Rubén Vargas por Cluber Aliaga. Cluber Aliaga por José Elice. Las últimas semanas han sido accidentadas dentro del Ministerio del Interior, con tres titulares distintos en medio de la crisis institucional en la Policía.
La inestabilidad se originó tras las decisiones del Ejecutivo de pasar al retiro a 18 generales y nombrar a César Cervantes como nuevo alto mando de la PNP. Vargas dio un paso al costado el 2 de diciembre, cuando los cuestionamientos pusieron en riesgo el voto de confianza al Gabinete de Violeta Bermúdez en el Congreso.
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El último lunes, Bermúdez pidió la renuncia de Aliaga, después de que este criticara en medios las medidas del Ejecutivo. En diálogo con El Comercio, tres especialistas nos compartieron sus puntos de vista sobre el manejo político del Gobierno frente al sector y los desafíos que se intensifican con los recientes desencuentros.
1. ¿Cómo evalúa las decisiones del Gobierno en cuanto a la Policía y al Mininter?
Paolo Sosa Villagarcía, politólogo:
Es evidente que las medidas del Gobierno pretenden una sintonía con la demanda ciudadana y también la demanda internacional de solucionar o esclarecer el papel de la Policía en las protestas contra Manuel Merino. Sin embargo, atender estas demandas pone al Gobierno en una posición complicada, frente a una institución que no está dispuesta a ceder. La Policía no es una institución fácil de trabajar y, claramente, puede ejercer su propia presión frente a lo que haga el Gobierno.
Katherine Zegarra Díaz, politóloga:
Creo que el Gobierno no estaba listo para afrontar los cambios importantes que ha decidido sobre la Policía y las repercusiones que esto generaría en el Ministerio del Interior. Es muy difícil asumir una línea de acción tan compleja cuando, básicamente, eres un Gobierno que se origina de manera circunstancial. Se percibe que las decisiones son tomadas sobre la marcha y bajo el pulso de las consecuencias imprevistas. Por un lado, existe la presión de la ciudadanía por tener respuestas y, por otro, está la resistencia propia de una institución tan jerarquizada como la Policía, donde las decisiones del Gobierno han sido tomadas como invasivas.
Mauricio Zavaleta Siri, politólogo:
Me parece que, con estas señales de un planteamiento parecido a una reforma policial, el Gobierno buscó dar respuesta a las demandas de la ciudadanía. Esto, principalmente centrado en el accionar cuestionado y el uso desmedido de la fuerza por parte de los efectivos durante las manifestaciones contra Manuel Merino. El Gobierno ha tratado de atender el mensaje de la ciudadanía, pero ha tenido un problema: se han tomado decisiones que -si bien no las calificaría como apresuradas ni irresponsables- creo que sí han partido de una gran ingenuidad. Muy probablemente pensaron que sería fácil hacer cambios sin ningún inconveniente. Pero lo cierto es que la Policía es una institución complicada de manejar. Yo creo que el Gobierno se ha entrampado en una iniciativa sobre la que no diseñó una estrategia muy clara.
2. ¿Cómo califica la actitud del Gobierno frente a las protestas sociales? ¿Ha dado una respuesta adecuada a la crisis?
Paolo Sosa Villagarcía, politólogo:
El Gobierno ha caído en una respuesta ambigua. Si recordamos los pronunciamientos iniciales del presidente Sagasti en cuanto posesión del cargo, se esperaba una política frente a las protestas un poco más de consenso y más conciliadora. Pero, ya en el contexto último del paro agrario, vimos que la postura no era igual de enfática. Más allá de abrir canales de diálogo, hay dos formas en las cuales el Gobierno responde. La primera es que sí, efectivamente, el presidente ha buscado ser consecuente y mostrarse en contra de una represión policial indiscriminada. Pero la segunda ha tenido que ver con cómo enmarca las protestas. Creo que, más bien, en ese lado, ha sido inconsecuente al no reconocer el sentido político de las protestas -que siempre existe porque toda protesta es política- y centrar pronunciamientos sobre la neutralidad o espontaneidad de las mismas. Eso, a la larga, genera la sensación de que el Gobierno deslegitima las manifestaciones y lo muestra inconsistente.
Katherine Zegarra Díaz, politóloga:
Creo que el presidente Sagasti y el Gobierno en general tienen presiones que vienen de diferentes lados. Esto genera que no se tenga una actitud completamente consistente respecto de las protestas. Es cierto que las protestas no se pueden ver ‘en blanco y negro’ porque, sí, existen matices. Sin embargo, el Gobierno no ha estado preparado para la polarización que producen los movimientos y las manifestaciones sociales. Y, por otro lado, creo que, aunque tarde o sin estrategia, ha tratado de reparar la relación con la Policía.
Mauricio Zavaleta Siri, politólogo:
Yo diría que la postura del Gobierno ha sido bastante ambigua. Finalmente, el presidente Sagasti ha llegado al Gobierno, en buena medida, por las movilizaciones. Pero sorprendió que, en los últimos días, con las manifestaciones contra las agroexportadoras, el presidente Sagasti variara un poco el mensaje de respaldo para luego colocar un tuit en el que se centraba en el bloqueo de carreteras. Eso, en una lectura muy general, se puede percibir como un doble estándar. Creo que desconectó con la ciudadanía y eso, sin duda, debilita al Gobierno.
3. ¿Cómo afecta la imagen del Gobierno esta sensación de inestabilidad en el sector del Interior? ¿Cada cambio de ministro se puede considerar como un desgaste?
Paolo Sosa Villagarcía, politólogo:
Creo que la inestabilidad escapa de la responsabilidad completa del Gobierno, en el sentido de que también debemos considerar el papel de la institución policial. Es una institución que no está dispuesta a aceptar cambios y creo que eso se está perdiendo del foco ese lado. Es sencillo mirar al Gobierno como inestable porque haya cambiado de ministros, y eso es parcialmente acertado. Pero yo considero que, en este caso, los reflectores deberían también estar puestos en la Policía porque es la Policía, como institución, que no está permitiendo la estabilidad del sector. Pareciera que lo que se espera es que se nombre un ministro o ministra completamente alineado con las prerrogativas de la institución, en lugar de plantear una autocrítica y abrir espacios para cambios necesarios. Ahora, la decisión del Gobierno -quizá poco analizada- de pasar al retiro a los generales de la Policía y la descoordinación con el ahora exministro Aliaga habla, por supuesto, de las debilidades políticas del Ejecutivo.
Katherine Zegarra Díaz, politóloga:
La inestabilidad que se tiene en el Ministerio del Interior está correlacionada con la inestabilidad que, en general, tiene este Gobierno. El hecho de que sea nuevo, de que no estaba listo para presidir, el hecho de que todas las medidas se diseñan sobre la marcha… Es un conjunto de escenarios que han creado un ambiente inestable. El Gobierno es débil desde varios ángulos: tiene que enfrentar una crisis social, económica y sanitaria e impedir que esta lo sobrepase pero, además, carece de una mayoría en el Congreso, donde hay actores que generan presión. Por otro lado, están las expectativas y las demandas de la ciudadanía. Sagasti y la primera ministra Bermúdez pueden tener las mejores intenciones, pero el asunto está en que los problemas son complejos y las decisiones requieren un análisis profundo.
Mauricio Zavaleta Siri, politólogo:
Hay un claro desgaste porque el Ministerio del Interior es un sector clave que, justamente, demanda estabilidad. Creo que ha sido bastante notoria la poca habilidad política del Gobierno y que se ha perdido, lamentablemente, una buena oportunidad de cambios significativos pero consensuados en la Policía. Nombrar a Cluber Aliaga -una persona abiertamente opuesta a la posición del Gobierno- como ministro del Interior fue una decisión que no se termina de entender. Eso da cuenta de una desorganización y déficit de capacidad política. Estamos ahora frente a un Gobierno débil, enfrascado en una situación complicada, que ahora reclama con urgencia mucha astucia y mejor manejo.
4. ¿Qué retos principales tiene el Gobierno en su conjunto frente a la crisis en la Policía?
Paolo Sosa Villagarcía, politólogo:
Me parece que el reto central es no desaprovechar la oportunidad que se abrió con las protestas y la caída del gobierno de Manuel Merino para transformar la institución policial. Creo que, más allá de las prerrogativas de las personas que hoy ocupan cargos importantes dentro de la Policía, creo que es claro que se necesita una reforma. Y esto no solo en términos de respuesta a las protestas, sino también en términos de respuesta a problemas que hemos visto desde antes, como -por ejemplo- la cuestionada administración de recursos y las denuncias de presunta corrupción. El Gobierno tiene ahí una tarea bastante demandante porque se puede enfrentar -y, de hecho, ya lo experimentó- a una cultura institucional muy fuerte, una identidad muy marcada y hasta hermética. Ahora, muy personalmente, considero que el Gobierno tampoco ha ido demasiado lejos ni evidenciado una intención de reforma extrema, pero aún así hubo resistencia por parte de la institución.
Katherine Zegarra Díaz, politóloga:
En líneas generales, es fundamental abrir el diálogo y mejorarlo para llegar a consensos con la institución. La alta rotación de ministros demuestra que esto no ha sido sostenible. Es complejo porque debemos tomar en cuenta que, dentro de la Policía, el estatus quo es muy importante y eso genera presión al Ministerio del Interior. Y, ahora, con el episodio reciente, el escenario es tenso. Entonces, se necesitará de mucha voluntad de ambas partes -no solo del Gobierno- para recobrar estabilidad sin que eso signifique necesariamente renunciar a mejoras.
Mauricio Zavaleta Siri, politólogo:
No quiero ser fatalista, pero creo que la oportunidad -si es que en algún momento la hubo- de reformar la Policía, prácticamente, está perdida. Está perdida debido a este desbarajuste de las últimas dos semanas y, lamentablemente, eso responde a las propias decisiones del Gobierno, que no previó la respuesta de una institución que siempre buscará conservar su estatus quo. Entonces, el reto se redirige a algo más básico, que es mantener a la Policía en orden. Creo que para eso no solo basta una persona de confianza del Gobierno, como el nuevo ministro José Elice, sino también una estructura de trabajo especializado, donde los viceministros juegan también un papel importante.
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