En los primeros días de la guerra de Rusia contra Ucrania, pocos confiaban en la capacidad militar de Kiev para resistir más allá de unos días. Pero esa idea se fue difuminando conforme empezaron a ser evidentes los fallos estratégicos rusos en la ofensiva sobre la capital y emergían la determinación y el ingenio ucranios para frenarla. Las armas occidentales han desempeñado un papel decisivo para ayudar a contener la agresión, sobre todo los misiles antitanque. El que ha terminado por ser icónico y un símbolo de la resistencia es el Javelin, de fabricación estadounidense. Este modelo portátil se ha hecho tan popular que incluso tiene un meme donde se ve una virgen cargándolo al hombro y el lema “Santa Javelin” y ya hay recién nacidos ucranios que se llaman Javelin.
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Ucrania ha recibido de Estados Unidos unas 5.500 unidades de este tipo de misiles, capaces de destruir un tanque hasta a cuatro kilómetros de distancia. Este martes el presidente estadounidense, Joe Biden, alabó el poderío de la industria armamentística del país en una visita a una de las plantas donde se fabrican los Javelin, donde contó la anécdota de los bebés con el nombre del proyectil y urgió al Congreso estadounidense para que apruebe la partida de 31.000 millones de euros adicionales que solicitó hace una semana. “Los Javelin son el icono del apoyo militar de EE UU a sus aliados, como hizo con los rebeldes sirios o ahora con Ucrania”, explica desde Berlín Yohann Michel, analista del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, en inglés).
Sus características fueron clave para desbaratar el tipo de ofensiva que planteó Moscú a finales de febrero y principios en marzo en los alrededores de Kiev. “Se trata de un arma muy capaz, diseñada para atacar la torreta desde arriba, que suele ser la zona menos protegida de cualquier tanque”, explica por email Siemon Wezeman, experto en compraventa de armas del Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI, en inglés). A esto se suma la forma particular de los tanques rusos, que supone una vulnerabilidad. “La eficacia aumenta en este caso porque almacenan la munición en la torreta o justo debajo, con muy poca protección, a diferencia de los tanques europeos o estadounidenses, que la tienen mejor resguardada”, precisa. El resultado es que, cuando el misil golpea, hace explotar el depósito de munición, “por eso se han visto tantos tanques con la torreta destruida”, dice.
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En esos primeros días, lo que pretendía ser un zarpazo rápido y arrollador de Rusia sobre la capital se convirtió en imágenes de largas y pesadas colas de tanques bloqueados en las carreteras, expuestos al fuego ucranio y sin comunicaciones encriptadas que eran interceptadas por los defensores. Fue entonces, en medio de los errores rusos, cuando el Javelin cobró protagonismo por su eficacia. “Este misil antitanque tiene un sistema que no necesita ser guiado para llegar al objetivo [se llama dispara y olvídate], a diferencia de otros más antiguos”, explica Wezeman, lo que facilita que el tirador busque resguardo tras disparar. Además, según el analista, los ucranios emplean el Javelin “de manera flexible, con muchas emboscadas contra un enemigo que parece seguir usando tácticas del pasado con muchos blindados en enormes formaciones.
Segunda fase de la guerra, similar estrategia
Los países occidentales han ido aumentando la cantidad y la capacidad de las armas que envían a Ucrania para ayudarle a organizar su defensa. Solo Estados Unidos ha mandado alrededor de 3.400 millones de dólares en elementos de seguridad, informa Reuters (unos 3.023 millones de euros), con sistemas y municiones variados, y la UE ha comprometido 1.500 millones. Eso incluye el entrenamiento para usarlos. Los Javelin requieren cierta instrucción, y la ventaja de Ucrania es que, como explica Wezeman, ya recibieron estos misiles en 2018 y tenían desde entonces a personal “entrenado por Estados Unidos”.
Rusia está concentrando ahora sus fuerzas en el este y el sur de Ucrania, donde los avances son lentos, después de tener que retirarse con fuertes pérdidas de los alrededores de Kiev, donde el Ejército ruso perpetró matanzas de civiles que la UE investiga como crímenes de guerra. En los últimos días, Moscú ha lanzado misiles contra ferrocarriles para tratar de interrumpir el flujo de armas que están bombeando los países occidentales, que el Kremlin considera objetivos y sobre el que ha mostrado su malestar a Estados Unidos, amenazando con “consecuencias imprevisibles”.
En esta segunda fase de la guerra, en la ofensiva sobre la región de Donbás, los misiles antitanque también serán importantes. Sin embargo, “si Ucrania quiere retener territorio y llevar a cabo contraofensivas lejos de la guerra de guerrillas que esperábamos que hiciera, necesitará no solo antitanques, sino también sistemas antiaéreos, entre otros”, explica Michel. Para el analista Wezeman, los Javelin seguirán siendo eficaces porque los rusos no solo usan el mismo tipo de tanque, con ese diseño que los hace vulnerables, sino que los usan igual que al principio de la guerra. “No hay tiempo para idear ni producir nuevos tipos de tanque o protecciones que se les puedan añadir”, cuenta. “Básicamente, Rusia sigue operando de la forma en que lo hizo en las primeras semanas y siguen topándose con nuevos Javelin manejados por las tropas ucranias que saben que tienen un arma ganadora de la que están obteniendo más unidades”.
Los ucranios piden más armas, también más Javelin. Estados Unidos ha enviado alrededor de un tercio de los que tenía almacenados (no publica el inventario total), según cálculos del analista Mark F. Cancian, del Centro para los Estudios Estratégicos e Internacionales, en Washington (CSIS, en inglés). Esto llevó a algunos expertos a preguntarse cuántos quedan disponibles para EE UU. En un artículo de mediados de abril titulado ¿Se quedará Estados Unidos sin Javelin antes de que Rusia se quede sin tanques?, Cancian recoge esta inquietud, ya que explica que reponer existencias lleva tiempo ―se tarda 32 meses en fabricarlos ―. A ello se suma la crisis de los semiconductores, necesarios para este tipo de tecnología, y el hecho de que más países se están rearmando, lo que en conjunto podría disminuir el ritmo de llegada de los solicitados Javelin a Ucrania. Para evitar esa posibilidad, Biden aclaró en la fábrica de misiles que buena parte de la nueva ayuda que pide al Congreso será para reponer material ya enviado.