Aunque Estados Unidos y varios países latinoamericanos han hecho lo correcto y apoyado el derecho de Israel a defenderse de los más de 2.000 cohetes de Hamas lanzados contra la población civil de Israel, la reacción de algunos países de la región ha sido patética.
Los gobiernos de Cuba, Venezuela, Argentina y San Vicente –un país pequeño, pero que ocupa una banca en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas– han apoyado tácita o explícitamente al grupo terrorista Hamas.
Hay una buena razón por la que Hamas es considerado oficialmente un grupo terrorista por Estados Unidos y los 27 países de la Unión Europea: es una organización que deliberadamente usa la violencia contra objetivos civiles. Hamas está disparando sus cohetes a las ciudades de Israel, incluidas Jerusalén y Tel Aviv, apuntando a la población civil. Israel, en cambio, está respondiendo con ataques a objetivos militares de Hamas. Esa es una gran diferencia. Además, Hamas llama abiertamente a la aniquilación de Israel y su población judía.
El 7 de mayo, Fathi Hammad, un alto funcionario de Hamas, pidió a los palestinos que les “corten la cabeza a los judíos con cuchillos” en un discurso transmitido por Al-Aqsa TV en Gaza.
Lo que está en juego en este conflicto no es el derecho del pueblo palestino a una patria, algo que muchos de nosotros apoyamos en la forma de una solución de “dos estados para dos pueblos.”
Hamas es un grupo ultraderechista y fundamentalista islámico apoyado por Irán que no quiere una solución de dos estados. Quiere eliminar a Israel e instalar un régimen fundamentalista musulmán.
Pero nada de eso ha impedido que las dictaduras de Cuba y Venezuela culpen a Israel por la violencia, sin una palabra de condena a Hamas. Lo más sorprendente fue la reacción de Argentina, cuyo caótico gobierno populista condenó el “uso desproporcionado de la fuerza” por parte de Israel.
Otros países latinoamericanos, como México y Chile, emitieron declaraciones medianamente equilibradas. Brasil, Colombia y Uruguay, al igual que el presidente Joe Biden, enfatizaron el derecho legítimo de Israel a defenderse.
¿Qué hay detrás de los ataques de Hamas? La lucha por el liderazgo palestino.
Hamas está lanzando sus cohetes para convertirse en el único líder de la causa palestina, desplazando de la escena al gobierno de la Autoridad Palestina.
Hamas también se ha aprovechado de la reciente decisión del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, de 85 años, de posponer las elecciones palestinas.
Y Hamas se ha beneficiado de lo que describe como la tímida respuesta de Abbas a la disputa legal por los derechos de propiedad de cuatro casas en el este de Jerusalén, y a la represión policial de la policía israelí contra manifestantes palestinos en el complejo de la Mezquita Aqsa.
Nada de esto significa que el gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, esté libre de culpas.
Netanyahu, cuya coalición depende del apoyo de partidos de extrema derecha y ultraortodoxos, ha dejado que las tensiones entre israelíes y palestinos se intensifiquen.
Entre otras cosas, retrasó hasta el último minuto la decisión de suspender una marcha del Día de Jerusalén por parte de israelíes de derecha en una zona musulmana de Jerusalén.
Netanyahu, que enfrenta cargos de corrupción, debería haber sido derrotado en las urnas hace mucho tiempo. Le ha hecho peor que bien a Israel, tomando medidas en los últimos años que han hecho cada vez más difícil la creación futura de un estado palestino.
Aun así, en el momento de escribir estas líneas, mientras los cohetes siguen cayendo sobre ciudades israelíes, es Hamas –no Israel– el que debe ser denunciado.
Los terroristas de Hamas están lanzando cohetes contra civiles israelíes, mientras usan a los residentes de Gaza como escudos humanos.
Israel está disparando contra las posiciones militares de Hamas para defender a su población, como lo haría cualquier otro país si fuera blanco de más de 2.000 cohetes disparados desde un territorio vecino.
–Glosado y editado–
© El Nuevo Herald. Distribuido por Tribune Content Agency, LLC
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