A Mariana le da miedo quedarse en blanco al dar el examen de ingreso a la universidad. Charo no logra sacarse de la mente la idea de que no la elegirán para el puesto en esa entrevista de trabajo. Brisa demora en salir embarazada y teme que no suceda nunca. Lucero combate un cáncer agresivo que la tiene triste y se siente desvitalizada. Todas escuchan una y otra vez la misma frase inútil: ‘si te estresas es peor’. ¿Pero cómo no sentirse así?
¿Alguna vez ustedes se han relajado cuando les dicen ‘no estés tensa’? ¿O se les ha pasado la rabia cuando les dicen ‘cálmate’? Es como intentar sonreír para la foto mientras lloramos. Solo se logra una mueca horrible. En el mejor de los casos, camuflaremos el sentimiento, pero eso no significa que cambiará por dentro. Significa que lo hemos maquillado y nos lo hemos tragado para que los demás no lo vean.
Acá hay tres puntos importantes. Primero: no es humano pretender que ante situaciones sensibles las personas no se preocupen, no se angustien, ni se asusten. ¡Es normal! Y hay que respetarlo. Es lo justo y es lo que necesitan. Permitirse sentir lo que sienten.
Segundo punto: decirles que no se sientan así no funciona. Es como decir: ‘No pienses en un caballo blanco’. Inmediatamente se ilustra esa imagen en la mente. E intentarán eliminar esa sensación, generalmente sin éxito. Ahí todo empeora. Porque uno de los sentimientos más tormentosos es el miedo al propio miedo, a la propia angustia, a la propia rabia. Sentir algo difícil sin poder evitar sentirlo solo angustia y asusta más. Los sentimientos no se deciden, se atienden.
Tercer punto: estresarse, temer, sentirse mal, no será el causante de tus males. Si te estresas es difícil, sí. Tendrá cierta influencia, sí. Pero no es el único factor que determine lo que te ocurra, ni el más poderoso. Hay muchos otros factores implicados en lo que vives. La dificultad del examen, cuánto estudiaste, quién te entrevista, el perfil que buscan en esa empresa, la persona que llegó antes que tú, la probabilidad de que ese óvulo y ese espermatozoide coincidan al mismo, la fertilidad de tu pareja, qué tan agresivo es el cáncer, en qué estado lo descubren y lo atienden. Y son situaciones fuera de nuestro control, que nos someten a la incertidumbre y nos pueden angustiar.
Frases como ‘somos un imán, atraemos lo que pensamos’ tampoco funcionan para calmar a personas temerosas y angustiadas. Tal vez inspiren a varios a promover pensamientos positivos. Pero a otros, lejos de empoderarlos o aliviarlos, los puede hacer sentir autodestructivos, temer su propia capacidad de ‘atraer’ hacia sí cosas negativas, y verse envueltos en un círculo vicioso del que parecen no poder escapar.
Puedes controlar lo que haces y lo que dices, pero no lo que sientes y lo que piensas. Todos los sentimientos son parte de la vida. Los bonitos y los feos. Y es común atravesarlos todos, especialmente en momentos vulnerables de la vida. Mientras tanto, puedes intentar poner la mente en cosas que te inspiren para que te ayuden a transitar esta etapa de convivencia con el miedo, la amargura o el dolor, mientras se van desinflamando, diluyendo y dando lugar a nuevos sentimientos.
Y si necesitas renegar, reniega. Si quieres llorar, llora. Si te provoca gritar, grita. Si prefieres callar, calla. Ser absurda, selo. Piensa en qué te piden tu cuerpo, tu entraña y tu corazón. Eso sí, no te la agarres con los demás ni te des con palo a ti misma. Dale cabida a esos sentimientos difíciles, pero no les des todo poder sobre ti. No dejes que te inunden por completo. Tolerándolos y poco a poco entendiéndolos, irás recuperando esa parte de ti que tiene la capacidad de estar bien.
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