Un episodio lleno de acción es lo que ofreció la octava entrega de “X-Men 97″, en la primera parte del arco de historia “Tolerancia es extinción”, que llevará a su clímax el enfrentamiento entre los responsables de la masacre de Genosha y los únicos que pueden detenerlos: los mutantes de la escuela de Charles Xavier.
Con la ayuda de Jean Grey (Jennifer Hale) se conoce que Bastion (Theo James) es un ser mitad humano-mitad robot creado por Nimrod, centinela del futuro, y que desde niño ha tenido la fantasía de acabar con los mutantes. Con ayuda de Mr. Sinister ha modificado a personas por todo el mundo, convirtiéndolas en centinelas secretos. Una vez activados, estos seres atacan a todos los mutantes, incluyendo a Scott Summers, Jean Grey y Cable, que tienen una muy extraña reunión familiar.
La mansión Xavier también es objetivo de un ataque cuando la periodista Trish Tilby, quien entró a visitar al Dr. Hank McCoy, se revela como centinela. Cuando todo parece perdido, la Dra. Valerie Cooper, aliada de los villanos en representación de la ONU, cambia de corazón y libera a Magneto (Matthew Waterson), quien usa sus poderes para apagar a los centinelas de todo el mundo.
Acción, pero también algo más
¿Para qué se hace una serie de animación? Para mostrar cosas que no podrían hacerse con acción real. En ese sentido, el octavo episodio de “X-Men 97″ cumple con la audiencia. Las escenas de persecución de los centinelas a los Summers, las peleas dentro de la mansión Xavier y en general todos los conflictos físicos han sido desarrollados de manera brillante, lo cual se corresponde con la calidad técnica ya mostrada. En particular, destaca la pelea de Wolverine (Cal Dodd) y Nightcrawler (Adrian Hough) contra los centinelas, donde la serie otorga un breve vistazo de cómo es teletransportarse con la habilidad del mutante azul.
Pero donde el episodio también brilla es en su narrativa, que bebe del cómic y no solo de tramas específicas. Algo que es común en las historietas, al menos hasta los años 80, fue presentar a personajes con una sobrecarga de información. Globos de texto superpuestos a otros globos de texto, con irrupciones del narrador; en cierto modo por eso los cómics de antes ofrecían más tiempo de lectura que los de ahora. Algo así se vio esta semana con el origen de Bastion, cuyo padre fue infectado por la “semilla” de Nimrod y, tras conocer a su madre, trajeron al mundo a este ser mecánico-orgánico. Toda esta información llegó rápidamente al espectador por medio de Jean Grey, quien hace irrelevante a cualquier narrador con su habilidad de detectar las huellas psíquicas del ambiente.
¿Es posible establecer como amenaza real a una persona que ha aparecido de un momento a otro? “X-Men 97″ lo consigue, en parte por la performance de Theo James, que convierte a Bastion en un tipo tan encantador que es terrorífico; también gracias al guion. “Cuando no tienes nada personal en juego, tu respuesta es la apatía”; dice el villano para explicar la nula respuesta de la humanidad a la masacre, que fue una manera de impactar al mundo (lo de Genosha sorprendió a los enemigos de los mutantes y a sus aliados), de paralizarlo para que así él pueda intervenir. ¿Para qué? Para reemplazar a los mutantes con la raza superior de centinelas.
Pero Bastion también apeló a las personas radicalizadas que se aíslan en para derramar su odio. Así, los enemigos de los mutantes escondidos en internet encontraron su camino a convertirse en centinelas. Bastion no consiguió todo esto solo, él cosechó el radicalismo de las personas. Y ahí entra el discurso de la Dra. Cooper, de que todo lo que pasó en Genosha no fue una sorpresa, sino algo que se veía venir y al que el común de las personas ignora para seguir viviendo sus vidas.
Es entones cuando “X-Men 97″ amarra su historia actual con lo que la serie original contó en los años 90, cuando Magneto, el radical, fue el villano. Ahora se revela como alguien tiene razón y que, desde el polo norte, emite un pulso electromagnético para apagar a todos los centinelas. Solo acabó con los síntomas, no con la enfermedad. Y esta enfermedad no se llama Bastion o Mr. Sinister, sino la discriminación. Por eso Wolverine dice que Magneto ha declarado la guerra.
Si esta declaratoria hubiera ocurrido temporadas atrás, los X-Men habrían enfrentado a Magneto. Pero, ¿y ahora? Cuando la traición de los representantes de la humanidad es evidente, ¿qué mutante elegiría el camino de la conciliación? El retorno de Charles Xavier, un pacifista, pone otro problema en juego. Habrá luchas dentro de la comunidad mutante, pero eso solo retrasará lo inevitable: mutantes y humanos tienen que encontrar una solución. Y esta vez no habrá espacio para la paciencia. Porque cuando Magneto dice “ya basta”, el mundo se detiene y escucha.
Pensamientos sueltos
- Qué gran escena la de Nightcrawler y Jean Grey. Porque los hechos pueden decir una cosa, pero son los sentimientos los que nos ayudan a soportar el día a día.
- Encuentro difícil de creer que la doctora Cooper no supiera qué tramaba Bastion. Lo que se dice, fingió demencia.
- Apariciones especial es esta semana: Dr. Doom (enemigo de los Cuatro Fantásticos), que intenta lavarse las manos de su confabulación en el genocidio, y el Barón Zemo (enemigo del Capitán América), que hace las preguntas correctas.
- Me parece ingenuo que Bastion llame al presidente de los Estados Unidos un aliado de los mutantes, cuando en la práctica no ha hecho nada para ayudarles tras el genocidio. Como sea, el villano lo tiene en la mira.
- El Spider-man que apareció en esta serie es el mismo de la serie de los años 90, que quedó inconclusa.
- Esta semana la trama de Roberto y Jubilee quedó colgando, no se ha amarrado bien a lo que sucede salvo el detalle de la fiesta en solidaridad de los mutantes. Un gesto que no sirve de nada.
- Xavier va a tener que explicar mucho a sus mutantes ahora que ha “vuelto de la muerte”.
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