
El mundo parece sacudido por la nueva administración Trump. En esta agitación inusual, tenemos al novel Departamento de Eficiencia Gubernamental en Estados Unidos y al Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado en Argentina, tomando al toro por las astas y tratando de darle muerte a la burocracia. Mientras la nueva entidad estadounidense, liderada por el multimillonario Elon Musk, apuesta por la reorganización del aparato gubernamental y la reducción de presupuesto público de su país, poniendo el dedo en diversas “llagas”, el presidente Javier Milei en Argentina aplica su programa Cero Burocracia, con el que busca eliminar normas obsoletas, reducir carga burocrática que obstaculice la libre competencia, la actividad económica y beneficie al ciudadano.
El índice de burocracia 2024 elaborado por Adam Smith Center for Economic Freedom señala que el Perú desperdicia 591 horas al año en trámites (25 días) y ocupa la posición ocho de 11 países analizados. Además, el cálculo de ineficiencia del Estado en nuestro país equivale a más de S/16 mil millones al año, según el BCR, lo que representa una pérdida de alrededor de S/500 para cada peruano.
En su “Informe sobre el panorama de las administraciones públicas latinoamericanas” (2024), la OCDE ubica al Perú en el puesto 13 de 18 (de mayor o menor) en el ránking de “tamaño” del servicio civil. ¿Esto qué quiere decir? Que no somos los que más crecemos en la región. De hecho, somos de los más pequeños. El servicio civil no solo es gasto. También son personas que actúan en nombre del Estado para garantizar seguridad o prestar servicios (entre otros) y cumplir metas de gobierno. Sin embargo, ¿es preciso racionalizar la llamada burocracia? Sí, pero generando las condiciones previas y no perder de vista las necesidades públicas. Dejo tres reflexiones al respecto:
1. Data y rectoría. ¿Cuándo fue el último censo de servidores públicos en el país? Servir carece de información cualitativa. La del MEF es incompleta. El nivel municipal es la dimensión desconocida. También las reales necesidades de las entidades públicas. Recortar sin data es como lanzar un hachazo a ciegas. Como rectores del servicio civil, Servir y el MEF (hace poco menos de un año) tienen que dar luces al respecto.
2. ¿Por qué se contrata más gente y de forma precaria? Las razones van desde favores políticos hasta reales necesidades institucionales y brechas de capacidades. Por eso urge una carrera pública meritocrática con incentivos para crecer, atraer talento, retenerlo y evaluarlo; tanto como mecanismos dignos de contratación flexible y temporal para atender emergencias. Urge que el reclutamiento apunte al personal idóneo. La mediocridad es costosísima para el Estado en dinero y vidas.
3. Un cambio de enfoque en la gestión pública. De función (por entidad) a problema público (mirada transversal) con una rectoría fuerte de la PCM a través de su unidad de coordinación y cumplimiento. El Estado no puede funcionar como parcelas.
En suma, el crecimiento de la burocracia no puede ser satanizado. Sí debe responder a criterios claros de orden público y condenarse cuando este es populista o responde a intereses subalternos. Invirtamos como Estado en las personas que el país necesita para funcionar y (re)legitimar nuestra alicaída democracia.

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