Cómo una película dañó para siempre la reputación del tiburón - 4
Cómo una película dañó para siempre la reputación del tiburón - 4
Redacción EC

Es el verano de 1975 y hasta alimentar a un inocente pez dorado en una pecera parece ser una tarea osada y peligrosa.

Se puede percibir la tensión en la orilla del mar, mientras suena una tonada machacona que desencadena el miedo.

"Dum dum, dum dum dum dum..." La banda sonora de "" ("Jaws").

Hace exactamente 40 años esa película de Steven Spielberg marcó un hito en la historia del cine.

Salas de cine en todo el mundo mantenían a los espectadores aferrados a sus sillas mientras exhibían al enorme que se acercaba con mala actitud a la playa más cercana.

"Esa película fue un punto de inflexión sobre la percepción que se tenía del gran tiburón blanco", le dijo a la BBC Oliver Crimmen, quien fue curador del Museo de Historia Natural de Londres durante 40 años.

"Yo comencé a notar ese gran cambio cuando se publicó el libro de Peter Benchley en 1974 y después cuando se hizo la película (basada en el libro)", añadió.

Pero el problema, dicen científicos y biólogos, es que la película retrató injustamente a estos animales como criaturas vengativas.

¿Seres vengativos?

La historia de la película se centra en un tiburón que persigue a un grupo de bañistas con la intención de matarlos.

El libro que inspiró la obra de Spielberg está vagamente basado en un incidente de 1916, cuando un gran tiburón blanco atacó a varios nadadores en la costa de Nueva Jersey.

"Después de que se estrenó la película, miles de personas salieron en barcos a cazar tiburones para tenerlos como trofeos en sus botes", le dijo a la BBC George Burgess, director del Programa de Protección del Tiburón en Florida, EE.UU.

"Fue una pesca popular. No necesitabas tener un barco elegante. Cualquier barcaza que soportara un pez grande. Y no había remordimientos porque estaba la idea de que esos animales eran asesinos".

El autor de "Tiburón", Peter Benchley, quedó bastante perturbado por este hecho.


Bencheley, tras escribir el libro que inspiró la película, se dedicó a la preservación de los tiburones.

Bencheley, tras escribir el libro que inspiró la película, se dedicó a la preservación de los tiburones.

"Sabiendo lo que sé ahora, es posible que nunca hubiera escrito ese libro", dijo años después.

"Los tiburones no tienen como objetivo los seres humanos y ciertamente no guardan rencores", aseguró Benchley, quien luego dedicó parte de su vida a la protección de los escualos.

Burgess señala que el número de tiburones en las costas del este de América del Norte decreció en un 50% después de la película.

Una investigación realizada por la bióloga Julia Baum sugirió que entre 1986 y 2000, en el noroeste del Oceáno Atlántico, la población de tiburones martillo descendió en un 89%, los tiburones blancos en un 79% y un 65% el número de tiburones tigre.

Sopa de tiburón

Sin embargo, este brutal descenso no se debe a la pesca deportiva, que es mínima comparada con el impacto de la pesca comercial que utiliza la aleta de tiburón para hacer sopa en Asia.

En 1990 se iniciaron varias campañas para establecer la protección del tiburón blanco en distintas partes del mundo, entre ellas California, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica.

Esto ayudó a la recuperación de parte de la población, pero todavía hay un largo camino para alcanzar los niveles que existían antes de 1975.

No se puede negar que la saga de "Tiburón", de cuyo estreno se cumplen 40 años este 20 de junio, generó algo profundo en nuestra psiquis.

A medida que la figura aerodinámica de aquel poderoso animal emergía desde el fondo del mar para agarrar a otra víctima, nuestro miedo salía a la superficie.

"Los tiburones en el cine antes de 1975 estaban en una categoría diferente", señaló John Mullarkey, profesor de cine y televisión en la Universidad de Kingston.

"Pero después de la película, esta enorme criatura de cinco o seis metros de largo que te podían devorar de un mordisco se volvió un extraño descubrimiento para la imaginación del público", añadió.

No es una sorpresa que nos guste sentirnos amenazados por animales feroces y mirar con las manos tapándonos el rostro películas "de miedo" como "Tiburón".

"No le tenemos miedo a los predadores: nos paralizamos por completo ante ellos", dijo el reconocido zoólogo Edward Wilson.

"Somos propensos a crear historias y fábulas y hablar sin fin sobre ellas, porque la fascinación crea preparación y la preparación, garantiza la supervivencia. De una manera muy tribal, amamos nuestros monstruos".

Humanos para la cena

También es cierto que algunos tiburones atacan a seres humanos.

Unas 10 personas mueren al año debido a encuentros fatales con alguna especie de tiburón.

Sin embargo, es muy extraño que un tiburón se trague a una persona. Por lo general, las víctimas mueren debido a la pérdida de sangre por la mordida.

Existen dos razones que generan los ataques. Primero, los tiburones tienden a confundir a los hombres montados en tablas de surf con su alimento favorito: las focas.

La segunda razón es que los tiburones nos "prueban" para ver si somos una cena adecuada para ellos, pero al notar que somos carne barata, nos escupen.

La teoría de la foca es criticada por algunos científicos.

Para Neil Hammerschlag, investigador dedicado a la protección de tiburones, el sentido del olfato y la visión de los tiburones están muy desarrollados como para que confundan una foca con una tabla para surfear.

Ellos son los predadores supremos del océano y es bastante improbable que cometan ese tipo de errores.

Animales multisensoriales

Además, los tiburones tienen sentidos que no están disponibles para otros animales.

Sensores ubicados encima de la cabeza y en otras zonas del cuerpo le permiten detectar cualquier cambio de la presión, lo que los habilita para percibir el menor movimiento, inclusive cuando otros sentidos están restringidos, por ejemplo, cuando el agua está turbia.

Pero no solo son sensores, sino también electro receptores que lo ayudan a circular entre campos eléctricos presentes alrededor de las criaturas vivientes, aunque estén enterradas en la arena.

Por eso la teoría de Hammerschlag es que los tiburones no quieren comernos, sino que dejemos de molestarlos.

Hammerschlag y su colega Ralph Collier han estudiado varios ataques de tiburones y afirman que, antes de agredir a seres humanos, estos animales exhiben posturas agresivas a manera de advertencia, y cuando este mensaje es ignorado, actúan.

Las estadísticas parecen apoyarlos. En Estados Unidos se produce un promedio de 19 ataques al año, pero solo se cuenta una víctima fatal en los dos últimos años.

Hay un incremento por el cuidado de los tiburones y existe ahora un creciente interés por entender el comportamiento de este fascinante predador.

Cuatro décadas después de que "Tiburón" cambió nuestra percepción del océano, muchos creen que lentamente las cosas están volviendo a ser como antes.

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