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“Vamos Puddle... ¡Tú puedes hacerlo!”, grita a viva voz John Hutchinson, profesor del Real Colegio Veterinario (RVC, por sus siglas en inglés), en Londres.
Puddle -un pingüino de Humboldt (Spheniscus humboldti)- lo mira con desconfianza.
Y es que Hutchinson forma parte de un equipo de investigadores que instaló una pista de alta tecnología en la playa de pingüinos del zoológico de Londres, para incitar a Puddle y a sus compañeros a transitarla.
Finalmente -y con ayuda de un pescado como recompensa- el pequeño pingüino se sube con paso cómico, a ella.
Y es precisamente este andar bamboleante, ese gracioso balanceo de un lado a otro que tienen los pingüinos al caminar, lo que se propone estudiar el equipo de investigadores del RVC y la Universidad de Texas, en Austin, Estados Unidos.
Al caminar de este modo aprovechan mejor la energía.
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Unos sensores bajo la pista les permiten a los científicos analizar cómo se mueven estas aves.
“Los pingüinos se mueven de una forma muy rara”, explica Hutchinson.
“Tienen una postura muy erguida, como los humanos, pero también tienen patas muy cortas (...), son muy cómicos”.
“Cuando veo un animal haciendo algo raro, como biólogo especializado en evolución quiero saber cómo ese comportamiento evolucionó, como se convirtió en eso”, añade.
“Con estos experimentos estamos tratando de vincular lo que sabemos sobre la evolución de los pingüinos con la física”.
Eficiencia
Estudios previos revelaron que su peculiar forma de andar es, de hecho, la forma más eficiente de trasladarse en tierra.
Pero este estudio revelará exactamente cómo lo hacen.
“Cuando balancean su cuerpo de lado a lado están aplicando fuerzas a la derecha y a la izquierda”, explica Hutchinson.
“Lo que no sabemos es cómo hacen eso las patas, cuán fuertes son las fuerzas laterales sobre ellas y cómo se compara con otras aves que andan de una forma similar”.
Al parecer, explican los investigadores, los pingüinos no siempre tuvieron este andar particular. Fósiles revelan que sus ancestros se movían de forma distinta.
“Disponemos de muchos fósiles de hasta 60 millones de años de antigüedad del Hemisferio Sur”, comenta James Proffitt, paleontólogo de Texas que participa en el estudio.
“Esto nos da la posibilidad de entender cómo su inusual anatomía y comportamiento evolucionó en el tiempo y cómo todavía podemos ver algunas cosas extrañas”.
Los huesos muestran que los primeros pingüinos eran un grupo variado: algunos eran muy pequeños, otros tan altos como los humanos, y cazaban peces con sus picos con forma de lanza“.
Los protopinüinos tenían una posición más horizontal.
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Mejores en el agua, peores en tierra
Proffitt está interesado sobretodo en un género de pingüinos conocido como Waimanu.
Estas aves fueron descubiertas en Nueva Zelanda y son los pingüinos más antiguos de los que se tenga conocimiento. Vivieron hace unos 58-60 millones de años.
“Sabemos que pingüinos como los Waimanu tampoco volaban y que se zambullían en el agua, basándonos en la proporción de sus alas y su tamaño”.
“Pero eran, por muchas razones, diferentes, y probablemente se movían de otra forma en tierra por la anatomía de sus patas y los huesos de su cadera”.
Los investigadores creen que estos protopingüinos mantenían una posición más horizontal y su andar era similar al de un albatros actual.
Los pingüinos de hoy día evolucionaron probablemente su inusual anatomía y su forma de andar correspondiente a medida que se fueron volviendo mejores nadadores.
Cuando fueron cambiando la forma de su cuerpo para moverse en el agua con mayor facilidad, se fueron haciendo más y más torpes en tierra.
Trabajo en equipo
Volvamos a la pista. Los pingüinos parecen divertirse sin hacer mucho caso.
Zuzana Matyasova, del departamento de aves del zoológico, descubrió cómo llamarles la atención: una cuerda, una pelota de tenis en un palo -o un poco de pescado- parecen imposibles de resistir.
“Algunos de los más jóvenes son muy curiosos: todo lo que sea nuevo representa un desafío y quieren ser los primeros en ponerse a prueba”, dice.
Si bien no todos los pingüinos están dispuestos a cooperar, después de varios días, los investigadores lograron recopilar información suficiente para hacer un análisis.
Y esperan que comparando estos datos con los estudios de pingüinos antiguos puedan establecer cómo y cuándo evolucionó esta forma tan curiosa de trasladarse.