En el Perú la jornada laboral es de 8 horas diarias o 48 horas semanales como máximo, tal como lo establece la Constitución Política de 1993; sin embargo, en el mundo la definición de la jornada laboral parece entrar en una etapa de reducción que llega hasta las 35 horas, tal como lo muestra una reciente encuesta en España.
La VII Encuesta de Percepción Social de la Innovación en España (EPSI), elaborada por Cotec y Sigma Dos, muestra que ocho de cada diez trabajadores está a favor de reducir la jornada a 35 horas semanales, pero sin que se vea afectada la remuneración.
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Se hizo un total de 7.243 entrevistas. La reducción del sueldo era lo que más preocupaba (35%), seguido por la pérdida de beneficios empresariales (32%) y la pérdida de competitividad del país (29%).
Actualmente España vive un debate sobre la posibilidad de reducir la jornada laboral, inicialmente a 38.5 horas a la semana, que se puede interpretar como trabajo de cuatro o cinco días pero con menos horas. Pero ya hay otros países europeos como Islandia o Francia donde ya se trabaja menos horas, o se realizan pruebas.
“Es una tendencia global que va a tono con la búsqueda de conciliación familiar y personal con lo laboral. Hay una tendencia global de reducción de horas y las 48 horas cada vez están quedando más rezagadas”, indica el abogado laboralista Jorge Toyama.
En comunicación con El Comercio, explica que incluso la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) también tiene un estándar de horas laborales que va alrededor de las 40 y 42 horas. En ese camino se encuentran Colombia y Chile, que han reducido el tiempo de trabajo.
En el caso chileno, en abril entró en vigencia la “Ley de 40 horas”, que plantea una reducción progresiva de la jornada hasta el 2028. En el caso colombiano, a fines del año pasado se estableció una ley para reducir la jornada laboral a 42 horas para el 2026.
Explica la docente Irene Vera Arica que la historia de las ocho horas se remonta a la revolución industrial, cuando se trabajaba entre 14 y 18 horas diarias. "Los trabajadores entraban y simplemente se laboraba hasta que la misma gente se sentía agotada", dice a El Comercio. Esto generó una serie de marchas, protestas y huelgas en Chicago (Estados Unidos) el 1 de mayo de 1886, fecha en la que se celebra también el Día del Trabajo.
Otro factor importante es la tecnología. En la encuesta realizada en España, el 54% de entrevistados piensa que la tecnología crea más empleo del que destruye. Además, el 82% del total de encuestados percibe la innovación como un fenómeno positivo, si bien el 52% opina que produce desigualdad social.
Y es que este podría ser un factor que facilite el trabajo, incluso con el auge de la inteligencia artificial. “Pero lo que no puede pasar es que la tecnología reemplace al trabajador”, advierte Toyama.
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Ventajas y desventajas
¿En qué puede beneficiar la reducción de una jornada laboral?
Para Irene Vera Arica, docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), son muchas las ventajas que puede generar este cambio, en especial para el trabajador.
“Es la posibilidad de que la persona primero se preocupe por su propia calidad de vida, por su familia, por los hijos, de repente en estudiar otras cosas, en capacitarse, en generar posibilidades de emprendimientos”, explica la especialista en gestión de recursos humanos.
Y es que las largas jornadas de trabajo en las que no se respetan los límites terminan generando estrés en los trabajadores.
Sin embargo, advierte que para dar este paso se debe evaluar todos los tipos de trabajos, ya sea en producción o servicio. “El tema es cómo conciliar esa parte positiva del ser humano, en el aporte que vamos a dar a su calidad de vida, con la parte de la organización. Digamos, que esto no implique que aumenten los costos en los productos o servicios que brindan”, dijo.
Claves para el cambio
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Para Toyama se deben considerar tres factores: primero, la cantidad de horas trabajadas; segundo, el sueldo recibido; y el tercer factor es la productividad del trabajador y de la empresa. En ese sentido, explica que “la reducción de horas no debería generar a su vez ni una reducción de sueldo, ni tampoco una rebaja de la productividad de las empresas”.
De esa manera no se afectaría la producción de un país. Pero el Perú es un caso diferente.
“Perú es un país muy dependiente de la unidad de horas: los trabajadores peruanos ganamos sobre todo por unidad de tiempo y no por unidad de obra, ganamos sobre todo por día trabajado, no por PBI producido. De hecho la productividad peruana es un tercio de la de Chile y la mitad de la de Colombia: se necesita tres peruanos para producir lo de un chileno y dos peruanos para producir lo de un colombiano”, explicó Toyama sobre la situación del país.
A nivel de decisión política, Toyama considera que se podría reducir las ocho horas laborales, pero “el gran reto peruano es cómo reducir las horas sin afectar la productividad de las empresas ni los ingresos al trabajo a futuro, porque la productividad está muy atada a la cantidad de horas”.
Otro problema es la informalidad, añadió, lo cual aleja la posibilidad de reducir las horas laborales.