Las siguientes serán diferentes de las del 2021 en varios sentidos. El cambio más evidente es la avalancha de partidos políticos que enfrentarán los electores en la cédula de sufragio (a la fecha suman más de 40, y contando). Otra diferencia grande es que los propios electores no seremos, en general, los mismos.

Según publicó este Diario hace unos días, el primer simulacro del para el cierre del padrón electoral –el listado en el que se incluyen todos los ciudadanos habilitados para emitir voto– dio como resultado un total de 27,47 millones de electores. Ello implica un incremento de 10,1% desde los comicios regionales del 2022 y, con respecto a las elecciones generales del 2021, el aumento es de 2,52 millones. El cierre del padrón electoral se dará el 12 de abril, un año antes de las elecciones.

No es exagerado decir que los nuevos electores pueden tener en sus manos los resultados de la contienda. En las últimas dos segundas vueltas presidenciales, las del 2016 y el 2021, por ejemplo, el resultado se decidió por poco más de 40 mil votos. Es decir, el incremento del padrón electoral para el 2026 es 63 veces más grande que la distancia que separó a los dos finalistas en ambos comicios.

La prevalencia y penetración de las sin duda será un factor crucial en las elecciones que vienen, y los partidos lo saben. Todas las demografías tienen hoy mayor conectividad digital que antes, y la influencia de las redes es especialmente fuerte sobre las nuevas generaciones. Espacios como han ganado presencia que no tenían en el 2021 (según el Digital News Report 2024, en el Perú el uso de la plataforma china para consumir noticias es bastante significativo comparado con otros países).

Una arista adicional es la gran cantidad de peruanos que hoy residen en el exterior. Desde la pandemia habrían salido casi 250 mil cada año, muchos de los cuales no han actualizado sus datos en el Reniec, y posiblemente serán pocos los que finalmente emitirán su voto si las reglas no cambian. En la primera vuelta del 2021, apenas un 23% ejerció su derecho ciudadano y –tal como lo advirtió el jefe de la en – la situación actual podría incidir en el ausentismo para los comicios del 2026. Los organismos electorales y el analizan mecanismos para facilitar su participación, pero están ya contra el tiempo.

Con una elección potencialmente ajustada –dada la enorme dispersión de partidos–, los votos que representan a las nuevas generaciones y a los peruanos en el exterior pueden hacer toda la diferencia entre un resultado aceptable y uno lamentable. La principal responsabilidad recae sobre ellos mismos, pero el efecto lo sentiremos todos.

Editorial de El Comercio

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