Los empadronadores formaron largas colas para recibir su bonificación de S/50 por participar en el censo (Foto: Alonso Chero)
Los empadronadores formaron largas colas para recibir su bonificación de S/50 por participar en el censo (Foto: Alonso Chero)
Patricia del Río

Se supone que el nos ofrecería una foto del momento, de lo que somos. Como cuando nuestro hijo cumple años y le tomamos siempre la misma fotografía, para ver cómo cambió, cuánto creció, en qué se está convirtiendo.

Pues bien, ese ‘selfie’ que nos tomamos el domingo ha dejado al descubierto una cara horrenda de nuestra sociedad. Ha develado una imagen nítida y escalofriante de nosotros mismos:

a) En primer plano, captando toda la atención de la foto, está el depredador. El típico machito peruano que sigue creyendo que las mujeres somos objetos a los que se puede usar a su antojo. El violador, el agresor, el idiota que acecha a las chicas siempre en la misma esquina, mostraron su peor cara y nos recordaron que caminar por estas calles es para las peruanas un diario ejercicio de supervivencia. Lo acompañaron abrazándolo y sonriendo los que prefieren indignarse con un juego de palabras que grafica la furia de las mujeres (#PerúPaísdeVioladores) en lugar de condenar al salvaje que se atrevió a meterse a la fuerza en el cuerpo de una mujer.

b) El ‘photobomber’: esta vez el papel lo cumplió a la perfección el , que se burló de todos los peruanos, obligándolos a quedarse en casa, para finalmente hacer las cosas tan mal que terminaron desperdiciando la plata y el tiempo de todo el mundo. Con una pésima organización, que se vislumbraba desde días y semanas anteriores, el Instituto Nacional de Estadística e Informática malogró el retrato que tanto había promocionado. Reunió a toda la familia, los obligó a posar con sus mejores galas y, al final, corrió calato frente a la cámara y lo echó todo a perder.

c) El orejas: el triste papel le tocó a los censadores. El INEI les ofreció pagarles 50 soles y hasta ahora están haciendo la cola para recibir su plata, les prometió refrigerio y algunos recibieron una cajita de jugo y unas míseras galletas; les ofrecieron medias becas, que nunca existieron, y los hicieron trabajar todo el domingo bajo condiciones de maltrato y desconsideración. El espíritu cívico de quienes sirvieron a su país se fue al tacho cuando, al revelar la foto, vieron que les habían puesto unas horrendas orejas de burro.

d) El dueño del ‘selfie stick’: el Gobierno, el encargado de apretar el disparador cuando todos estuvieran listos, el responsable de poner a cada personaje en su lugar y asegurarse de que todos hicieran bien su parte, hizo tremendo papelón. Fue el mayor responsable de que la foto saliera horrible y ya perdió la confianza de la población. Pronto se iniciará una larga etapa de reconstrucción y los peruanos, con razón, levantan la ceja y se preguntan: si estos han sido incapaces de organizar un retrato, ¿cómo van a hacer para levantar ciudades y sacarlas del barro?

No tenemos ni idea. A ver, diga chis.