“Hermoso”. Así es como Donald Trump, un outsider de la política, calificó su llegada a la presidencia de Estados Unidos tras las elecciones de 2016, en las que se impuso a la demócrata Hillary Clinton.
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Ello, pese a que la exprimera dama y exsecretaria de Estado había recibido casi tres millones de votos más que el candidato republicano.
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Pero, al ganar por estrecho margen en estados clave, Trump logró reunir los 270 votos del Colegio Electoral necesarios para llegar a la Casa Blanca.
A dos semanas de las elecciones del 3 de noviembre en las que Trump vuelve a disputar la presidencia, esta vez ante el demócrata Joe Biden, las normas de este sistema indirecto, que algunos consideran anacrónico, vuelven a ser objeto de atención.
¿Por qué un Colegio Electoral?
Los 538 integrantes del Colegio Electoral se reúnen el las respectivas capitales de sus estados cada cuatro años tras la elección para designar al ganador.
Para ganar, un candidato presidencial debe obtener la mayoría absoluta de los votos del Colegio: 270.
Este sistema, originado en la Constitución de 1787, establece una elección presidencial indirecta en una sola ronda.
Los padres fundadores vieron en este sistema un compromiso entre una elección presidencial con sufragio universal y una elección por parte de miembros del Congreso, algo que no se consideraba suficientemente democrático.
Desde entonces, se han propuesto infructuosamente centenares de enmiendas para modificar o abolir al Colegio Electoral.
El debate se reavivó con la victoria de Trump de 2016 sobre Clinton.
¿Quiénes son los 538?
La mayoría de sus integrantes son funcionarios locales electos o líderes partidarios, pero sus nombres no aparecen en las boletas de sufragio, por lo que sus identidades son prácticamente desconocidas para los votantes.
Cada estado tiene tantos votos en el Colegio como miembros en la Cámara de Representantes (número que depende de la población del estado) y en el Senado (dos por cada estado de la Unión, independientemente de su tamaño).
California, por ejemplo, tiene 55 votos en el Colegio; Texas 38 y los estados escasamente poblados como Alaska, Delaware, Vermont y Wyoming solo tienen tres cada uno.
La Constitución otorga a cada estado la facultad de decidir cómo computa los votos. Salvo en Nebraska y Maine, el candidato que obtiene más votos se lleva, en teoría, todos los electores de ese estado en el Colegio.
Institución polémica
En los comicios de noviembre de 2016, Trump obtuvo 306 votos en el Colegio Electoral. Indignados, millones de estadounidenses firmaron una petición para pedir a sus integrantes republicanos que bloquearan su designación como presidente.
El esfuerzo fue en vano, pues solo dos de ellos, en Texas, desertaron, por lo que Trump terminó siendo ungido presidente por 304 votos.
Los republicanos denunciaron que la movida no fue más que un acto desesperado por parte de activistas que se negaban a aceptar la derrota.
La situación de 2016 de ganar la Casa Blanca sin obtener la mayoría del voto popular no carece de precedentes. En total, ocurrió cinco veces.
El primero fue John Quincy Adams, en 1824, en detrimento de Andrew Jackson.
Más recientemente, la elección de 2000 terminó prácticamente en un empate en Florida entre el republicano George W. Bush y el demócrata Al Gore.
Gore obtuvo unos 500.000 votos más que Bush a nivel nacional, pero el republicano terminó ganando en Florida, por lo que se impuso con una mayoría de 271 votos en el Colegio Electoral.
“Electores infieles”
Nada en la Constitución obliga a los electores del Colegio a votar de una forma u otra. Si algunos estados les exigen que respeten el voto popular, y no lo hacen, los llamados “electores infieles” están sujetos a una simple multa.
Pero en julio de 2020, la Suprema Corte dictaminó que los estados pueden imponer penas contra esos electores desleales con leyes que les obliguen a votar siguiendo el sufragio popular en su estado.
Entre 1796 y 2016, unos 180 electores emitieron votos contrarios a la fórmula presidencial que ganó en su estado, aunque nunca determinaron el resultado de la elección.
Los electores se reunirán el 14 de diciembre para votar la fórmula presidencial, porque la ley establece que el Colegio se “reunirá el primer lunes después del segundo miércoles de diciembre”.
El 6 de enero de 2021, el Congreso certificará al ganador, que asumirá el cargo el 20 de ese mes.
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