Escrito y dirigido por Vince Gilligan, creador de “Better Call Saul” junto a Peter Gould, el penúltimo es un capítulo extraño como todo en esta recta final, llena de vínculos a “Breaking Bad”, pero también de epílogos; cierres de las historias que la precuela contó desde sus inicios. La serie pone a trabajar el clásico truco de guionistas, llevar a los personajes al límite, pero en este caso al confrontarlos con sus acciones.
A continuación, SPOILERS de “Better Call Saul” 6x12, “Waterworks”:
Pasión y muerte de Kim Wexler
Como casi todo en esta ficción, el título de “Waterworks” tiene varios significados. Por un lado, es literal y se refiere a los sistemas físicos necesarios para trasladar agua. El otro es de lágrimas profusas, llorar a moco tendido. Hasta podría decirse que es una lluvia de lágrimas y, si se extiende el significado, una lluvia literal. Esas tres interpretaciones se aplican en el capítulo, que en su primera mitad se enfoca en Kim Wexler (Rhea Seehorn), ahora empleada de una empresa de aspersores que regresa tras estar ausente por dos episodios.
MIRA: “Better Call Saul” se une a “Breaking Bad” en una fábula sobre tropezar con la misma piedra | CRÍTICA
MIRA: Diez datos de la temporada final de “Better Call Saul”
En gran parte de la serie, hubo una preocupación sincera por la audiencia sobre el destino de Kim, quien no aparece en “Breaking Bad”. La teoría más atractiva, y persistente, fue que la mataron; pero que se transformó en un simple y llano abandono: dejó a Jimmy, pues la relación de ambos solo podía destruirlos mutuamente. Aquí entró la tragedia pues sin Kim, Jimmy se convirtió en un monstruo amoral que llena el vacío de sus días con lo que tiene a la mano. Y a Kim no le fue precisamente mejor.
Florida es el nuevo hogar de Kim y Palm Coast Sprinkler, el trabajo donde pasa sus días. Un horario de 9 a 6, en cubículos, con los mismos compañeros en las mismas labores; gente tranquila que hace lo que tiene que hacer, todo lo opuesto al impredecible juzgado y los clientes. Incluso su vida personal es monótona, así lo vemos desde la escena donde se habla de un sucedáneo de la mayonesa con su novio actual, un tipo aburrido incluso durante el sexo. Como cereza del pastel, está el “uniforme” (o mortaja) que Kim lleva, distinto a los elegantes trajes sus días de abogada, como si intentara cortar cualquier vínculo con su vieja vida sin ser prófuga. Todo esto pinta una cárcel de elección propia o, si nos ponemos dramáticos, un destino peor que la muerte. Juntos, Kim y Jimmy eran “veneno” para el resto. Separados, todavía lo son, pero para sí mismos.
Hasta aquí, la serie triunfa al presentar el retrato de una persona resignada al olvido. Hay atractivo en esta historia, incluso una sensación de plenitud, equilibrio que Vince Gilligan, en su última oportunidad como escritor y director en esta serie, no desperdicia. Todo cambia con la llamada telefónica de Jimmy (Bob Odenkirk), que deja a Kim casi muda, pero cuyos pequeños espasmos faciales indican que ella no está bien. Cuando finalmente habla, cada palabra es una estocada, cada sílaba un tajo. Son verdades en las que ella cree, pero que aun así la atormentan.
En el episodio previo supimos que tras la llamada Jimmy volvió a las andanzas. Kim, en cambio, sale de su escondite y regresa a Albuquerque. Las tomas que enmarcan este retorno son de nostalgia deliberada: vemos la caseta de Mike, la vista inferior desde el estacionamiento e incluso el juzgado, donde una abogada con el mismo estilo de cabello de la “vieja” Kim asesora a su cliente. Allí, Kim deja su declaración sobre el caso de Howard Hamlin (Patrick Fabian), donde cuenta la verdad. Luego sigue la confesión, encara a Cheryl Hamlin (Sandrine Holt). Se pone a disposición de la viuda para afrontar cualquier consecuencia. Mike Ehrmantraut (Jonathan Banks) dijo que Kim estaba hecha de material más fuerte y no se equivocó; ella es el reflejo reverso de Jimmy, pues sí tiene una conciencia.
Se puede dictar una clase entera de cine solo con la escena del bus, donde Kim lucha contra el dolor. Primero se seca una lágrima, luego siente el sacudón de los que no pueden contenerse y, solo entonces, algo se liberta de su garganta y llora. Ya no es la abogada en perfecto control de sus impulsos, pues esa persona ha muerto y quien queda es la mujer que ha visto la magnitud de sus pecados y a la que dichos pecados han devuelto la mirada. Pero esto no es lo último que vemos de ella en el episodio.
MIRA: ¿Es “Better Call Saul” la mejor serie de la historia?
La última estafa de Gene Takavic
En Omaha, el robo continúa y Jimmy escapa a las justas gracias a una maniobra bien pensada por Jeff (Pat Healy), quien choca su taxi para distraer a una patrulla policial. Jimmy se va justo antes de que sepamos si será capaz de herir a una persona indefensa. Pero la duda no dura mucho, pues el día siguiente, cuando Marion (Carol Burnett) descubre gracias a internet que Gene es en realidad Saul Goodman, vemos un lado desconocido del personaje.
El cómo se dirige a la anciana, cuando mueve las manos y toma el cable de teléfono de manera amenazante. Este ya no es Jimmy, ni Saul, sino otra persona. Es una transformación posible solo por todos los años que conocimos al personaje, trátese de sus momentos más felices o los más tristes. Por el cómo la rabia y resentimiento lo llevaron a ejercer el mal contra su hermano Chuck (Michael McKean) e incluso contra Howard. Matar a una anciana no es algo que él no sea capaz de pensar y ahora lo sabemos. Han sido años de trabajo para convertir a un personaje villanesco de “Breaking Bad” para transformarlo en el héroe de “Better Call Saul” y, luego, destruirlo progresivamente hasta llegar a este punto. Es una transformación sutil que nada tiene que envidiarle a la de Walter White (Bryan Cranston) y que, al menos en sutileza y progresión, es superior.
Pero este ser siniestro se va tan rápido como aparece. Ahora es Jimmy otra vez el que está frente a Marion, le deja que presione su botón de pánico para contactar a las autoridades. Saul Goodman, expuesto, se da a la fuga. Una consecuencia evidente, pero no por ello menos satisfactoria. Es lo que, en el fondo, él quería. No hay una salida fácil, pero sí una rápida y Gene eligió.
Pensamientos sueltos
- La escena de Saul, solo en su oficina de Albuquerque, es un retorno al Jimmy de la primera temporada. Más reflexivo, solitario incluso.
- Gran escena la de Kim Wexler y Jesse Pinkman (Aaron Paul) mientras se refugian de la lluvia. Ambos son los personajes que, tras relacionarse con el protagonista, viven un infierno en sus vidas. Podría hasta decirse que prender el cigarro es un pase literal de antorcha, y que incluso las palabras de Kim sobre Saul influencian a que el joven traficante de metanfetamina sugiera a Walter trabajar con el abogado. Kim, sin saberlo, pudo haber contribuido a tumbar no solo a Saul Goodman y Walter White, sino al mismo Gustavo Fring. Y sin presionar un gatillo.
- Si Rhea Seehorn no se lleva el Emmy este 2022 por su trabajo en la serie, tiene que llevárselo el próximo año, pues la segunda parte de la sexta temporada recién podrá ser nominada en 2023.
- La silueta de Kim frente al aeropuerto aparece dos veces. Primero en la careta de entrada, solo unos segundos en medio del efecto de una cinta de VHS defectuosa. Como un fantasma. Es, además, la misma toma de Walter White en la segunda temporada cuando está por sellar su destino gracias a una extensa producción de crystal meth.
- El reflejo a color de los comerciales de Saul Goodman sobre las gafas de Gene es impresionante en su simbolismo. Amarra esta temporada final con la primera.
- Con su episodio final en la serie, Vince Gilligan nos entregó un apocalipsis emocional, donde las decisiones que toman los personajes los persiguen. E incluso cuando nadie los persigue, sus conciencias están inquietas.
- Pocos episodios de TV me han dejado muerto por dentro. El de Nina en “Fullmetal Alchemist”, el de la Boda Roja en “Game of Thrones”, “Ozymandias” de Breaking Bad. Y ahora “Waterworks”.
- Muy apropiado que, en español, el episodio haya sido titulado como “Riego de lágrimas”.
- Los 737 mil dólares del dinero que tiene la víctima con cáncer es justo la cantidad de dinero que Walter White calcula necesario para retirarse del crimen.
- “Él no sufrió”. La forma en la que Sandrine Holt pronunció esas palabras es notable. Gran trabajo para esta actriz que, en pocas escenas, construye un personaje.
- Es irónico que Jimmy, que se valió de ancianos para ganar dinero, de los cuales abusó psicológicamente, sea hundido por una anciana.
- El adelanto del último episodio muestra el auto viejo de Jimmy en el desierto mientras se escuchan las palabras clave para solicitar una nueva identidad al hombre de las aspiradoras, Ed Galbraith. A estas alturas, ¿Vale la pena hacer teorías o solo esperar?
Calificación
5 estrellas de 5
El episodio final de la serie llega a Estados Unidos el lunes 15 de agosto por la noche en AMC y AMC+. Netflix Latinoamérica lo tendrá el martes 16 en la madrugada.