“Todos mis miedos”: nuestra crítica de la obra con Sergio Paris
“Todos mis miedos”: nuestra crítica de la obra con Sergio Paris

Bruno es un escritor en medio de una crisis de creatividad. También es un hombre incapaz de resolver sus relaciones con las mujeres que dice amar. Una situación de angustia emocional que le impide escribir y, más grave aun, condiciona su relación con Laura, su ex pareja, quien no se resigna al rechazo; y Mercedes, una de sus alumnas. Junto a él, como si se tratara de otro personaje del atribulado drama, su propia conciencia juega un papel determinante sobre el escenario. Estamos ante “”, una obra escrita por los dramaturgos argentinos Nahuel Cano y Esteban Bieda.

Como vemos, se trata de un argumento recurrente en el teatro, el cine y la televisión de los últimos cuarenta o cincuenta años. Bastaría repasar la filmografía de Woody Allen para comprobarlo. Lo que no es un defecto porque, salvo excepciones, no hay nada nuevo bajo el sol. El desafío está justamente en crear una nueva propuesta a partir de las fórmulas ya conocidas. En barajar los elementos de tal manera que nos ofrezcan una nueva visión de las cosas y una apariencia de originalidad basada en la diferencia misma que hace de cada ser humano un ser único.

No es así en el caso de “Todos mis miedos”. No hay elementos frescos capaces de diferenciar la obra de otras parecidas. Acumula tantos clichés en el campo de la creatividad literaria que difícilmente podemos tomarlos en serio. Porque además adolece por completo de humor, mutilando de tal manera el aspecto humano que todo resulta excesivamente serio. 

Para que nos interese la crisis del escritor el primer paso es sentir algo por él. Ya sea simpatía o todo lo contrario. Pero en este caso, Bruno nos deja totalmente indiferentes porque su drama carece de humanidad. Es algo visto y vuelto a ver y que en esta oportunidad carece de un ancla que resulte convincente. Ni siquiera su álter ego crea cierta complicidad para que podamos entenderlo. En realidad se trata de un recurso muy burdo, explotado hasta el cansancio durante el siglo XX y que, dada la falta de creatividad, en esta ocasión resulta totalmente anacrónico.

En cuanto a los amores disfuncionales, nuevamente estamos frente a lugares comunes donde la ex se comporta como la neurótica incapaz de aceptar el fi nal de la relación, obsesionándose con el hombre que la dejó y repitiendo el eterno discurso de las abandonadas. Con respecto a la joven amante, bueno, es joven y es amante. No hay nada más.

Pese a los defectos, hay una intención por parte de Jimena del Sante de ofrecer una obra bien montada y con elementos capaces de crear, hasta cierto punto, la idea de un universo. El escenario se circunscribe a un cuadrado donde una máquina de escribir y los libros, repartidos en rumas, ofrecen los elementos mínimos para el apoyo de los personajes. Todo sucede dentro de este espacio y tiene lógica dentro de la propuesta dramática. Es allí donde se desarrolla el drama que cobra vida en manos del reparto.

A Sergio Paris le corresponde el papel principal. El actor ofrece una lectura superficial del personaje, apoyado única mente en un texto que repite sin mayor convicción. No hay una creación. Presenciamos solamente una representación física. Y tampoco proyecta complicidad con ninguno de sus compañeros de reparto, sobre todo con Jorge Armas, quien no tiene muchas oportunidades con un papel tan ingrato como el ya comentado álter ego.

Mejor se comportan las damas en esta oportunidad. Mayella Lloclla arranca fría, forzada, apoyada en los clichés del texto. Pero a medida que la obra avanza logra introducir su actuación en terrenos más emotivos, haciendo de su Mercedes un personaje más sentido. En cuanto a Fiorella Rodríguez, en el papel de Laura, nos sorprende con un cuadro de neurosis que siempre está al borde de estallar y que sabe contenerse, equilibrando así su presencia con el texto que tiene a su cargo. Y es justamente ese control emocional apenas perceptible lo que la convierte en un verdadero ser humano dentro de la obra.

Todos mis miedos” no es un texto especialmente inspirado y sus recursos no ofrecen novedad. Pero es la oportunidad de poner ideas sobre un escenario a cargo de un equipo liderado por Jimena del Sante. Ojalá se hubiesen interesado en otra obra.

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