El nombre de Justin Rosenstein probablemente no sea reconocible para la mayoría de los usuarios de Facebook; sin embargo, si se menciona que este hombre es el creador de una de las señas de identidad más importantes de la red social, la historia cambia.
En efecto, este ingeniero es el inventor del botón ‘me gusta’ o ‘like’, característica de Facebook que lleva cerca de una década de existencia, pero que fue anunciada recién en 2009. Rosenstein estuvo cerca de un año y medio dentro de la compañía dirigida por Mark Zuckerberg, para luego dejarla y crear una compañía llamada Asana junto a Dustin Moskovitz, otro de los fundadores de la red social.
Lo paradójico de la historia personal de Rosenstein es que, pese a ser parte fundamental de la historia de Facebook, ha preferido alejarse de la curiosa función que ayudó a crear.
El informático contó recientemente que ha eliminado la opción de 'likes' de su smartphone por miedo a la adicción que puede llegar a generar, según una entrevista que concedió a "The Guardian".
El cofundador de Asana definió los ‘likes’ que creó como “brillantes timbres de pseudoplacer” que pueden llegar a ser tan seductores como vacíos.
Es en ese contexto que Rosenstein muestra arrepentimiento por su creación, aunque afirma que contribuyó con el crecimiento de Facebook de buena fe.
“Es común que los humanos desarrollen cosas con la mejor de las intenciones, pero que estas terminen teniendo consecuencias negativas de forma no intencional”, cuenta el ex ingeniero de Facebook.
Obviamente, la crítica es extensiva a otros medios sociales, pues Rosenstein admite haberse “bloqueado a sí mismo” de sitios como Reddit y Snapchat. Si bien todavía tiene una cuenta en Facebook, el inventor del ‘me gusta’ afirma que se ha impuesto estrictos límites de tiempo en el uso de la plataforma. “Todo el mundo está distraído. Todo el tiempo”, explica.
Rosenstein cuenta que durante la década pasada todas las características nuevas de Facebook y otras redes sociales fueron recibidas con entusiasmo, pero que él mantiene reservas.
“Es particularmente imporatante que hablemos de esto ahora porque podemos ser la última generación que recuerde cómo era la vida antes”, sentencia.
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