El primer año del gobierno de Pedro Castillo será recordado como uno de los períodos de mayor retroceso en derechos humanos de las mujeres. Esto, por supuesto, no es obra exclusiva del presidente; el Congreso ha hecho y viene haciendo lo suyo, pero el Ejecutivo no se le ha puesto al frente y también ha hecho lo propio.
En solo un año, hemos visto un cuestionamiento sistémico al enfoque de género en las políticas públicas, se ha puesto en riesgo la continuidad de la educación sexual integral en la currícula educativa, el aborto terapéutico podría restringirse en breve y hasta el propio Ministerio de la Mujer y su mandato están en riesgo de ser afectados. Si había un momento para responder, llamar la atención e intentar enmendar el camino, este fue ayer en el mensaje presidencial.
Pero eso no ocurrió. El tema de la mujer ha estado tan vacío como la línea de gobierno sobre este aspecto en su primer año de gestión. El discurso se limitó, como lamentablemente parece ser costumbre en este tipo de intervenciones, a hacer una referencia a la lucha contra la violencia hacia la mujer y la implementación de sistemas de cuidado. El primero, con el solo anuncio de reforma del programa Aurora, que tiene a su cargo la prevención y atención a las víctimas de violencia. El segundo, con la entrega al Congreso del proyecto de ley que crea el Sistema Nacional de Cuidados, una promesa que viene siendo un clásico de los discursos presidenciales desde hace al menos una década y que no llega a nada concreto.
Ni una mención a las implicancias de no incluir la educación sexual integral en la currícula escolar, ni al retroceso que significaría acabar o limitar aun más el aborto terapéutico. Ni tan siquiera una línea que dijera expresamente que no va a modificar el nombre del Ministerio de la Mujer. Nada.
Este vacío en el mensaje es una expresión más del desinterés del presidente Castillo y su círculo más cercano por la situación de desigualdad, discriminación y violencia que viven a diario las mujeres en el Perú. Tan a diario que la antesala del mensaje presidencial de ayer fue la denuncia contra un congresista que habría dopado y violado a su asesora en el mismo Congreso. En el mismo lugar desde donde horas después se daba el mensaje presidencial y se decía “¡viva el Perú!”.
Este mensaje no es, pues, más que el colofón de un año de gobierno marcado por un sinnúmero de nombramientos de acosadores, agresores y homofóbicos en distintos cargos públicos, así como el de los gabinetes con menor número de mujeres desde el 2006. Aspecto este último que ya ni promete enmendar.