Dina Boluarte cumplió el último viernes 17 de marzo 100 días como presidenta de la República. La exvicepresidenta asumió el cargo el pasado 7 de diciembre, luego de la vacancia de Pedro Castillo, propiciada por el golpe de Estado que este proclamó ese mismo día.
Los primeros 100 días de Dina Boluarte en Palacio estuvieron marcados por protestas contra su gobierno, inicialmente en regiones del sur del país, pero que también se replicaron en Lima en enero y febrero. Luego, en las últimas semanas, han estado marcados por lluvias que han generado huaicos principalmente en el norte.
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De acuerdo con la Defensoría del Pueblo, hasta mediados de febrero hubo 48 muertes por enfrentamientos relacionados a las protestas, 11 muertes vinculadas a bloqueos de carretera, y la muerte de un policía. También se reportaron ataques a comisarías, sedes del Poder Judicial, el Ministerio Público y otras instituciones del Estado.
La fiscalía de la Nación inició una investigación preliminar a la presidenta y miembros de su gabinete en torno a estos hechos por presunto homicidio calificado, genocidio y lesiones graves. Además, fiscalías provinciales investigan los actos vandálicos y otros presuntos delitos que hayan podido derivarse de las manifestaciones.
El Comercio consultó con tres analistas sobre la evaluación que hacen de los primeros 100 días de gobierno de Dina Boluarte. En líneas generales, coincidieron en que el peor aspecto o el peor error de su gobierno fue la forma en que lidió con las protestas y su relación con las regiones donde estas tuvieron más fuerza. Adicionalmente, se señaló el no haber comprendido que su gobierno debía ser de transición.
1. ¿Cómo califica el liderazgo de Dina Boluarte en estos primeros 100 días en el frente interno?
Gonzalo Banda, analista político: “Depende del actor político con el que interactúe. Para el establishment, es un liderazgo cooperativo, Boluarte y sus ministros despachan con mucha atención con los actores del establishment. Hay relaciones fluidas con las bancadas de centro y derecha. Ahora ya aparecen en la lista de su Whatssapp, tienen línea directa y relativa estabilidad, cosa impensable con Castillo. Pero ese liderazgo cooperativo desaparece con su base de votantes primigenia, y se convierte en un liderazgo confrontacional. Boluarte ha optado por la estrategia de polarizar con los votantes que llevaron a Castillo a la presidencia (y a ella con él), pero sus ministros salen despavoridos en las visitas a algunas regiones de conflictos sociales. Son estilos bastante diferentes”.
Mabel Huertas, socia de 50+1: ”Flojo, opaco, alguna vez siendo opacada por su presidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola. No era una persona que estaba preparada para llegar a la presidencia de un país. Lo máximo que llegó a liderar, además de un ministerio, fue un club departamental. Los grandes retos al asumir un país son totalmente diferentes, más aun en tiempos de crisis. Padece de esta suerte de síndrome donde los presidentes se juntan con aquellos en que confían y que no tienen capacidades. Ella tiene de eso, pero al mismo tiempo, es cierto, ha convocado a algunos buenos elementos en algunos ministerios”.
Rober Villalva, especialista en comunicación política: “Cuando un político gana una elección, inmediatamente cambia el objetivo político, que es construir la mayor cantidad de consensos posibles para gobernar y adquirir legitimidad política. No fue el caso de Dina Boluarte, porque la gente eligió a Pedro Castillo. En términos políticos, Dina Boluarte debió y debe hacer todos los esfuerzos posibles por convocar a elecciones. De no hacerlo, que es lo más seguro, dará continuidad a la crisis política que para nada fue clausurada”.
¿Cuál ha sido el campo más flojo y el peor error del Gobierno?
Gonzalo Banda: “Muchos. Su única estrategia para combatir los conflictos sociales ha sido la represiva y esperar al desgaste de la movilización social. Pero no menos errónea ha sido su renuncia para recuperar la base electoral que la llevó al poder. En un país donde la representación política está rota, buscar contentar a los que fueron tus opositores y desencantar a tu base, es un paso más en el camino de la desaparición de la representación política. No tiene relaciones funcionales con los gobernadores regionales porque a los gobernadores no les suma ningún tipo de credibilidad sino solo impopularidad. Evidentemente, que no haya habido responsabilidad política, ni renuncias después de las muertes en las protestas, a estas alturas, es no sólo un error, sino una invitación a que haya errores impunes”.
Mabel Huertas: “El peor error que ha tenido es no tener una buena lectura de las protestas y, por lo tanto, no saber enfrentarlas y permitir que crezcan. [Esta mala lectura consistió] en este discurso un poco binario, de señalarlos como enemigos, como parte de un plan del terrorismo. La frase ‘Puno no es el Perú' creo que resume lo que ella pensaba de las protestas, como un ninguneo [...] Al haberse aliado con la derecha, tenía este discurso de tener la necesidad de tener mano dura, no ceder, luchar contra un enemigo, cuando hay puntos medios que debió tocar. Hay muchas variables: también hay poderes ilegales, por supuesto que sí, pero habían grises dentro del blanco y negro que no supo leer, o no quiso”.
Rober Villalva: “No comprender que su gobierno es transición política. En la legitimidad política, ella no fue elegida para gobernar cinco años o lo que queda de tiempo hasta el 2026. Toda circunstancia de crisis política, económica o de cualquier índole provoca una situación de incertidumbre. ¿Cuál fue la salida a la crisis? ¿Qué acciones se ejecutaron? Uno de los caminos para salir de crisis es reducir la incertidumbre en los directamente afectados. ¿El gobierno pudo cerrar la crisis? Todo lo contrario: trata de actuar como si no estuviese en un contexto de crisis. La crisis política no terminó, me parece que está en pausa para luego volver con más fuerza”.
¿Qué acierto se puede mencionar en esta primera etapa? ¿Qué nota le pondría a estos 100 días?
Gonzalo Banda: ”Recuperar cierto funcionamiento de algunas burocracias públicas que parecían estar secuestradas en la inoperancia, aunque en ese camino se piensa que recuperar el funcionamiento también es redirigir el orden hacia otro camino, como sucedió en Sunedu, y retroceder en algunas reformas que le hacían bien a la educación universitaria. Yo desaprobaría a la presidenta, fundamentalmente por su gestión del conflicto y las relaciones con las regiones altoandinas. Creo que ha abierto heridas que van a ser muy difíciles de cerrar dentro de un país que cada vez parece más dividido y cuyo abismo social es más gigante”.
Mabel Huertas: “El acierto que tuvo ella, como acto de supervivencia, fue aliarse con la derecha o centroderecha; con el país, no le veo ninguno, pero para ella misma sí, ese fue su acierto. Ella en un principio decidió aliarse a ellos porque sabía que la izquierda la iba a destruir, porque era vista como una traidora. Hubiesen esperado que no acepte el cargo. Creo que no tuvo otro ningún otro camino. No le veo mucho acierto. Quizás la respuesta inicial que tuvo en el desastre del Ciclón Yaku. La respuesta inicial, porque después fue degenerando. Del 0 al 20, le pondría un 10.5, un 11″.
Rober Villalva: “El acierto que podría destacarse es la estabilidad económica, que, entre otras cosas, va en piloto automático debido al modelo económico que tiene el Perú. La nota que se le podría considerar es que siete de cada diez peruanos rechazan su mandato”.
¿Enfrentó de manera adecuada las intromisiones de los presidentes de la región como AMLO?
Gonzalo Banda: ”No ha sabido cómo polarizar y capitalizar la polémica. Al inicio se vio superada por mandatarios que tenían más experiencia en manejar políticamente conflictos internacionales. En general, no ha sabido construir aliados dentro de Latinoamérica, por la misma razón que no ha podido construir relaciones funcionales con sus votantes originarios. La debilidad se ha hecho evidente cuando ha tenido que responder a Petro o a AMLO, más por demérito de la presidenta que no puede entrar en esas disputas. Un presidente que ha confrontado bien para sus propios intereses (nada democráticos) con sus pares es Bukele. Boluarte no tiene ni el carisma ni el respaldo popular para confrontarlos”.
Mabel Huertas: “Creo que sí. Finalmente, nos guste o no, ella es la presidente constitucional y se le tiene que reconocer como tal. Creo que cualquier acción que se toma en defensa de la Constitución y la institucionalidad, me parece bien. Como ciudadana, me parecen bien [las medidas adoptadas] porque ya es un tema institucional, no es solo un discurso político. Lo de AMLO va más allá de un discurso político, ya está chocando con las instituciones al no querer ni siquiera entregar la Presidencia Pro Témpore de la Alianza del Pacífico”.
Rober Villalva: “Me parece que el hecho de propalar información de respuesta como mensaje presidencial tuvo cierto impacto mediático. Sin embargo, hay muchas cosas que unen a los países y eso pasa por muchos temas de interés recíproco entre ambas naciones. No se reduce al enfrentamiento verbal entre mandatarios”.