Enrique Verástegui
Enrique Verástegui
Rafaella León

- Nota publicada el 18 de agosto del 2017

El terremoto del 15 de agosto del 2007 dejó inhabitable la casa de Enrique Verástegui Peláez (Lima, 1950), Jarry como lo conocen en la calle O’Higgins de San Vicente de Cañete, su barrio de toda la vida. En lugar de su casa hoy se ve un muro que dice ‘No se vende’. “Según la municipalidad ya no se podía salvar la casa. Otros dicen que se apresuraron en derrumbarla. Esa casa era el útero al cual yo siempre volvía y ahora ya no tengo a dónde volver. Quizá si mi casa siguiera en Cañete yo no me habría venido a vivir a Lima”.

Lo primero que se rescató tras el sismo fueron los libros de la gran biblioteca de Jarry, su ‘laboratorio’, como le llama él. 

- ¿Qué pasó con los libros de tu biblioteca después del terremoto?
​Están encajonados. Están conmigo, eso sí. Cuando murió mi papá, se fueron mis ganas de continuar escribiendo un diario cotidiano que yo tenía. Desde los años 80 escribí en él puntualmente; ya iba por 1.500 páginas. No supe cómo enfrentar una muerte ineludible.

- ¿No has vuelto a tocar ese diario?
Ni sé dónde está; con el terremoto se perdieron cosas. Tengo que abrir cajas.

- ¿Cómo te vas a enfrentar a ellas?
Con terror. Con ilusión. Haré lo que todo el mundo hace en las librerías: acariciar los libros, mirarlos.

- ¿Es fácil ser poeta en el Perú?
Todo depende del talento y del autocultivo para producir poesía, aun cuando esta no sea para la gente una necesidad. Si la poesía suscita algo, así sea solo en una persona, entonces habrá valido la pena. La poesía es siempre un acto de buena voluntad.

- ¿Cuál fue el mejor momento de la poesía peruana?
Cuando apareció Hora Zero. Fue un trabajo permanente, de todos los días y eso durante toda una vida, a tal punto que se va a producir a través de la poesía un cambio en la sociedad. Fue un momento importante en Perú, después de Valdelomar, Vallejo y Mariátegui.

- ¿Por qué se dice que fueron una generación ‘parricida’?
Mi generación ‘mató’ a los ‘padres’, los poetas del 50 y 60. Cuando yo me inicié en Hora Zero, propuse escribir poesía al modo de las grandes sinfonías, Beethoven, Handel. Entonces todos empezaron a escribir poemas largos.

- ¿Por qué terminó Hora Zero?
Terminó –si es que terminó, no sé– cuando sus integrantes se empezaron a casar; dejamos de andar juntos. Cada quien tenía interés en formar un hogar. Digamos que Hora Zero se silenció porque sus miembros han pasado a la clandestinidad para escribir sus libros.

La entrevista completa mañana en Somos.

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