Es una fantasía a la vez clasista y xenófoba: borrar a los venezolanos, a los ‘choros’ y a todos los pobres, con un simple golpe de limpiaparabrisas. Como la lluvia, como la mugre. Es una fantasía surgida de la fobia y del miedo de los que no solo se acercan a la brecha urbana, sino que están, durante los instantes que dura el semáforo en rojo o el atracón, dentro de la brecha misma, con el motor prendido para trepar por sus muros estrechos; allí donde la tierra se traga las diferencias irreconciliables de ingresos, de seguridad, de formalidad; allí donde nos vemos las caras los que tenemos carro y los que no tienen nada.
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