Daniel Salaverry
Daniel Salaverry
Pedro Tenorio

Según una popular definición de locura, esta “consiste en hacer siempre las mismas cosas y esperar resultados diferentes”. La frase es atribuida insistentemente a Albert Einstein, pero no hay certeza de que le pertenezca. Lo que sí es cierto es que se podría aplicar a la política peruana y compartirla con , presidente del Congreso, para que no persista en el camino trazado por su antecesor, Luis Galarreta. Un objetivo republicano debería ser salvar al Congreso. Es decir, recuperar su prestigio y hacer que represente y trabaje por los intereses de los ciudadanos. Lamentablemente su imagen es desde hace décadas completamente opuesta, sin que se haga lo necesario por revertirla. Se trata, además, de una locura suicida, pues eleva la valla de la indignación ciudadana al punto de que muchos estarían conformes con su cierre, tal como ocurrió en 1992 con la nefasta herencia institucional por todos conocida.

Así, estamos en una vía de confrontación entre la población y los partidos políticos conocidos. Si no se hace lo suficiente, como hasta ahora viene ocurriendo, vamos camino a un escenario de “¡Que se vayan todos!”, propuestas radicales y ‘outsiders’ que lejos de solucionar el problema agudizarán la desconfianza en el Perú y sus posibilidades. ¿Exagero? Ojalá, pero lo visto en los últimos 30 años de vida política nacional me permite insistir en esta alerta. Sobre este punto, ya hablaremos en dos años y medio.

Hoy, Daniel Salaverry tiene la responsabilidad de liderar un cambio urgente. Siendo un personaje controversial, vocero “de choque” y poco dado a la diplomacia parlamentaria, deberá variar su chip político, pues persistir en él solo traerá más problemas al poder que representa. La presidencia de Galarreta devino en una severa desaprobación ciudadana, culpa del Parlamento en su conjunto, evidentemente, pero personificada principalmente en la bancada mayoritaria, Fuerza Popular (FP), que ahora controla por completo la .

¿Qué hacer? Apostar por la transparencia en la gestión (¡cero gollerías!). Comprometerse en la reforma del sistema de justicia oyendo a los expertos y no a los oportunistas que solo intentarán salvar a “sus” corruptos. No hacerlo propagará un halo de complicidad que equivaldrá a una partida de defunción política. Potenciar los alcances de la Comisión Lava Jato, demostrando que el tiempo y los recursos invertidos serán decisivos para llegar al fondo de la corrupción. Legislar de cara a la gente en materia de defensa del consumidor y protección del medio ambiente, dos temas donde se tiene la impresión de que el mercantilismo campea. Y basta de ‘blindar’ a más parlamentarios en apuros, pues anula cualquier esfuerzo positivo. La lista es extensa –reforma política, ¡ya!– y FP debe mostrar compromiso. Manos a la obra, señor Salaverry.