En el ejercicio del poder se puede pasar de una crisis a otra como parte de lo que se debe enfrentar permanentemente. Lo que no se puede hacer sin consecuencias graves es embalsar una crisis y, peor aún, demorarse demasiado en salir de ella.
Hasta puede resultar, finalmente, en un acto de insensatez mayúsculo.
El embalse de la reciente crisis presidencial, a causa del prolongado tiempo que le tomó a la señora Dina Boluarte aclarar el origen de los relojes Rolex que venía luciendo bajo celoso misterio, pudo haberle costado sortear una moción de vacancia más seria y agresiva que la que terminó por archivar el Congreso.
Y así como ha encontrado la manera de salir a flote de esta situación, la mandataria debe tomar al toro por las astas en la embalsada crisis de la inseguridad interna del país. Si ha cambiado a un ministro del Interior por otro es porque el Gobierno tiene bien pensada y decidida alguna nueva estrategia.
Sería demasiado triste que Boluarte se hubiera equivocado en el relevo y tuviera ante sí más de lo mismo. Ahí sí, con la lección aprendida de los últimos días, más le valdría ofrecernos un rápido y efectivo liderazgo. La disyuntiva no aguarda más: el estrenado ministro del Interior empieza a decirnos por qué está donde está o retorna a la tranquilidad de sus cuarteles de invierno.
Hay otro embalse de crisis no menos importante en conexión precisamente con la inseguridad interna y con algunas delicadas cuestiones de fondo internas que no pueden dilatarse más. Es el embalse de lo que toca por hacer y resolver al Ministerio Público, al Poder Judicial y a la Junta Nacional de Justicia, con dos de sus miembros sentados sobre los alfileres de una endeble reposición en sus puestos.
¡Oh, ironía!, el doctor Juan Carlos Villena Campana, autoridad máxima por ahora del Ministerio Público, está precisamente al frente de las diligencias que comprometen a la presidenta Boluarte. Es consciente, como es sabido, de la procesión por dentro que carga su institución sobre el caso de la suspendida fiscal de la Nación Patricia Benavides, quien lo está precisamente por decisión de la Junta Nacional de Justicia, de acuerdo con evidencias que ahora, bajo investigación fiscal, son de escaso o ningún sustento. El embalse de la crisis del Ministerio Público se extiende a otras investigaciones, como a los fiscales encargados del Caso Lava Jato y cuyos procesos reclaman más transparencia y menos silencio de los que supuestamente lideran la persecución del delito en un país cada vez más atravesado por la impunidad.
Más cuidado con los embalses de crisis, que suelen acabar con sus temerarios protagonistas.