Paulino y Esmeralda son parte del millón de niños peruanos que aún cantan, escriben y declaman en sus lenguas nativas. De este modo, mantienen vivos sus idiomas para que estos no desaparezcan de las aulas donde estudian.
Él acude a la escuela intercultural bilingüe ubicada en la comunidad asháninka de Boca Cheni, en el distrito de río Negro, provincia de Satipo (Junín). Ella asiste a una escuela similar en la comunidad yanesha de Gramazu, en Chontabamba, provincia de Oxapampa (Pasco).
Además de la vocación por continuar el legado de sus lenguas nativas, ambos tienen otra cosa en común: alcanzaron los primeros puestos del concurso nacional "Los Abuelos Ahora", organizado por el programa social Pensión 65.
—En su propia voz—
La gratitud y el respeto que sienten Paulino y Esmeralda por sus abuelos los llevó a obtener el segundo y tercer lugar, respectivamente, entre los 1.909 niños que se presentaron en la categoría Poesía y Cuento en lengua nativa del certamen.
El poema con el que ganó Esmeralda –de 10 años– se titula “Mi súper abuelo”, el cual escribió inspirada en las enseñanzas que él le ha brindado, además de las actividades diarias que realiza. “Los abuelitos tienen muchas historias, y mi abuelo sabe mucho. Eso me hace sentir orgullosa”, dice.
Paulino, quien canta y recita en asháninka, le dedicó un poema a su abuela: “Hermosa está mi abuela /alegre está saltando /en su casa hilando está”. Ella vive en Boca Cheni y es hilandera. “Sabe tejer lindas canastas y esteras”, explica el niño.
El concurso, dirigido a escolares de nivel primaria de todo el país, tenía como objetivo impulsar que las nuevas generaciones tengan un trato digno hacia los adultos mayores, en especial hacia los más vulnerables.
—Legado familiar—
Víctor Surichaque es profesor de la Institución Educativa N° 34215, en Chontabamba. Allí, junto a otros dos docentes, imparte sus clases en yanesha y castellano a 39 niños. “Hemos tratado de rescatar e involucrarnos en la comunidad para que la lengua perdure”, dice.
Santiago Mendoza, padre de Paulino, cuenta que incentiva a su hijo –que actualmente cursa el primer grado de primaria– para que sea consciente de sus raíces familiares. “No queremos olvidar nuestro idioma ni nuestras costumbres”, precisa.
Así como él, Maribel Simon Armas, profesora del niño, comenta que es importante que los menores conversen con los sabios de su comunidad (adultos mayores) para que mantengan viva su lengua.
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