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Dina: ¡déjenme viajar! Crónica de Fernando Vivas sobre el viaje frustrado a El Vaticano y sus viajes como presidenta
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Picarse es humano. La presidenta es muy humana. Una vez que el Congreso le negó el permiso para viajar al entierro de Francisco, se propuso dar una lección a quienes no la queremos ni aquí ni allá. Si la mayoría congresal quiso castigar su presunta frivolidad viajera; pues ella nos demuestra que lo suyo es purita fe. Hizo una misa palaciega, televisada por TVPerú, en el patio de Palacio y, de paso, malogró el domingo de descanso a los asesores y ministros despistados que le aseguraron que tenía los votos en el Pleno.
La misa palaciega corrió el riesgo de naufragar como el viaje. Según mis fuentes eclesiales, el despacho presidencial pidió al arzobispado de Lima que la misa catedralicia del domingo pasado, programada en homenaje a Francisco, se trasladase a Palacio. El arzobispado no aceptó el pedido. El despacho reformuló su demanda: que se haga una misa a puerta cerrada para el entorno presidencial; y que se le permita a la presidenta hacer una lectura. Al arzobispado tampoco le cuadró la idea, y replicó que no podía cerrar las puertas de la Catedral al pueblo católico. La conciliación fue que cada cual hiciera su misa y homenaje, sin cruzarse.
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¿Creen que con la misa se acabó el tema? No, qué va. Dina es obstinada y eso lo sabe muy bien el canciller Elmer Schialer, suerte de ‘agente de viajes’ presidencial. El sábado, en RPP, Schialer, que encabezó la delegación peruana que viajó al entierro, dijo desde Roma: “Yo aspiro a que la señora presidenta pueda decidir solicitar autorización para venir a la entronización del nuevo papa”. Acto seguido, puso el parche: “Es algo [a lo] que me estoy adelantando, porque es algo que tiene que evaluar ella”. Dada la aclaración, no podemos asegurar que hubiera hablado con ella al respecto, pero sí le pudo leer el pensamiento. Lo sabremos en los próximos días, pues el cónclave empezará el 7 de mayo, al cabo de 2 o 3 días será elegido el nuevo papa y entre el 11 y 15 de mayo será entronizado. Si Dina se lanza con el pedido y este es acogido, ‘viajaría por insistencia’. Si no, qué roche.
Roma, siempre tú
Ustedes se preguntarán, igual que yo, ¿caramba, no hay nadie en su entorno que le diga, ‘presidenta, no es prudente que viaje’? Ni siquiera es necesario que le hablen de la percepción popular sobre la frivolidad y se arriesguen a que los mande al cuerno. Podrían ahorrarse esas valoraciones y explicarle que está fatigando a los aliados congresales con sus pedidos de salida y que se expone a pagar votos a muy alto costo para el Ejecutivo. Según mis fuentes de gobierno, no hay nadie que se atreva a decirle tal cosa a Dina. Ni ella consulta estas cosas. Sus tres cancilleres, la difunta Ana Cecilia Gervasi, Javier González-Olaechea y Schialer, acataron su afán viajero sin chistar. El resto del gabinete, mudo.
![“Yo aspiro a que la señora presidenta pueda decidir solicitar autorización para venir a la entronización del nuevo papa. Es algo [a lo] que me estoy adelantando, porque es algo que tiene que evaluar ella”, dice el canciller Elmer Schialer. (Foto: PCM)](https://elcomercio.pe/resizer/v2/JBIKCKGKORAA5FDVJJIDEAELUI.jpg?auth=42914a831af393159d9b8c77156933102226fe34d6993ad88cf54070d05ef56d&width=2048&height=1365&quality=75&smart=true)
Sin embargo, les contaré un detalle revelador. Según una fuente de gobierno muy confiable, el ministro de Justicia, Eduardo Arana, fue incluido en la delegación que acompañaría a la presidenta a Roma, antes de que se supiera del rechazo congresal. A Arana no le hacía gracia el viaje y le envió a Schialer una carta en la que se excusaba de asistir pues tenía que ocuparse de su agenda sectorial. Según mi fuente, Arana no sería capaz de decirle abiertamente a la presidenta lo que pensaba de su viaje, pero al menos le dio a entender al canciller que estaba en desacuerdo y que la Cancillería debiera bregar para no exponer a la presidenta a estos desaires. Schialer viajó a Roma, como correspondía a su función, y de allí continuó una gira por 4 países del Golfo Pérsico para afianzar lazos comerciales.
A propósito del comercio exterior, el plan de viajes presidencial lo intuimos en enero, cuando vimos que el nombre oficial del 2025 es Año de la Recuperación y Consolidación de la Economía Peruana. No es un mero lema para colocar en documentos oficiales, sino una política pública que ha llevado a fortalecer ciertas funciones y áreas de la cancillería y del Mincetur, incluyendo -aquí entra la presidenta- la posibilidad de que haga algunos viajes como embajadora de la marca Perú. Diplomacia presidencial, que le llaman. Dina ya probó un bocado de esto cuando, siendo vicepresidenta, hizo algunos viajes que Pedro Castillo no pudo o no quiso hacer. En el 2022 estuvo en la cumbre de la APEC en Bangkok y antes, en el foro de Davos.
Dina también supo, antes de ser presidenta, que el Congreso podía arruinar viajes. A Pedro se los negaron 3 veces, a una reunión de la Alianza del Pacífico en México (eso nos costó caro pues el entonces presidente mexicano López Obrador se resistió a entregarnos la presidencia pro tempore de la alianza), a la toma de mando de Gustavo Petro en Colombia y, precisamente, al Vaticano. Aquella vez -lo sabemos por fuentes diplomáticas- Francisco quedó mosqueado con el país cuyo Congreso impidió viajar a saludarlo al simpático presidente andino del sombrero (podemos presumir que así lo veía). Ni Dina ni la ex canciller Gervasi calibraron el peso de ese antecedente, además de las muertes de 49 peruanos en las protestas de unos meses atrás; cuando, en octubre del 2023, viajaron, con permiso congresal, a Roma.
Una fuente del entorno presidencial me contó que la idea de ese viaje apareció, imperiosamente, en la presidenta. La escala previa en Alemania, con reuniones y líderes que no revestían importancia, fue -como sospechamos en ese momento- una justificación del capricho vaticano. En los días previos al viaje ocurrió esta anécdota, en un momento de distención palaciega: Dina conversaba animada con miembros del despacho, sobre los hitos turísticos que podría visitar en una escapada por Roma. Alguien mencionó la fuente de Trevi y la tradición de echarle una moneda pidiendo un deseo. Dina se mostró interesada y le preguntaron qué pediría si llegaba a tirar la moneda. Respondió ‘que desaparezca Morgan’ o algo parecido. Hubo un silencio ante ese arrebato de humor negro. Quero, que estaba presente pues entonces era el jefe de su gabinete técnico, rió para superar el bochorno. Por cierto, Quero ‘desapareció’ del despacho poco después, en diciembre; pero volvió empoderado como ministro de Educación en abril del 2024. Boluarte administra lealtades selectivas. A quienes separa por razones de fuerza mayor o castigo, pero considera leales en última instancia, los mantiene en la banca.

El viaje al vaticano fue un desastre anunciado. Desde que entró a la sede papal, su equipo de comunicaciones fue apartado y quedó a expensas de las imágenes ajenas ¡Zas!, he ahí que se difundió la foto de Dina, con la horrenda indumentaria femenina a la que obliga el protocolo y Francisco a su lado con una desoladora mueca de compromiso. La relación entre el despacho presidencial y cancillería se resintió terriblemente pues el primero no podía perdonar a la segunda que no bregara por conseguir una mejor foto.
El final de la guerra entre el entorno de Dina y Torre Tagle, ocurrió en el siguiente viaje y fue cruento. Ganó el despacho pero con el costo de nuevos memes. Los primeros días de noviembre Dina solicitó un segundo permiso para viajar a Estados Unidos (ya había estado allí, dos meses antes, en septiembre, para asistir al periodo de sesiones de la asamblea de la ONU). La cereza del viaje sería una reunión bilateral con el entonces presidente Joe Biden. Gervasi y nuestro embajador en Washington, Gustavo Meza Cuadra, preguntados por un ansioso despacho presidencial sobre la cita que aún no figuraba en la agenda de la Casa Blanca, respondieron que la cita ya casi la tenían en el bolsillo. Como recordarán, la prometida ‘bilateral’ se convirtió en un encuentro a la carrera, en el que Biden tomó a Dina de la mano y subieron una escalera mientras conversaban con la traductora pisándoles los talones.
El despacho de la presidenta, según mis fuentes, se resistió hasta el último momento a difundir las imágenes de la caminata con Biden. Sabían que padecerían un cargamontón por no ajustarse a lo prometido; pero cancillería insistió en la difusión. Según mi fuente, Gustavo Adrianzén, entonces nuestro embajador ante la OEA con sede en Washington; apoyó a Gervasi y logró vencer la resistencia del despacho presidencial. Ya en Lima, como control de daños de viaje, molestísima por que la diplomacia no consiguió una reunión en regla con Biden, Dina respaldó a su equipo y cortó las cabezas de Gervasi y de Meza Cuadra.
Para que no digan que la política nacional es un caos sin memoria, fíjense que los dos pedidos de salida hasta ahora rechazados por el Congreso a Boluarte, corresponden a los dos destinos fatales del 2023: el año pasado le negaron un permiso a EE.UU y, hace unos días, al Vaticano. Schialer está advertido. De él no dependen los votos en el Congreso, pero sí que el viaje sea feliz. La presidenta no tiene brillo, pero sí millaje.










