después de muchos años y de haber escuchado tanto que la música no, que tenía que estudiar y no sé qué, me dijo quédate y toca un tema más. “¿Qué canción te sabes?”. Yo le dije que todas. En ese tiempo ya estaba “Pecadora”. Fue la segunda que toqué, por eso este tema también es muy importante para mí.
¿Cambiaron las cosas después de ese episodio?
Cuando terminó “Pecadora” me dijo anda a tu puesto, que era en la boletería. Pero pasaron dos semanas y me dio la oportunidad de pertenecer al grupo como timbalero.
¿Y cuándo empiezas a cantar con él?
Cuando estaba como timbalero a mi costado tenía a mi tío Enrique, hermano de mi papá, que tocaba bajo y también falleció en Argentina. Él siempre me reclamaba diciendo que por qué estaba atrás si tenía todo para estar al frente. “Tu brillas, tienes carisma. ¿Qué haces atrás? Allí tú solo te estás poniendo en la sombra”. Bueno, a mí siempre me ha gustado cantar así que pensé que podía empezar haciendo voces. Le pedí a mi papá que me dé la oportunidad de ascender a corista. “¿Pero quién va a tocar los timbales?”, me dijo. Para eso yo ya había pensado en todo, y ya tenía reemplazo. Así empecé a ser parte de los coros. Estuve como un año haciendo voces hasta que empecé a ganarme a mi propio público, a tener buenas actuaciones y decidí empezar un proyecto como solista cuando tenía 19 años.
¿Cuál fue esa primera producción?
Se llamó “Huellas de amor” y es en ese disco donde está “Gotitas de lluvia”. Esa producción sale cuando mi papá estaba vivo. Yo me retiro del grupo antes de los 20 años para empezar mi carrera porque lo que tenía claro era cantar junto a él, pero cada uno con su agrupación al frente. Lo último que yo pensé es que llegaría a ser líder de Néctar. Nunca pasó por mi cabeza que iba a heredar ese lugar cuando mi papá envejezca. Siempre quise ser Deyvis Orosco, eso lo tenía claro.
En el libro que sacaste el año pasado sobre tu vida mencionas que tu padre tenía pensado llevarte a Argentina con él, pero luego se arrepintió. ¿Cómo recuerdas esos días?
Después de cuatro meses de haber sacado mi primer disco, este no sonaba. Estaban entrando otros géneros como el reggaetón y como que no había mucho espacio para mi música. La promoción no fue la que esperaba. Así que estaba prácticamente en stand by. En ese tiempo recibí una propuesta de una orquesta para ser cantante. Le comenté esto a mi padre. Yo creía que mientras se iba promocionando mi disco, cantar en otra orquesta era una posibilidad importante. Pero él decía “por qué te vas a ir a otra orquesta. Regresa a Néctar”. Yo no quería porque era un ciclo que ya había cerrado y porque en otra orquesta tenía la posibilidad de ser Deyvis Orosco. Sabía que tenía que pelear con otros cantantes pero en su grupo yo siempre iba a estar detrás de él. Mi papá me hizo esta propuesta: “como yo te conozco y sé que no quieres que te regalen nada acompáñame a la gira de Argentina”. De ahí él se iba a Estados Unidos y yo a Europa. Me dijo “si en seis meses yo no he hecho sonar tu disco en Perú tú tomas la decisión de volver o quedarte en Europa”. Lo que él quería era que tenga más posibilidades que él, como todo padre. Acepté y regresé a Néctar un par de fechas para acompañarlo. Pero con pasaje comprado y a unos días del viaje me da la noticia de que ya no iba.
¿Qué explicación te dio?
En ese momento me dijo, “hay un cambio de planes, no vas”. Desde joven yo he sido muy correctito, muy frontal. Muy respetuoso, pero con carácter fuerte y siempre con argumentos para defender la posición en la que creo. Así que empecé a decir que yo no iba a pasear, que yo podía tocar, guitarra, bajo, teclado, ser ingeniero de sonido. Después de ese fastidio y el cruce de palabras alturado que tuvimos, me dijo algo que entonces no entendí: “si alguna vez pasa algo, no nos puede pasar a los dos. Si en la casa no estoy yo, pues estás tú”. Después de lo que pasó en Argentina, de la lucha por repatriar los cuerpos, me dediqué a trabajar incansablemente para sacar adelante a mi familia. Tuve la fortuna de tener éxito, de hacer una novela. Después de unos años todo empezó a estabilizarse. Poco tiempo después caigo recién en luto, porque no había tenido tiempo de llorar a mi padre. Si la gente mira mi carrera va a notar que hay un vacío entre el 2009 y 2010. La tristeza que tenía era muy fuerte.
Tú te enteraste del motivo varios años después.
Hubo gente que decía que el chico que se quedaba con el grupo no iba a poder, que iba a desaparecer porque el hijo no era el papá. Cuando uno crece lo hace con todo. Había muchas comparaciones. No es el papá, no canta como él. Era ilógico lo que decían. Me enfermé. Empecé a cuestionarme si todo lo que había hecho estaba bien. Perdí a voz, mi herramienta de trabajo ya no respondía. En medio de la tristeza empecé a tomar unos medicamentos que en vez de ayudarme afectaron el tema del metabolismo e hicieron que suba muchos kilos. Se puso todo mal. Es ahí donde tengo la conversación con mi madre. “Tú me levantaste hace tres años y te hiciste cargo de la familia. Ahora me toca a mí. Si la gente no creyera en ti no vendría a contratarte”, repetía. Justo había ido a buscarme un empresario para una gira por Estados Unidos. “¿A quién vino a contratar a tu papá o a ti? Ahora tú estás haciendo tu propio camino. Te voy a contar algo que nunca te dije”. Lo que pasó fue que mi papá había tenido un sueño muy fuerte. Soñó que había un accidente en el avión donde estaba. Por eso decidió que yo no vaya.
Más que un sueño fue, finalmente, un presagio.
Sí, la decisión de no llevarme con él hizo que yo pueda continuar y empiece a construir lo que ahora tengo y puedo darle a mi familia.
¿En qué circunstancias viste por última vez a tu padre?
Yo los llevé al aeropuerto. Esa fue la última vez que lo vi. Despedí a todos. No solo era músico, me encargaba de las coordinaciones, de sacar los pasajes, era como si él me hubiera estado preparando para todo. Me despedí muy bien de él. En mi familia siempre ha primado el amor, por muchas discrepancias que podía haber eso se arreglaba. La última imagen que tengo de él es abrazándonos y diciéndome que volvía el lunes. Ellos se iban el miércoles y el show era, viernes, sábado y domingo. Esa fue la última conversación. “Cuida la casa, cuida a tu mamá”. Pero después de eso no pudimos hablar. Fue extraño. Siempre que él llamaba a la casa yo había salido a comprar, a jugar pelota o había salido a dar una vuelta. El jueves, el viernes y el sábado fueron así, porque el domingo fue el accidente.
Entonces luego de que sucedió todo esto, te hiciste cargo del legado de tu padre, de tu familia…
Pero fue porque yo lo decidí. Veía a mi madre muy golpeada. A mi hermano que es como mi hijo, tenía 7 años. Y decidí que iba a tomar ese rol porque ellos habían hecho mucho por mí. Mi primera meta fue sacar adelante a mi familia.
Hace unos años, en el 2013, tuviste un accidente automovilístico en Ayacucho…
Fue un gran susto. Después de ese accidente mi madre me pide que deje la música porque tenía miedo de que se repita la historia. Gracias a dios no fue así porque siento que tengo un ángel arriba. Fue como recordar todo lo que había pasado antes. Mi madre quedó muy asustada, pero luego me dijo que la perdone por haberme pedido que abandone lo que yo más quería. Por eso cada triunfo se lo dedico a ella.
Leí en tus redes esta frase: “intenta que el niño que algún día fuiste nunca se avergüence del adulto que eres”. Procedes de un barrio muy popular como Comas y ahora vives en uno más privilegiado…
Es parte del crecimiento. Creo que no importa dónde quieras llegar, puedes ser de cualquier parte del Perú o el mundo, pero nunca debes perder la esencia. Yo siempre voy a Comas, es mi casa. Justo allá hemos comenzado la agenda de medios con “Pecadora”. Lo primero que he hecho es ir para allá porque es mi ancla. El día que yo tenga mis hijos quiero que ellos vayan y suban a los cerros donde yo crecí porque así se forjó todo. No solamente lo digo, lo he demostrado. En el 2017 cuando se cumplieron 10 años de la desaparición de mi padre, ese año quise hacer algo especial, saqué una película que se llamó “Somos Néctar” y además en ese lugar, que va a ser mi casa siempre, construimos una alameda, una calle que tiene el nombre de Johnny Orosco. Un lugar que en algún momento fue terral, donde crecí y jugaba pelota con dos piedras a los costados. Los que han vivido en un barrio saben que estos son como familias grandes. Los vecinos son los tíos y la gente sale a conversar afuera. Ahora también lo hacen pero de una manera más tranquila, más ordenada y bonita.
Volviendo a “Pecadora”, ¿crees que en medio de tanta violencia de género, esta nueva versión aún puede cantarse con tanta fuerza como hace 20 años?
Hay canciones muchísimo más fuertes. “Pecadora” es un himno de la cumbia. Dicen que las historias están basadas en la vida real, pero muchas veces también son ficciones.
Lo preguntó porque en estas dos décadas ha habido muchos cambios sociales…
Yo creo que por lo menos en el país la gente tiene claro que esta es una canción y lo disfruta como tal.
¿Existe el machismo en el mundo de la cumbia?
Desde que yo he crecido siempre he visto buena onda, mucho compañerismo y respeto. En la época de mi papá y antes ya había una Rossy War o Ruth Karina, después Agua Bella. En esta última generación apareció una Marisol, Amor Serrano. Creo que durante este tiempo han cambiado varias cosas. Siempre hay gente que es así, machista, pero son una minoría. Vamos por buen camino para cambiar esto.
La pandemia ha tenido fuertes repercusiones en los artistas. ¿Cómo te ha afectado directamente a ti?
Nos ha frenado absolutamente todo. Nos ha desestabilizado y los que tenemos responsabilidades con otros, como en mi caso, ha sido muy duro. Pero dentro de todo estamos viendo la manera de replantear las cosas y salir adelante para que esto pase lo más pronto. Los shows no van a volver este año. Así que está en cada uno ver de qué manera se puede reinventar. Felizmente tenemos de nuestro lado la tecnología, que no es muy fuerte para nosotros porque lo grueso son los eventos. Yo lo tengo claro, no estoy dispuesto a quedarme a esperar qué pasa. Soy un tipo que desde ya está pensando cómo generar cosas porque soy jefe de una familia, no solo de sangre sino musical.
¿Qué proyectos estás maquinando?
He tenido la suerte de toparme con cosas maravillosas. Dentro de la situación que vivimos he tratado de avanzar lo pendiente. Tengo un estudio en casa, que lo terminé recién y me está ayudando. Lo primero que te puedo comentar, además de esta nueva versión de “Pecadora”, es que la gente no va a dejar de bailar. Se vienen sorpresas.
¿Piensas relanzar más temas de tu padre y Néctar?
No solo quiero llevarlo por ese lado. Esta situación me ha dado el tiempo que yo no tenía. Tengo canciones nuevas inéditas. Amo el recuerdo de mi padre, pero también tengo mucho para dar. Entonces creo que la gente está esperando más de lo mío. Ahora lo que se viene es un disco con canciones escritas por mí. Cuando comencé con esto el primer trabajo que tuve fue para la novela de La Pre que hice en el 2008. Ese tema lo compuse yo.
Tu música suena en Sudamérica, pero también tienes muchos fans de Europa. ¿Sientes que has logrado consolidarte internacionalmente?
Nunca voy a decir que es suficiente. Creo que hay más camino. Hemos estado en festivales internacionales para más de 100 mil personas junto a Carlos Vives, El Gran Combo, Niche. En Bolivia, Argentina, Brasil, pero creo que todavía falta mucho por recorrer. Nunca estoy conforme, si llego a la meta me pongo inmediatamente otra. Tengo mucho por dar aún.
Además de la música y el parecido físico con tu padre, ¿qué otra similitud sientes que te une a él?
Siempre me decía que, no sé si suene bien que yo lo diga, pero me decía que tenía mucho ángel, que le caía bien a la gente, que me hacía querer. Creo que además de ese carisma que él también tenía nos parecemos mucho en la lucha, su entrega y las ganas de siempre querer más. Por más difícil que sean las circunstancias no vamos a dejar que nada nos venza. Eso es lo que estoy haciendo.