Aunque fue una de las últimas cadenas de streaming en llegar a esta parte del continente, Star+ viene ganando fuerza entre las preferencias con contenido que apuesta no solo por la diversión (como es el caso de “Only Murders in the Building”), o transmisiones de grandes eventos deportivos (Champions League), sino también con productos sumamente ambiciosos. Esto último, más allá del elenco, directores o productores involucrados, tiene que ver con la temática a exponer. Un ejemplo de esto último es “Dopesick”, una mini serie de ocho episodios dirigida por Danny Strong que tiene como tema el origen de la adicción a los opiáceos en Estados Unidos.
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Lo primero que habría que decir con respecto a “Dopesick” es que tiene tanto de real como de ficción, fundamentalmente, porque sería imposible abarcar tanto espacio histórico sin tomarse determinadas licencias. El lugar donde parte la historia es un poblado minero estadounidense en el que los obreros –que dependen mensualmente de producir bajo tierra—han hecho su vida durante décadas. Aquí vive Betsy (Katilyn Dever), una joven formada en una familia ultra religiosa que intenta encontrar la forma de revelarle a sus padres su orientación sexual. Ella “viene de una familia de mineros”, por lo que no imagina un futuro distinto al trabajo manual. Todo parece ir según lo previsto hasta que, durante un accidente, un compañero la golpea en la espalda, causándole una terrible y crónica lesión.
Pero Betsy no está sola. El médico del pueblo (Samuel Finnix/Michael Keaton) está dispuesto a ayudarla a salir de su trance. Él ha visto nacer a decenas de personas en el poblado. Es un viudo respetado y querido por casi todos que parece incapaz de seguir malos pasos. Su bondad lo hace presa fácil de algo que poco a poco iría surgiendo hasta hacerse imparable: el márketing ligado a la industria farmacéutica. Y esto llega de la mano de Billy Cutler (Will Poulter), un joven y amable visitador médico que decide comprarle pechugas de pollo Kentucky al doctor Finnix para convencerlo de que compre OxyContin, un producto “estrella” recientemente lanzado por la empresa familiar Purdue Pharma.
Esta opiáceo es la gran apuesta de Richard Sackler (Michael Stuhlbarg), miembro de la familia Sackler que busca a toda costa hacerse de la presidencia de la compañía. En su intento por lograrlo, no solo ideará las más cuestionables técnicas de mercadeo, los sobornos a médicos más impensados sino incluso arrebatarle una ficha clave a la FDA, la agencia que es capaz de autorizar la venta de su ‘producto estrella’. Un detalle clave aquí: para que el producto se ofrezca tan compulsivamente el gancho es promocionarlo como “no adictivo” por su liberación prolongada.
El OxyContin llega entonces al escritorio del doctor Finnix, quien al ver desesperada a su joven paciente decide prescribírselo. Inicialmente las cosas resultan según lo deseado: la joven mejora su vida y continúa trabajando bajo la mina. El problema es que –y esto pasa de forma similar en varios otros poblados y ciudades—la droga en mención poco a poco empieza a mostrar su verdadero rostro. De la dosis mínima indicada en un inicio poco nos queda cuando vemos a pacientes cuyo dolor reaparece en cuestión de horas. Lo que sería un gran problema de salud pública, es como un manjar para el paladar de Richard Sackler, quien ve cómo su plan de lograr mil millones de dólares en ganancias en un año puede fácilmente completarse en menos tiempo.
Como dijimos líneas arriba, si algo tiene “Dopesick” es su carácter ambicioso. Al doctor, los visitadores médicos y los pacientes afectados y lo empresarios, habría que sumarle también fiscales y agentes de la DEA. Aunque inicialmente trabajando en cuerdas separadas, ambas entidades luchan por buscar qué hay detrás del avance incesante de las muertes vinculadas a esta droga autorizada. En este primer grupo de ‘policías’ (por llamarlo de una manera) destacan claramente Rick Mountcastle (Peter Sarsgaard), como un fiscal valiente que pone por delante su trabajo aún incluso de su familia. Lo mismo su compañero Randy Ramseyer (John Hoogenakker), quien se esmera por superar un episodio de cáncer a la próstata para volver tras los ‘malditos’ de la farmacéutica Purdue Pharma. Desde el otro bando, el de la DEA, aparece un personaje crucial, el de la agente Bridget Meyer, interpretado por Rosario Dawson.
Consciente del peso del caso que tiene entre manos, Meyer va atando cabos y poniendo las luces donde solo parecen haber zombies. En medio de todo esto, en un giro tal vez poco útil para la trama, se enamora, compromete y luego casa, para finalmente divorciarse porque “ya no ama”. El punto es que esta agente busca enfrentar a una multi millonaria farmacéutica. Lo hace con un ímpetu natural y consciente de que está luchando contra instituciones que muy bien establecidas y poco aptas para escuchar críticas.
La misma ligereza del caso Meyer podría verse en otro caso romántico dentro de la serie. El visitador médico ya mencionado Billy Cutler es un admirador permanente de Amber (Phillipa Soo). Ella es claramente su opuesto. Ambiciosa, sin escrúpulos y capaz de todo por lograr las metas del laboratorio, lo menospreciará durante gran parte de la trama. Aquí el vínculo luce permanentemente desgastado y el recurso de ‘chico hace todo para conquistar a la bella chica’ resulta manido, por ratos hasta inútil.
Nada de esto, sin embargo, opaca el papel fundamental que los visitadores médicos tienen en esta historia plagada de pequeños dramas. En cada pueblo hay doctores que, presionados por el laboratorio o por los propios pacientes, deben prescribir una droga cuestionada a más no poder. ¿Cómo haces para separar un paciente que realmente necesita la medicación con un simple adicto? Esa es la pregunta que merodea gran parte de la extensión de “Dopesick”.
Mientras los fiscales luchan por encontrar pruebas, la DEA por dar con los culpables y los pacientes por encontrar una pastilla de OxyContin, volvemos a nuestro doctor inicial, Samuel Finnix, a quien un accidente vial lo condenó a usar el mismo medicamento que él creía milagroso. A partir de aquí la interpretación de Michael Keaton se eleva al tope para recordarnos que estamos ante uno de los mejores artistas de su generación. Con los ojos desorbitados, el doctor casi roba las medicinas que prescribe a sus propios pacientes, luego termina inserto en una casa de reposo para adictos y pierde rápidamente la fe en todo: “aquí la gente entra y sale, pero no pasa nada”, piensa.
“Dopesick” es un crudo y aleccionador repaso en torno a la irresponsabilidad de un grupo de empresarios vinculados a la salud, pero fundamentalmente es un registro de cómo cuando las autoridades descuidan su labor de fiscalizar, el más perjudicado siempre será el ciudadano. La joven Betsy, sus padres desesperados al verla enferma, pero también los jóvenes que rompen puertas de farmacias para robarse unas pastillas y, tras triturarlas, inhalarlas hasta sentir cierto éxtasis. Todo en solo ocho capítulos que no tienen pierde bajo ningún argumento.
LA FICHA:
Sinopsis: Del productor ejecutivo Danny Strong y protagonizada y producida por Michael Keaton, “Dopesick” examina cómo una empresa desencadenó la peor epidemia de drogas en la historia de Estados Unidos. La serie lleva a los espectadores al epicentro de la lucha de Estados Unidos contra la adicción a los opioides, desde las salas de juntas de Purdue Pharma, a una comunidad minera de Virginia en dificultades, a los pasillos de la DEA. Desafiando todas las probabilidades, los héroes emergerán en un viaje intenso y emocionante para acabar con las fuerzas corporativas cobardes detrás de esta crisis nacional y sus aliados. La serie limitada está inspirada en el libro más vendido del New York Times de Beth Macy.
Título original: “Dopesick”.
Elenco: Michael Keaton, Rosario Dawson, Peter Sarsgaard
Duración: 8 episodios de una hora cada uno
Clasificación: +16 años
Género: Drama
Calificación: ★★★★
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