
El mundo laboral se está enfrentando a su transformación mas acelerada en décadas. Según el reporte “Future of Jobs 2025″ del World Economic Forum, el 44% de las habilidades laborales actuales cambiarán en los próximos cinco años y, para el 2027, el 23% de los empleados actuales podrían reinventarse o hasta desaparecer.
Esta transformación no es novedad. La primera revolución industrial reemplazó el trabajo manual con máquinas de vapor, la segunda revolución industrial trajo la producción en masa y la tercera inició con digitalización de procesos mediante la informática. Sin embargo, la cuarta revolución industrial, muy impulsada con la automatización y la inteligencia artificial (IA), se diferencia principalmente por su gran velocidad y alcance global.
Hoy en día, la clave ya no está en huir de la automatización, sino en aprender a coexistir con ella. Profesiones que se pensaban como imposibles en automatizar como la medicina y el derecho están enfrentándose a la inteligencia artificial, redefiniendo su trabajo. El problema es claro: no es que solo algunos empleos van a desaparecer, sino que las habilidades que hoy garantizan un puesto pueden volverse irrelevantes en menos de cinco años.
Aquí aparece un concepto que es crucial: las habilidades transferibles. Todos tenemos competencias actuales que pueden aplicarse a nuevos roles que están surgiendo. Tenemos que entender que la tecnología no nos va a reemplazar. Quienes van a reemplazar a los trabajadores de hoy son aquellos que desarrollen las habilidades del futuro.
La realidad es que el problema no es solo la automatización, sino la brecha entre la velocidad con la que avanza la tecnología y la capacidad de los trabajadores para adaptarse. Las rutas de formación tradicionales no están preparadas para volver a entrenar a cientos de miles de personas en tan poco tiempo.
Hay un error común presente tanto en sector privado como en academia. Muchos profesionales creen que su trayectoria laboral los protege frente a estos cambios. En el contexto de empresas multinacionales, donde he visto de cerca cómo la tecnología impacta en la forma en que colaboran equipos globales, es común encontrar líderes con décadas de experiencia que asumen que su conocimiento actual seguirá siendo suficiente. Pero la realidad es que la digitalización no discrimina por antigüedad. Otros piensan que mantenerse informados o aprender a usar herramientas como ChatGPTPro les garantizará competitividad. Sin embargo, actualmente interactuar con la IA y conocer algunos tips no es suficiente.
El verdadero desafío nos lo cuenta el World Economic Forum en su reporte sobre Future of Work, y va más allá de aprender a usar la IA del momento. El desafío está en desarrollar competencias clave. Uno se puede preguntar: ¿cuáles son esas competencias? O, ¿cómo puedo estar preparado para esta transformación? Ante este panorama, el ‘reskilling’ (recapacitación profesional) es la única alternativa viable. Sin embargo, no se trata de acumular cursos online o aprender herramientas digitales de forma aislada. La clave está en implementar una transición profesional estratégica, basada en habilidades transferibles.
Aquí es donde el Design Thinking se convierte en una herramienta clave. Aplicado al ‘reskilling’ a habilidades del futuro, permite visualizar y planificar una transformación profesional efectiva a través de cinco pasos: diagnóstico, definición de futuro laboral, exploración, aprendizaje ágil e iteración.
Hay algo que es innegable: reinventarse ya no es opcional. Las empresas que no inviertan en el desarrollo de su talento perderán competitividad, y los profesionales que no tomen el control de su aprendizaje corren el riesgo de quedar obsoletos. El ‘reskilling’ no es solo un beneficio personal, sino un asunto de política pública y competitividad económica. Gobiernos, empresas y universidades deben acelerar iniciativas de recapacitación para evitar una crisis laboral masiva.
A lo largo de mi trayectoria en innovación, formación corporativa y gestión del cambio en entornos globales, he podido ver cómo aquellas organizaciones y profesionales que adoptan un enfoque proactivo hacia la transformación digital logran mantenerse a la vanguardia. La historia ha demostrado que cada revolución tecnológica genera más empleo del que destruye, pero solo para aquellos que saben adaptarse.
La pregunta es clara: ¿vas a esperar a que la IA decida por ti o vas a prepararte para el futuro?

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