(EFE). Las viudas de los cuatro líderes indígenas de la etnia asháninka asesinados el mes pasado en la selva de Perú por presuntos madereros ilegales reclamaron que se castigue a los autores del crimen y se les dé la titularidad de sus territorios para proteger sus árboles.
Tres de las cuatro esposas de los nativos fallecidos en la región selvática de Ucayali, cerca de la frontera con Brasil, viajaron esta semana a Lima y ayer miércoles emitieron un comunicado tras reunirse durante dos días con una comisión del Congreso y varias autoridades gubernamentales.
Entre las tres mujeres de la comunidad nativa de Alto Tamaya-Saweto estuvo Julia Pérez, esposa de Edwin Chota, presidente de la comunidad y fundador de la Asociación de Comunidades Nativas Asháninkas de Masisea y Callería (Aconamac), quien ejercía un constante activismo contra la tala ilegal y la deforestación.
Junto a Julia Pérez, también viajaron a la capital de Perú Egilia Rengifo, esposa de Jorge Ríos; y Lita Rojas, esposa de Leonicio Quintisima, mientras que la viuda de Francisco Pinedo permaneció en Ucayali.
Las viudas valoraron las buenas intenciones y el acercamiento del Estado peruano a la comunidad de Saweto tras conocerse la muerte de sus maridos, pero culparon al Gobierno de desoír las peticiones y denuncias hechas por sus maridos en los meses anteriores al crimen.
"Sentimos que el Estado nos abandonó. En el Perú estamos marginados. (...) Buscamos la justicia para nuestros muertos y queremos que los culpables sean castigados, incluidos todos los responsables", añadió el comunicado.
Las autoridades han detenido hasta el momento al brasileño Adeuzo Mapes y su hijo peruano Eurico Mapes como presuntos autores del asesinato de los cuatro asháninkas en la quebrada Cayanya, cerca del río Putaya, cuando se dirigían a una reunión con una comunidad vecina de Brasil.
"Como dijo Edwin Chota, no nos vamos a sentar con los brazos cruzados mientras los madereros entran y destruyen nuestros bosques. Ahora el gobierno tiene que hacer el trabajo que no ha hecho antes. Tiene que proteger a nuestro pueblo y respetar nuestros derechos", agregaron las viudas.
Durante su estancia en Lima, las mujeres también se reunieron con representantes del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) y recibieron asistencia sanitaria para ellas y sus hijos, que sufrieron enfermedades estomacales durante el viaje.
"No queremos ver más sangre en nuestras tierras", pidieron las tres asháninkas al Congreso de Perú, donde también solicitaron la suspensión de las concesiones de extracción de madera en su territorio.
"Nosotros protegemos los árboles y los ríos. Sin ellos, pasaremos hambre. Los bosques son nuestro alimento, nuestra medicina y nuestra casa. (...) Los madereros ilegales se llevan la madera y contaminan el agua", denunciaron.
Las viudas también pidieron financiación para construir un tambo (posta) que les permitirá vender artesanías propias y anunciaron su disposición a plantar caoba y cedro, las dos maderas más preciadas de la selva amazónica, en el lugar donde perecieron sus maridos.