Dos sujetos que durante las últimas semanas se habían convertido en el terror de las amas de casa en los mercados de Cajamarca, fueron capturados por una ronda y obligados a azotarse mutuamente.
Antes de propinarse los latigazos, cada uno de los ladrones debía decir al otro: “Ya no hay que robar” o “Debemos trabajar”. Si quedaba en evidencia que el golpe no era fuerte, los ronderos exigían que se vuelva a propinar el azote con mayor violencia.
Los delincuentes, identificados como Pablo Meca, procedente de Sullana, y Rafael Tenorio Díaz, no pudieron contener los alaridos de dolor y así pedían perdón a sus captores.
Ambos habrían operado en las inmediaciones de los centros de abastos cajamarquinos en complicidad con una mujer embarazada, quien es conviviente del sullanense Pablo Meca. Los ladrones se comprometieron a abandonar la ciudad de Cajamarca.