A casi cuatro meses de iniciada la epidemia de la viruela del mono, el 88% de casos a nivel mundial está concentrado en Estados Unidos, seis países europeos, el Perú, Brasil y Canadá. Si bien Europa concentra la mayoría de los casos acumulados, la vacunación y los mensajes de salud pública parecen estar teniendo un efecto positivo, pues luego de un mes de continuo aumento, la última semana muestra una desaceleración de la epidemia, causando una disminución global del 21% de casos respecto de la semana previa.
El panorama es diferente en las Américas, donde el aumento de casos es continuo y pronunciado, notificando globalmente la mayoría de casos de las últimas semanas. El 25 de agosto, la OMS señaló que en América Latina el brote estaba influenciado por las insuficientes medidas de salud pública y la falta de acceso a las vacunas.
¿Por qué nuevamente nuestro país lidera la estadística global durante una crisis de salud mundial? Al 26 de agosto, teníamos 1.342 casos acumulados en 16 regiones. Diversas razones influyen en esta situación: el ámbito sociocultural, la inequidad y la respuesta del sistema de salud.
El estigma y la discriminación son problemas sociales. Como tales, son difíciles de tratar exclusivamente desde el sector salud. Estos tienden a crecer cuando una condición de salud afecta principalmente a un grupo específico. La población LGTB es vulnerable por estar expuesta a discriminación, violencia, desempleo, entre otros. El temor al despido y la pérdida de confidencialidad ante la sospecha hacen que muchos prefieran no ser diagnosticados, continuando la cadena de transmisión y poniendo en riesgo su salud.
El COVID-19 demostró que la inequidad juega un rol preponderante, afectando de forma desproporcionada a poblaciones vulnerables con limitado acceso a servicios de salud por barreras geográficas, financieras o de adecuación cultural. Muchas de estas poblaciones carecen de sistemas de protección social que les permitan acceder a sustento en caso de requerir aislamiento o internamiento. Finalmente, la inequidad global en el acceso a tecnologías sanitarias continúa siendo una de las mayores barreras para los países del sur global.
La respuesta activa a la epidemia desde el sistema de salud aún tiene falencias a diversos niveles: el entrenamiento de trabajadores sanitarios, acompañado de sensibilización relacionada a sistemas de salud inclusivos y protección de la confidencialidad del paciente. La implementación de un sistema efectivo de rastreo de contactos permitiría limitar la expansión del virus. Al igual que asegurar el oportuno y adecuado abastecimiento de tecnologías sanitarias: herramientas diagnósticas, medicamentos esenciales, estrategias sanitarias y acceso a vacunas. Hace unos días, la farmacéutica Bavarian Nordic anunció que, junto con la OPS, facilitarán el acceso a la vacuna para Latinoamérica, con probables entregas desde setiembre.
Las medidas de control y comunicación deben centrarse en mensajes en torno de la transmisión del virus. Una de las grandes falencias con el COVID-19 fue la deficiente comunicación sobre la transmisión por aerosoles. La viruela del mono se transmite principalmente por contacto continuo y prolongado con lesiones. Así, las relaciones sexuales son claves, pero también otras actividades de contacto íntimo como abrazos, dormir juntos y otras. La enfermedad no está relacionada con un género u orientación sexual, sino con patrones de comportamiento humano. Los mensajes sanitarios deben ser claros y adaptarse a su público objetivo, con información adecuada y práctica.
Necesitamos entender la dinámica de transmisión, el comportamiento de la población y las barreras sociales. No cometamos los mismos errores que con el COVID-19. Necesitamos equipos técnicos multidisciplinarios que entiendan las particularidades y deficiencias de nuestro sistema. Además de estrategias sostenidas para caminar hacia una sociedad más inclusiva. El cambio climático, el extractivismo y los patrones de movilidad humana continuarán incrementando el riesgo de zoonosis. Si no integramos las lecciones aprendidas en las crisis pasadas, estaremos condenados a liderar las tablas globales en cada crisis sanitaria.