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Carlo Acutis, el llamado ‘influencer’ de Dios o patrono de internet, es el primer santo ‘millennial’ de la Iglesia Católica
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Carlo Acutis, un adolescente católico de origen italiano y fallecido en el 2006, será canonizado este domingo 7 por el papa León XIV. El joven es conocido popularmente como el “ciberapóstol” y el “patrono de Internet” por el uso que dio a las plataformas de las nuevas tecnologías para la prédica, siendo su próximo reconocimiento un hito: se convertirá en el primer santo millennial de la historia.
Santo de los nuevos tiempos
Acutis nació en Londres (Reino Unido), pero su estancia ahí fue breve pues su familia regresó a su país de origen al poco tiempo.
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La vida del joven santo fue breve ya que falleció a los 15 años, pero quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo o documentar su vida indican que la dedicó con entusiasmo a la caridad y la difusión de la doctrina católica, siendo una persona muy querida dentro de su comunidad.
Así lo considera el sacerdote Giampiero Gambaro, vicerrector administrativo de la Universidad Católica Sedes Sapientiae (UCSS).
“Es un chico de estos tiempos, una persona normal que vivió su enfermedad y la vida en la tierra de una manera bastante especial. Su forma de vivir era sencilla, muere bastante jovencito, pero a lo largo de su vida abraza los dos polos de la vida cristiana: la caridad hacia los más débiles y vulnerables, así como una relación muy fuerte con Dios, que vivió con mucha intensidad e incluso radicalidad en el mundo digital”, señala el padre Gambaro, quien tradujo al español el libro “Originales, no fotocopias” sobre la vida de Acutis.

El fallecimiento del joven católico se produjo hace 19 años a causa de la leucemia y poco después de su partida ya tenía fama de santidad en la región de Lombardía, donde pasó una parte importante de su vida, y también en otras zonas de Italia.
“Es interesante que a su velorio se acercó mucha gente que acudía a ese comedor popular, que había recibido esa comida de manos del mismo Carlo, para decir que esto no había sido simple asistencialismo, sino una relación propia. Esto lo hace muy cercano a San Francisco de Asís”, señala el vicerrector de la UCSS.
La consideración popular en torno a Carlo Acutis claramente tiene como referencia su reputación de usar sus conocimientos informáticos para la evangelización a través de la creación de sitios web y otras iniciativas. No obstante, Giampiero Gambaro indica que su vocación de servicio directo a la comunidad es también parte esencial de su legado, sobre todo hacia los más jóvenes.

“Hace unos días el papa León XIV se encontró con los voluntarios de un gran comedor popular cerca de donde vivía Carlo y al que iba a dar su tiempo y prestar su voluntariado. Lo hacía como un adolescente que decidió apoyar a quienes no tenían la misma suerte que él: dedicarles tiempo, cariño, palabras y también apoyo concreto y fuerte a quienes lo necesitaban. Este gesto tan bonito es muy importante para todos nosotros”, comenta el sacerdote.
“Para nuestros jóvenes es un bello mensaje que hay que recordar. Sabemos que tienen mucho compromiso con el colegio y la universidad, que ahora exige mucho más tiempo, pero hay que organizarse y tomar la oportunidad (de ayudar a los demás). Su frase emblemática o proverbio decía que ‘seamos originales y no copias’, algo propio de esta lucha contra el conformismo que sentimos en nuestras vidas y nuestras relaciones”, añade el catedrático de la UCSS.
Un aspecto adicional de la vida del santo adolescente fue su amor por los animales, y en opinión de Gambaro este aspecto es un punto en común con uno de los santos más importantes de la Iglesia Católica.
“Su cercanía con los animales lo aproxima a Francisco de Asís, no tanto en una visión más ecológica, sino en referencia a que toda la naturaleza es creación de Dios y que cada realidad que vive es una alabanza, juntándose con estas criaturas para hacerlo. Es importante mencionar que es por esto que Carlo quiso ser sepultado en Asís, la ciudad de San Francisco”, cuenta el sacerdote.
Un proceso veloz
El proceso santificación de Acutis fue particularmente veloz para el contexto de la Iglesia Católica y empezó formalmente durante la gestión del difunto papa Francisco. La madre del joven, Antonia Salzano, y el obispo de Asís, Domenico Sorrentino, fueron los primeros promotores de la causa de santidad.

En julio del 2018 el muchacho italiano ya había sido declarado venerable por el papa y dos años más tarde fue declarado beato. Su canonización se iba a desarrollar originalmente entre el 27 de abril, pero tuvo que posponerse por el fallecimiento de Francisco unos días antes de dicha fecha
La iniciativa se retomó durante el pontificado de su sucesor León XIV y Acutis será finalmente proclamado santo este domingo 7.
Para dar una idea de la celeridad con la que se produjo la canonización de Carlo Acutis, la referencia más cercana es el caso de Giorgio Frassati, quien también será declarado santo este domingo, más de un siglo después de su deceso.
“Es el pueblo de Dios el que hace a los santos y después claro que hay todo un tema de procesos y aspectos que podemos considerar más o menos jurídicos y formales. Sin embargo, al final se trata del cariño, la devoción y el encuentro de la gente con las figuras de los santos”, apunta al respecto el padre Gambaro.
“Por ejemplo, San Francisco ni un año y medio después de su muerta ya era santo, ni siquiera beato, sino directamente santo y aunque eran otros tiempos, ya en el 1200 había procesos y formalidades”, añade.

El proceso para la canonización es largo y puede tardar años, teniendo como punto de partida la presentación de la causa ante el obispado local.
“Los postuladores del santo se acercan al obispo, que hace su evaluación con teólogos, canonistas o expertos de la vida espiritual. Hacen una primera evaluación y después piden al postulador de la canonización pruebas, documentos y testigos que han vivido o compartido experiencias (con el candidato)”, explica Gambaro.
El religioso explica que el proceso cuenta también como una figura similar a la de un fiscal que tiene como deber sospechar de cualquier irregularidad y comprobar la veracidad de la información que se brinda a las autoridades eclesiásticas. Tras la comprobación de dicha información y la evaluación de las virtudes del postulado, se da inicio el camino formal hacia la canonización.
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El primer paso del proceso de canonización. La Iglesia Católica concede este título a personas que considera que se entregaron a Dios, llevando una vida virtuosa y guardando sus preceptos. El postulador y el obispo de una diócesis deben presentar a las Santa Sede un informe que detalla la vida del candidato. El Perú cuenta con 23 siervos de Dios y algunos de ellos son: Melchora Saravia Tasayco, conocida como “La Melchorita”, y Luisa de la Torre Rojas, también llamada la beatita de Humay. El último siervo de Dios reconocido en el Perú es Andrés Aziani, nombrado así el 2 de febrero de 2016.
El segundo paso. El Vaticano otorga este reconocimiento luego de comprobar con una investigación que el postulante llevó una vida bajo las virtudes teologales y de manera heroica. El Perú tiene siete venerables, entre los que se encuentra Fray Pedro Urraca, cuyos restos se encuentran en la Basílica de Nuestra Señora de la Merced, y María Teresa de la Cruz Candamo, hija del expresidente Manuel Candamo.
Este punto supone un nivel mayor de complejidad, pues se requiere la existencia de un milagro que tuvo la intervención del candidato. En el caso de los mártires beatificados, no es necesario el escrutinio de las virtudes en vida por el que pasan regularmente los venerables, al ser el martirio una demostración clara de heroicidad. Hay seis beatos peruanos: Sor Ana de los Ángeles Monteagudo, el Padre Luis Tezza, María Agustina de Jesús Rivas López, además de Zbiniew Strzalkowski, Miguel Tomaszek y Alessandro Dordi, sacerdotes mártires de Chimbote que fueron asesinados por Sendero Luminoso.
El paso final del proceso. Se requiere la confirmación de un segundo milagro tras la beatificación y la doctrina católica indica que la declaración de canonización confirma que esta persona está contemplando a Dios. El Perú tiene cinco santos: Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres, San Juan Macías, San Francisco Solano y Santo Toribio de Mogrovejo










