El duro comunicado que ha publicado este miércoles el Consejo Fiscal (CF) alertando sobre los principales riesgos para la sostenibilidad fiscal revela un detalle sobre la forma en la que el ministro de Economía y Finanzas, José Arista, está manejando el proceso de definición de presupuesto del próximo año que debería hacernos sudar frío.
Lo que explica el CF es que el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) presentó inicialmente al Ejecutivo un proyecto de presupuesto para el 2025 que no fue aprobado por el Consejo de Ministros. ¿Cómo logró el visto bueno del gobierno? Simple. Aumentó en más de S/7 mil millones los recursos que se prevén gastar el próximo año.
Si no se le han puesto los pelos de punta, se lo explico más claramente: la máxima autoridad fiscal en el país, cuya función es garantizar que los recursos de todos los peruanos se manejen de manera responsable, había calculado cuánto se podía y se debía gastar en el 2025 y, ante la presión política del Ejecutivo, decidió, mágicamente, que la cifra debía incrementarse hasta los S/252 mil millones. Conociendo esto, no cuesta mucho imaginar la razón detrás de la renuncia de Betty Sotelo al Viceministerio de Hacienda y el motivo por el que hasta ahora el MEF no le encuentra un reemplazo.
Cuánto gasta e invierte el Estado Peruano cada año es una de las decisiones con mayor impacto que toma el MEF. Si el monto es muy bajo, puede restarle impulso a la economía. Si el gasto supera en exceso sus ingresos, aumenta el déficit fiscal y se pone en riesgo el grado de inversión y el acceso a recursos en el futuro.
Decidir que el presupuesto ya no aumente 1,6% de un año al otro, sino 4,6% por motivos políticos, no es, sin embargo, lo más grave. Lo que explica el CF es que el MEF ha determinado que estos gastos adicionales van a ser financiados, como por arte de magia, por la partida “recuperación más efectiva de recursos provenientes de litigios por parte del Tribunal Fiscal”. Y aquí nos deberían dar palpitaciones porque lo que está haciendo el MEF es el equivalente a que yo decida comprar un Aston Martin porque confío en que voy a recibir una herencia de un pariente desconocido el próximo año.
En realidad, es peor. Porque estos litigios –que usualmente terminan en el Poder Judicial, además– no deberían buscar aumentar la recaudación, sino que las pocas empresas formales que ya pagan impuestos tributen lo correcto.
Es momento de que el MEF deje de intentar sacar recursos de un sombrero imaginario y empiece a manejar con seriedad las cuentas fiscales. Continuar en esta senda solo pone en riesgo el futuro del país.