El presidente Pedro Castillo presenta el balance de sus primeros 100 días de Gobierno, ayer, en Ayacucho. (Foto: Presidencia).
El presidente Pedro Castillo presenta el balance de sus primeros 100 días de Gobierno, ayer, en Ayacucho. (Foto: Presidencia).
Editorial El Comercio

Mucho ruido, pocas nueces (o ninguna) y una ausencia sugestiva, tal podría ser la descripción sintética del presunto balance de los cien días de gobierno que ayer ofreció el presidente al país.

Aparatosamente publicitado y dominado por el claro ánimo de una puesta en escena (no en vano el jefe del Estado y muchos de sus ministros se trasladaron hasta la Plaza de Armas de Ayacucho para la ocasión), el mensaje, para empezar, abundó en promesas y escamoteó los recuentos… que es lo que supuestamente debería caracterizar a un balance. Anunciar un paquete de reformas contra la corrupción o el retorno de los escolares a las clases presenciales en marzo del 2022 no constituye, en efecto, esfuerzo alguno de evaluación de lo ya realizado. Y lo mismo puede decirse de la creación de una comisión de alto nivel “para iniciar el proceso del diálogo directo” con las empresas que tienen deudas tributarias o de la próxima firma de una norma que prohíba que los funcionarios del Estado viajen en primera clase. Esos son, a lo sumo, compromisos para un vago futuro que, por añadidura, llevan grabado el sello indeleble del populismo. Es decir, que buscan el aplauso de la tribuna antes que el buen gobierno.

Mención aparte en ese rubro merece, por lo demás, la proclamación de la decisión de : una medida que varios expertos han cuestionado tomando como base el hecho de que no existe tal vehículo (lo que hay es una aeronave que pertenece a la FAP y que se utiliza, entre otras cosas, para auxiliar a la población en momentos de desastre) y que no representará mejora efectiva alguna para la ciudadanía, a pesar de su estridencia.

Ningún gesto tan irresponsable, sin embargo, como el de anunciar, en la mañana, que “a partir de diciembre ningún trabajador formal ganará menos de S/1.000 hasta aumentar el sueldo mínimo” (lo que muchos entendieron lógicamente como un alza , actualmente fijada en S/930) para luego, en la tarde, precisar que se trataba de “un subsidio de S/70″.

¿Pueden, por otra parte, considerarse elementos de un balance las referencias a una “segunda reforma agraria” que todavía no asoma en el horizonte o la alusión a una solicitud de facultades legislativas al Congreso? La verdad es que muy difícilmente.

En realidad, lo llamativo del mensaje de ayer estuvo, más bien, por el lado de los silencios y las ausencias. Cuando estamos en medio de una producida por el intento del Gobierno de ejercer presión sobre los ahora ex comandantes generales del Ejército y la Fuerza Aérea para que favorecieran el ascenso de determinados oficiales y mientras existe un clamor generalizado para que el titular de Defensa, , renuncie, el presidente optó por no pronunciar palabra al respecto. Nada dijo tampoco sobre el MTC en momentos en que se promueve con los gremios de transportistas sobre extensiones de autorizaciones de ruta o amnistías para las multas que han acumulado. Y, por último, omitió también toda mención a los cuestionamientos a la gestión, enemiga de la meritocracia en el magisterio, del ministro Carlos Gallardo en Educación y la reciente designación para el sector proveniente de las filas de la Fenatep.

Todo ese alarmante cuadro nos lleva a plantear la más seria de las interrogantes que surgen del evento de ayer: ¿por qué no estuvo presente la presidenta del Consejo de Ministros, ?

La inasistencia de la jefa del Gabinete a un acto oficial que aspiraba a ser relevante da pie a especular sobre su eventual incomodidad ante la actitud de un mandatario que insiste con el nombramiento y sostenimiento de personas sin capacidad técnica ni solvencia moral en la estructura del Estado y que sigue saboteando toda posibilidad de ganar cierta estabilidad para su gobierno al volver sobre el asunto de la inconstitucional asamblea constituyente (“un grito popular”, según él, pero que no pasa del 10% de respaldo en las encuestas).

Su ausencia, de cualquier forma, aparte de desatar dudas sobre su permanencia en el puesto, fue casi un emblema de lo que el mensaje de ayer representó: un solemne vacío.

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