Quienes comentamos los sucesos políticos solemos, para dar sustento a nuestros análisis, relacionarlos con tendencias estructurales. De esta manera, no se trataría de sucesos anecdóticos, sino de una expresión de fuerzas más profundas. Veríamos “la punta de un iceberg”. El problema es que la coyuntura peruana es muy cambiante y contradictoria. Por consiguiente, la apelación a lo estructural hace que parezca que hablamos de países diferentes. En realidad, la estructura no cambia tanto, lo que ocurre es que solemos errar en nuestros juicios, ya sea por subestimar o por sobreestimar ciertas tendencias.
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